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EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Thursday, January 16, 2025

APLICANDO LA REGLA DE ORO

“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Mateo 7:12

Dios simplifica; el hombre complica. Constantemente se pregunta, ¿Esta bien hacer esto o aquello? Se han escrito volúmenes de libros en un esfuerzo para contestar esta pregunta en el área de diplomacia, ética, filosofía, psicología, sociología y la religión. Jesús la contesta con una declaración simple, “La Regla de Oro.” Es única, inclusiva y conclusiva. Establece un principio general, y uno especialmente valioso para nuestra guía en preguntas dudables entre los hombres. Debemos hacerles a otros como queseáramos que ellos nos hicieran a nosotros. Esta es, en verdad,  una regla de oro. No prohíbe meramente toda malicia insignificante, venganza y fraude. Va mucho mas allá y resuelve un sin numero de cuestiones que en un mundo como hoy se presentan continuamente entre los hombres. Previene la necesidad de establecer interminables reglas pequeñas para casos específicos. Barre con todas cuestiones discutibles con un principio poderoso. ¿Cuántas cuestiones intrincadas se  decidirían pronto se esta regla honestamente se usara?

LA EXCELENCIA DE ESTA REGLA

LA REGLA DE ORO ES UNICA: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros…haced vosotros con ellos…”

Unos estudiosos insisten que este no es enseñanza nueva, que es una enseñanza antigua en vestido nuevo. Como prueba, citan varios maestros. Confuso, Sócrates y Platón habían expresado sentimientos negativos parecidos a este, pero ninguno de ellos lo habían declarado positivamente como Cristo. Uno puede obedecer lo negativo por hacer nada; la ley de la tierra puede exigir eso. Sólo el amor puede motivar lo positivo. El amor toma la iniciativa. Esta declaración de Jesús no es tanto una regla como un principio por el cual vivir. Pero hay diferencia definitiva. Las enseñanzas de estos maestros son negativas; las enseñanzas de Cristo son positivas. La de ellos es la “Regla de Plata;” la de Jesús es la “Regla de Oro.” Sus enseñanzas son las bases de la ética humana, las enseñanzas de Jesús son la base de la moralidad Cristiana. Estos maestros enseñaron, pero no dieron poder con el que obedecer. Jesús enseño y faculto Sus seguidores para obediencia.

Esta regla es enteramente perfecta y muy preciosa. Se dice que el Emperador, Alejandro Severus, fue tan fascinado por esta regla cuando la oyó, que nombro un de sus sirvientes para que la repitiera cuando tenia la ocasión de castigar a alguien, y mando que fuera inscrito en las partes mas frecuentados de su palacio y en muchos edificios públicos de la ciudad. También, profeso una estima tan alta para Cristo como haber sido el autor de tan excelente regla que lo incluyo entre las deidades de su pueblo.

LA REGLA DE ORO ES INCLUSIVA: “Así que, todas las cosas que queráis... los hombres…con vosotros”

Hasta este punto, ciertas situaciones se han citado en el Sermón del Monte. Pero, Jesús no se detiene allí. No podemos citar capítulos y versos para cada situación. Jesús no enseño reglas mecánicas para situaciones específicas. Él estableció un principio para abarcar todas experiencias. Jesús dijo “todas las cosas.” Esto comprende la totalidad de vida. No esta limitado a la familia, amigos, vecinos, o cristianos. Incluye extranjeros, enemigos, y cada persona como individuo.

LA REGLA DE ORO ES RAZONABLE:

Está fundado sobre la justicia y la igualdad original de todo hombre. Es muy fácil de comprender y fácil de recordar. Alguien lo ha llamado bien “La Ley Portátil.” Es portátil, fácil de recordar, siempre esta a la mano, siempre esta listo para ser invocado. En suma, Jesús dijo, “Ponte en el lugar del otro. Entonces procede en conformidad.”

¡Si esta regla simple era practicada por todo el mundo, que guerras, crímenes, e injusticias se prevendrían! ¡Que paz, beneficios sociales, y justicia resultaría! Viviendo por las reglas de los hombres han vuelto el mundo en un mar de miseria, sospecha, y conflicto. La Regla de Oro, trae a Dios a nuestros corazones y vida. Es valioso en su operación en su relación a otros.

LA REGLA DE ORO ES CONCLUSIVA: “Porque esto es la ley y los profetas.”

Perfección última depende de una norma perfecta. Este principio de la “Regla de Oro” es perfecto. Esta fue la contestación de Jesús a esos que decían que Él iba a anular la Ley y los Profetas. En cambio, dota a cada persona con un poder que trae la Ley y los Profetas a su fin destinado.

Motivos equivocados producen malos resultados. En las manos de un criminal, esta regla produciría crimen. Sólo cuando se sigue como fue el propósito de Jesús, pueden ser sus frutos paz, gozo, y justicia. Las desordenes sociales cesarían. Su aplicación general traería la deseada paz a los asuntos de nuestro país. Dice el Salmo 127: 1-2: Si Jehová no edificare la casa, En vano trabaja los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.” La armonía entraría las relaciones morales del hombre; la honestidad y sentimiento bueno en la  política nacional; amor fraternal en una Cristiandad dividida, y el espíritu de verdad y rectitud en la conducta de todo hombre.

Jesús, no solamente enseño la Regla de Oro, Él la siguió. Su vida certifica esto. Su ejemplo supremo esta en Su muerte en la Cruz. I Pedro 2:21-24; nos dice que Jesús se puso en el lugar del hombre. porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.          

 

      

 

 

                

 

APPLYING THE GOLDEN RULE

“Therefore, whatever you want men to do to you, do also to them, for this is the Law and the Prophets.” Matthew 7:12

God simplifies; man complicates. The question is constantly being asked, “Is it right to do this or that?” Volumes have been written in an effort to answer this question in the realms of diplomacy, ethics, philosophy, psychology, sociology, and religion. Jesus answers it with one simple statement “The Golden Rule.” It is unique, inclusive and conclusive. It lays down a general principle and one especially valuable for our guidance in all doubtful questions between men. We are to do onto others as we would that others should do unto us. This is a golden rule indeed. It does not merely forbid all petty malice, revenge and all cheating. It goes much further and settles a hundred different points which in a world like today are continually arising between men. It prevents the necessity of laying down endless little rules for specific cases. It sweeps the whole debatable ground with one mighty principle. How many intricate questions would be decided at once if this rule were honestly used?

THE EXCELLENCE OF THIS RULE:

IT IS UNIQUE: “Whatsoever ye would that men should do to you, do also to them.”

Some scholar’s insist that this is not a new teaching, but an old one in new dress. As proof, various teachers are cited. Confucius, Socrates, Plato, had all expressed negative sentiments resembling this, but none ever stated it positively as did Jesus. One can obey the negative by doing nothing; the law of the land can compel that. Only love can motivate the positive. Love takes the initiative. This statement of Jesus is not so much a rule as a principle by which to live. There is a definite difference. The teachings of these teachers are negative; the teachings of Jesus are positive. Theirs is the “Silver Rule;” Jesus’ is the “Golden Rule.” Their teachings are the bases of human ethics; the teachings of Jesus are the basis of Christian morality. These teachers taught but gave no power with which to obey. Jesus taught and empowered His followers for obedience.  

It is perfect through and through and very precious. It is said that The emperor, Alexander Severus, was so fascinated by this rule when he heard it that he had one of his servants repeat it whenever he had occasion to punish anyone, and caused it to be inscribed in the most frequented parts of his palace and on many public buildings. He also professed so high a regard for Christ as having been the author of so excellent a rule that he had him enrolled among the deities.

IT IS INCLUSIVE: “Therefore all things whatsoever ye would that men should do to you, do ye even so to them.”

Certain situations have been cited thus far in the Sermon. But Jesus does not stop there. We can not quote chapter and verse for every situation. Jesus did not teach mechanical rules for specific situations. He laid down a principle to cover all experiences. Jesus said “All things.”  This takes in the whole of life. It is not limited to family, friends, neighbors, or Christians. It includes strangers, enemies, every person as an individual.

IT IS REASONABLE:

It is founded on exact justice and the original equality of all men. It is very easy to understand and easy to remember. Someone has well called it “The Portable Law.” It is portable, easy to remember, always at hand, always ready to be appealed to. In short, Jesus said, “Put yourself in another’s place. Then act accordingly.” 

If this simple rule were followed by everyone what wars, crimes, and injustices would be prevented! What peace, social benefits, and righteousness would result! Living by mans rules has turned the world into a sea of misery, suspicion, and conflict. The golden rule brings God into our hearts and lives. It is valuable in its operation in its relation to others.

IT IS CONCLUSIVE: “For this is the law and the prophets.”

Ultimate perfection depends on a perfect standard. This principle of the “golden rule” is perfect. This is Jesus’ answer to those who said that He would disannul the law and the prophets. Instead He endows each person with a power which brings the law and the prophets to their intended end.

Wrong motives produce the wrong results. In the hands of a criminal, this rule would produce crime. Only when it is followed as intended by Jesus may its fruits be peace, joy and righteousness. Social disorders would cease. Its general application would bring the desired peace in the affairs of our country. Psalms 127:1-2 tells us that: “Except the LORD build the house, they labour in vain that build it: except the LORD keep the city, the watchman waketh but in vain.  It is vain for you to rise up early, to sit up late, to eat the bread of sorrows: for so he giveth his beloved sleep.”  Harmony would come in the moral relationships of men; honesty and good feeling into national politics; brotherly love into a divided Christendom, and the spirit of truth and righteousness into the conduct of all men.

Jesus, not only taught the Golden Rule, but He followed it. His life certifies this. Its supreme example is in His death on the cross. I Peter 2:21-24 tells us that Jesus put Himself in man’s place. “…because Christ also suffered for us, leaving us an example, that you should follow His steps: “Who committed no sin, Nor was deceit found in His mouth”; who, when He was reviled, did not revile in return; when He suffered, He did not threaten, but committed Himself to Him who judges righteously; who Himself bore our sins in His own body on the tree, that we, having died to sins, might live for righteousness— by whose stripes you were healed.” 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Wednesday, January 8, 2025

DIOS VE NUESTRO CORAZÓN

1 Samuel 16:7

Dios ve el corazón. El corazón en las Escrituras es la vida moral y espiritual interior de una persona. Proverbios 4:23 explica que todo lo que hacemos fluye de nuestro corazón. El corazón es el núcleo, la esencia interior de quienes somos: “El hombre bueno, del bien guardado en su corazón, saca cosas buenas; y el hombre malo, del mal guardado en su corazón, saca cosas malas. “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).

II Crónicas 16:9 dice que los ojos de Dios están continuamente recorriendo la tierra para fortalecer a las personas cuyos corazones están completamente comprometidos con Él. Dios puede escudriñar nuestro corazón, examinar nuestras motivaciones y saber todo lo que hay que saber sobre nosotros (Salmo 139:1). Dios sabe si una persona será fiel. Dios ve lo que la gente no puede ver.

La Biblia tiene mucho que decir sobre las intenciones del corazón, nuestros motivos. Un motivo es la razón subyacente de cualquier acción. Proverbios 16:2 dice: “Todos los caminos del hombre le parecen limpios, pero el Señor examina sus intenciones”. El corazón es muy engañoso (Jeremías 17:9); podemos engañarnos fácilmente acerca de nuestros propios motivos. Podemos pretender que estamos eligiendo ciertas acciones para Dios o para el beneficio de los demás, cuando en realidad tenemos razones egoístas. Dios no se deja engañar por nuestro egoísmo y es “quien discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

Los seres humanos pueden actuar a partir de una variedad de motivaciones, a menudo negativas: el orgullo, la ira, la venganza, un sentido de derecho o el deseo de aprobación pueden ser todas razones para nuestras acciones. Cualquier motivación que se origine en nuestra carne pecaminosa no agrada a Dios (Romanos 8:8). Debido a que nuestros corazones son tan engañosos, debemos evaluar constantemente nuestros propios motivos y estar dispuestos a ser honestos con nosotros mismos acerca de por qué estamos eligiendo una determinada acción.

Entonces, ¿cuál es la motivación correcta? 1 Tesalonicenses 2:4 dice: “Nuestro propósito es agradar a Dios, no a los hombres. Sólo Él examina las intenciones de nuestro corazón”. Dios está interesado en nuestras motivaciones aún más que en nuestras acciones. 1 Corintios 4:5 dice que, cuando Jesús venga de nuevo, “sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. En ese momento cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios”. Dios quiere que sepamos que Él ve lo que nadie más ve. Él sabe por qué hacemos lo que hacemos y desea recompensar a aquellos cuyos corazones son rectos hacia Él.

La motivación se convierte en un problema cuando no somos honestos con nosotros mismos acerca de por qué estamos haciendo las cosas. Cuando damos la apariencia externa de obedecer a Dios pero nuestros corazones están endurecidos, Dios lo sabe. Nos estamos engañando a nosotros mismos y también a los demás. La única manera en que podemos actuar con motivos puros es cuando “andamos en el Espíritu” (Gálatas 5:16, 25). Cuando le permitimos a Él controlar cada parte de nosotros, entonces nuestro deseo es agradarle a Él y no a nosotros mismos. Nuestra carne clama constantemente por exaltarse a sí misma, y ​​solo cuando andamos en el Espíritu no gratificaremos esos deseos de nuestra carne.

La gente tiende a juzgar el carácter y el valor de los demás mirando las apariencias externas. Pero Dios tiene la capacidad única de ver dentro de una persona. Dios conoce nuestro verdadero carácter porque “mira el corazón”.

Cuando llegó el momento de que Samuel ungiera al próximo rey de Israel, Samuel miró a los siete hermanos de David, pero Dios los rechazó a todos como Su elección para rey. Dios estaba buscando a alguien que tuviera un corazón fiel. Después de que Samuel pasó por alto a los otros hermanos, mandaron a buscar a David, que estaba cuidando las ovejas. Cuando David se presentó ante Samuel, el Señor le dijo: “Éste es” (1 Samuel 16:12).

David fue la elección de Dios, imperfecto pero fiel, un hombre conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22). David no era una figura llamativa, pero había desarrollado un corazón que seguía a Dios. En el tiempo que pasó solo en los campos, pastoreando los rebaños, David había llegado a conocer a Dios como su Pastor (Salmo 23).

Las apariencias pueden ser engañosas. La apariencia externa no revela cómo son realmente las personas. La apariencia física no nos muestra el valor de una persona, su carácter, su integridad o su fidelidad a Dios. Las cualidades externas son, por definición, superficiales. Las consideraciones morales y espirituales son mucho más importantes para Dios.

David estaba lejos de ser perfecto. Cometió adulterio y asesinato (II Samuel 11), pero Dios vio en David a un hombre de fe profunda y duradera que estaba completamente comprometido a Dios. Dios vio a un hombre que dependería de Él para recibir fortaleza y guía (1 Samuel 17:45, 47; 23:2). Dios vio a un hombre que reconocería su pecado y su fracaso y que se arrepentiría y pediría perdón al Señor (II Samuel 12). Dios vio en David a un hombre que amaba a su Señor; un hombre que adoraba a su Señor con todo su ser (II Samuel 6:14); un hombre que había experimentado la limpieza y el perdón de Dios (Salmo 51) y había llegado a comprender las profundidades del amor de Dios por él (Salmo 13:5-6; 106:1). Dios vio a un hombre con una relación sincera y personal con su Creador. Cuando Dios miró el corazón de David, vio a un hombre conforme a su corazón (Hechos 13:22). Al igual que Samuel, no podemos ver lo que el Señor ve, y debemos confiar en Él para obtener sabiduría. Y podemos confiar en que, cuando Dios mira nuestro corazón, ve nuestra fidelidad, nuestro verdadero carácter y nuestro valor como individuos.

QUE DIOS CONOZCA TU CORAZÓN ES LA BASE PARA LA RECOMPENSA

“Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos” (Mateo 6:1). A veces es tan fácil concentrarse en lo que uno hace. En lo que también debes concentrarte es en por qué lo haces. ¿Alguna vez te has sentido ignorado? ¿Alguna vez has puesto todo de ti en algo solo para que cuestionen tus motivos? Otra de las razones por las que puedes encontrar consuelo es que Dios Conoce tu corazón porque es la base de tu recompensa. En este versículo de Mateo, Jesús nos dice que hay personas que hacen lo correcto por las razones equivocadas.

Externamente pueden parecer santos, desinteresados, devotos, humildes y cualquier otro tipo de apariencia espiritual. Sin embargo, por dentro solo lo hacen para ser vistos o por algún otro motivo egoísta. Tienen el corazón equivocado. ¿No es bueno saber que cuando haces algo con el corazón y la motivación correctos, Dios lo ve? Cuando ayudas en secreto no porque quieres ser visto sino porque quieres ser una bendición, Dios lo ve. Todo lo que haces para Dios que se hace con el corazón y la actitud correctos, Dios lo ve y te recompensará por ello. La recompensa puede no venir en esta vida, pero Dios te recompensará de todos modos. Es por eso que no necesitas buscar la validación de los demás, pero puedes encontrar la validación de Dios, quien mira y ve lo que haces y conoce los motivos de tu corazón.

CUANDO DIOS CONOCE TU CORAZÓN TE POSICIONA PARA EXPERIMENTAR SU GRACIA

A menudo pensamos en la gracia como Dios dándonos lo que no merecemos, lo cual es cierto, pero la gracia de Dios también se refiere a su fuerza para ayudarnos en tiempos de necesidad. 2 Corintios 12:9 dice: “Pero él me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.

El poder de la gracia de Dios se hace efectivo en tu vida cuando eres consciente de tus debilidades. Lo que hace que este versículo sea más asombroso es que Dios conoce nuestro corazón y nuestra debilidad y, a pesar de eso, está listo y dispuesto a derramar fuerza para ayudarnos a superarlas. Sin embargo, para acceder a esa fuerza, está buscando personas que reconozcan sus debilidades. Podemos cometer el grave error de huir de Dios debido a nuestras debilidades; en efecto, estamos huyendo de la gracia. Necesitamos correr hacia Dios con nuestras debilidades porque allí encontraremos gracia. Finalmente, descubrirás que Dios, que conoce tu corazón, hará que su poder se perfeccione en el lugar de tu mayor debilidad. Cuando eres honesto acerca de lo que hay en tu corazón, lo cual Dios ya sabe, esto no lo alejará. Sucede lo contrario, porque Dios te responde cuando eres honesto acerca de lo que hay en tu corazón y eso te posiciona para recibir su gracia (Salmo 51:17). Debemos acudir a Dios. Tal como somos, sin pretensiones. En pocas palabras, Dios está buscando personas que examinen sus corazones, reconozcan lo que hay en ellos y acudan a Él para permitirle que se ocupe de ello. Lo mejor de todo es que Dios ya conoce tu corazón y puedes consolarte sabiendo que Él ve lo que hay en tu corazón y está dispuesto a ayudarte de todos modos. Así de maravilloso es realmente nuestro Dios.

GOD SEES OUR HEART

1 Samuel 16:7

God looks at the heart. The heart in Scripture is a person’s inner moral and spiritual life. Proverbs 4:23 explains that everything we do flows from our hearts. The heart is the core, the inner essence of who we are: “A good man brings good things out of the good stored up in his heart, and an evil man brings evil things out of the evil stored up in his heart, “For the mouth speaks what the heart is full of” (Luke 6:45).

II Chronicles 16:9 says the eyes of God are continually roaming throughout the earth to strengthen people whose hearts are fully committed to Him. God can peer into our hearts, examine our motivations, and know everything there is to know about us (Psalm 139:1). God knows if a person will be faithful. God sees what people can’t see.

The Bible has a lot to say about the intentions of the heart, our motives. A motive is the underlying reason for any action. Proverbs 16:2 says, “All a person’s ways seem pure to them, but motives are weighed by the Lord.” The heart is very deceitful (Jeremiah 17:9); we can easily fool ourselves about our own motives. We can pretend that we are choosing certain actions for God or the benefit of others, when in reality we have selfish reasons. God is not fooled by our selfishness and is “a discerner of the thoughts and intents of the heart” (Hebrews 4:12).

Human beings can operate from a variety of motivations, often negative, pride, anger, revenge, a sense of entitlement, or the desire for approval can all be reasons for our actions. Any motivation that originates in our sinful flesh is not pleasing to God (Romans 8:8). Because our hearts are so deceitful, we should constantly evaluate our own motives and be willing to be honest with ourselves about why we are choosing a certain action.

So what is the right motivation? I Thessalonians 2:4 says, “Our purpose is to please God, not people. He alone examines the motives of our hearts”). God is interested in our motives even more than our actions. I Corinthians 4:5 says that, when Jesus comes again, “he will bring to light what is hidden in darkness and will expose the motives of the heart. At that time each will receive their praise from God.” God wants us to know that He sees what no one else sees. He knows why we do what we do and desires to reward those whose hearts are right toward Him.

Motivation becomes an issue when we are not honest with ourselves about why we are doing things. When we give the outward appearance of obeying God but our hearts are hard, God knows. We are deceiving ourselves and others, too. The only way we can operate from pure motives is when we “walk in the Spirit” (Galatians 5:16, 25). When we allow Him to control every part of us, then our desire is to please Him and not ourselves. Our flesh constantly clamors to exalt itself, and only when we walk in the Spirit will we not gratify those desires of our flesh.

People tend to judge the character and worth of others by looking at outward appearances. But God has the unique ability to see inside a person. God knows our true character because he “looks at the heart.”

When the time had come for Samuel to anoint Israel’s next king, Samuel looked at all of David’s seven brothers, but God rejected them all as His choice for king. God was looking for someone who had a faithful heart. After Samuel passed over the other brothers, they sent for David, who was out tending the sheep. When David came before Samuel the Lord said, “This is the one” (I Samuel 16:12).
David was God’s choice, imperfect but faithful, a man after God’s heart (Acts 13:22). David was not a striking figure. But David had developed a heart after God. In his time alone in the fields, shepherding the flocks, David had come to know God as his Shepherd (Psalm 23).

Appearances can be deceiving. The outward appearance doesn’t reveal what people are really like. Physical looks don’t show us a person’s value or character or integrity or faithfulness to God. Outward qualities are, by definition, superficial. Moral and spiritual considerations are far more important to God.

David was far from perfect. He committed adultery and murder (II Samuel 11). But God saw in David a man of deep, abiding faith who was wholly committed to Him. God saw a man who would depend on Him for strength and guidance (I Samuel 17:45, 47; 23:2). God saw a man who would recognize his sin and failure and who would repent and ask the Lord for forgiveness (II Samuel 12). God saw in David a man who loved his Lord; a man who worshiped his Lord with all his being (II Samuel 6:14); a man who had experienced God’s cleansing and forgiveness (Psalm 51) and had come to understand the depths of God’s love for him (Psalm 13:5-6; 106:1). God saw a man with a sincere and personal relationship with his Creator. When God looked at the heart of David, He saw a man after His own heart (Acts 13:22). Like Samuel, we can’t see what the Lord sees, and we must rely on Him for wisdom. And we can trust that, when God looks at our hearts, He sees our faithfulness, our true character, and our value as individuals.

GOD KNOWING YOUR HEART IS THE BASIS FOR REWARD

“Be careful not to practice your righteousness in front of others to be seen by them. If you do, you will have no reward from your Father in heaven.” (Matthew 6:1). It is so easy sometimes to focus on what you do. What you must also focus on is why you do it. Have you ever felt overlooked? Have you ever poured your all into something only for your motives to be questioned? One of the other reasons you can find comfort that God knows your heart is because it is the basis for your reward. In this verse in Matthew, Jesus is telling us there are people out there who do the right thing for the wrong reasons. 

Outwardly they may look holy, selfless, prayerful, humble and any other type of spiritual look. However inwardly they are only doing it to be seen or some other selfish motive. They have the wrong heart. Isn’t it good to know that when you do something with the right heart and motive that God sees it? When you help in secret not because you want to be seen but you want to be a blessing, God sees that. Everything you do for God that is done with the right heart and attitude, God sees it and will reward you for it. The reward may not come in this life, but God will reward you, nonetheless. That’s why you don’t need to search for validation from others, but you can find validation from God who looks and sees what you do and knows the motives of your heart.

WHEN GOD KNOWS YOUR HEART IT POSITIONS YOU TO EXPERIENCE HIS GRACE

We often think of grace as God giving us what we don’t deserve, which is true, but God’s grace also refers to his strength to help us in time of need.  II Corinthians 12:9 says; “But he said to me, “My grace is sufficient for you, for my power is made perfect in weakness.”

God’s power of grace is made effective in your life when you are aware of your weaknesses. What makes this verse more amazing is God knows our heart and weakness and, despite that, is ready and willing to pour out strength to help us overcome them. However, to access that strength he is looking for people that will acknowledge their weaknesses. We can make the critical mistake of running from God because of our weaknesses, in effect, we are running from grace. We need to run to God with our weaknesses because there we will find grace. You will ultimately discover that God who knows your heart will make his power perfect in the place of your greatest weakness. When you are honest about what is in your heart, which God knows anyway, this will not push God away. The opposite happens because God responds to you when you are honest about what is in your heart and that positions you to receive his grace (Psalm 51:17).

We must go to God. Just the way we are with no pretenses. Simply put God is looking for people who will examine their hearts, acknowledge what is in there, and come to him to allow him to deal with it. Best of all God already knows your heart and you can take comfort in knowing that he sees what is in your heart and he is willing to help anyway. This is just how wonderful our God truly is.

Saturday, January 4, 2025

NO MIRES ATRÁS

 

Génesis 19: 19:15-26  

Este sencillo, pero poderoso mandamiento nos invita a entender que el caminar en la fe requiere una mirada constante hacia el futuro, un corazón dispuesto a avanzar, y una mente centrada en el propósito que Dios ha trazado para cada uno de nosotros.

A lo largo de las Escrituras, encontramos numerosas exhortaciones a no volver atrás, a no aferrarnos al pasado, sino a avanzar con fe hacia el futuro que Dios ha preparado para nosotros. Este mensaje es vital porque refleja el carácter de nuestra vida cristiana: una vida de constante transformación, crecimiento y renovación.

En Génesis 19:26, vemos un ejemplo claro y trágico de lo que sucede cuando miramos atrás. La esposa de Lot, desobedeciendo la instrucción divina, miró hacia atrás mientras huían de Sodoma y fue convertida en una estatua de sal. Este acto no fue solo una simple mirada, sino un símbolo de su apego al pasado, a las cosas de la vida antigua, y la incapacidad de entregarse completamente al plan de Dios para su futuro.

Este relato nos enseña que mirar atrás puede significar más que un simple recuerdo; puede representar un deseo de retornar a lo que Dios ya nos ha pedido dejar atrás. Es un acto de desobediencia y de falta de confianza en lo que Dios tiene por delante para nosotros. Mirar atrás puede impedirnos avanzar en la voluntad de Dios, y a menudo nos ancla a un lugar de estancamiento espiritual.

El Nuevo Testamento nos ofrece enseñanzas claras sobre la necesidad de avanzar sin mirar atrás. Jesús, en Lucas 9:62, dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Aquí, Jesús utiliza la metáfora del arado, una herramienta de trabajo que requiere concentración y dirección. Para aquellos que araban, mirar atrás podría desviar el arado y hacer que el surco sea desigual, ineficiente.

Esto se aplica directamente a nuestra vida cristiana. Cuando ponemos nuestra mano en el arado de la fe, debemos avanzar con determinación, mirando siempre hacia adelante, hacia lo que Dios está obrando en nuestras vidas. Si seguimos mirando atrás, nuestros pasos se vuelven inestables, y corremos el riesgo de desviarnos del camino que Dios ha trazado para nosotros.

Jesús nos llama a seguirle con todo nuestro corazón, sin titubeos ni reservas. Seguir a Cristo implica dejar atrás nuestra antigua vida, con sus errores, pecados y cargas, y abrazar la nueva vida que Él nos ofrece. Es un compromiso total y absoluto. Como cristianos, estamos llamados a vivir en el presente y a caminar con fe hacia el futuro, confiando en que Dios tiene planes de bien y no de mal para nosotros (Jeremías 29:11).

La reminiscencia es una emoción poderosa que puede, si no se maneja adecuadamente, convertirse en una trampa espiritual. Es natural recordar el pasado con cariño, pero cuando esos recuerdos se convierten en un obstáculo para avanzar, se vuelven peligrosos. En Filipenses 3:13-14, el apóstol Pablo nos muestra una actitud ejemplar: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Pablo nos exhorta a olvidar lo que queda atrás y a extendernos hacia lo que está delante. Esta actitud no significa una amnesia espiritual, sino una elección consciente de no permitir que el pasado controle nuestro presente o determine nuestro futuro. La nostalgia puede hacernos idealizar tiempos pasados, llevándonos a pensar que lo mejor de nuestras vidas ya ha pasado, lo cual es contrario a la promesa de Dios de que Él siempre tiene algo nuevo y mejor para nosotros.

Es crucial que, como hijos de Dios, aprendamos a dejar atrás no solo los fracasos y pecados, sino también los éxitos pasados. A veces, nuestros logros de ayer pueden convertirse en el mayor obstáculo para nuestros avances de hoy si nos aferramos a ellos en lugar de buscar lo nuevo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.

Para no mirar atrás, es fundamental que nuestra fe esté firmemente anclada en Cristo. La fe es lo que nos impulsa hacia adelante, lo que nos da la fuerza para soltar el pasado y abrazar lo que Dios tiene preparado para nosotros. En Hebreos 11:1 se define la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Esta certeza y convicción nos permiten avanzar con confianza, sabiendo que aunque el futuro es incierto, Dios ya lo ha planeado y lo ha preparado para nuestro bien.

La fe nos da la perspectiva correcta para no aferrarnos a lo que fue, sino a confiar en lo que será. Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos da para crecer, aprender y avanzar. Cuando miramos hacia atrás con dudas o arrepentimientos, estamos debilitando nuestra fe en el poder transformador de Dios y en Su capacidad para guiarnos hacia un futuro mejor.

La fe es el motor que nos impulsa a seguir adelante, incluso cuando el camino es difícil. Es lo que nos sostiene en momentos de incertidumbre y nos da la fortaleza para seguir avanzando cuando el pasado nos llama de nuevo.

La Biblia está llena de ejemplos de personas que, al dejar atrás sus pasados, fueron bendecidas por Dios con nuevos comienzos. Abraham dejó su tierra natal para seguir el llamado de Dios hacia una tierra que Él le mostraría. Abraham no miró atrás; no permitió que el miedo o la incertidumbre lo detuvieran. En su obediencia, Dios lo bendijo y lo hizo el padre de muchas naciones (Génesis 12:1-4). Moisés tuvo que dejar atrás su vida en Egipto, con todo el poder y el privilegio que conllevaba, para cumplir el propósito de Dios de liberar a su pueblo. Moisés enfrentó grandes desafíos, pero no volvió atrás. Avanzó con fe y Dios lo usó poderosamente.

Estos ejemplos nos enseñan que Dios siempre recompensa la fe y la obediencia. Cuando dejamos atrás lo que Dios nos pide dejar, Él nos guía hacia nuevas oportunidades y bendiciones. No podemos alcanzar las promesas de Dios si seguimos aferrándonos a lo que Él ya nos ha pedido soltar.

Parte de no mirar atrás es aprender a perdonar y dejar ir. El perdón es esencial para el progreso espiritual. Jesús nos enseña en Mateo 6:14-15 que si no perdonamos a otros, nuestro Padre celestial tampoco nos perdonará. Aferrarse a la falta de perdón es una forma de mirar atrás, de mantenerse atado a las heridas del pasado.

El perdón libera, sana y nos permite avanzar. Es un acto de fe en sí mismo, porque al perdonar, confiamos en que Dios es justo y que Él se encargará de lo que nosotros no podemos. Además, el perdón nos restaura y nos prepara para recibir las bendiciones que Dios tiene para nosotros en el futuro.

Así como Dios nos perdona y no recuerda más nuestros pecados (Hebreos 8:12), nosotros también debemos aprender a soltar el pasado, a no mirar atrás con rencor o resentimiento, sino con un corazón lleno de gracia y dispuesto a avanzar.

Él tiene un propósito y un plan que es bueno, y nuestro enfoque debe estar en esa promesa, no en lo que quedó atrás. Somos llamados a avanzar con fe, a no mirar atrás (Filipenses 3:12-14). Dios tiene grandes cosas preparadas para aquellos que confían en Él y siguen adelante con determinación. Soltemos el pasado, con sus alegrías y tristezas, y extendámonos hacia lo que está delante, sabiendo que Dios está con nosotros en cada paso del camino.

No permitamos que el pasado nos impida alcanzar las promesas de Dios. Pongamos nuestra mirada en Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, y avancemos con esperanza hacia el futuro glorioso que Él ha preparado para nosotros. ¡No mires atrás, porque lo mejor está por venir!

 

 

DON’T LOOK BACK

Geneses 19:15-26

This simple, yet powerful commandment invites us to understand that walking in faith requires a constant look toward the future, a heart willing to move forward, and a mind focused on the purpose that God has outlined for each one of us.

Throughout the Scriptures, we find numerous exhortations not to turn back, not to cling to the past, but to move forward with faith toward the future that God has prepared for us. This message is vital because it reflects the character of our Christian life: a life of constant transformation, growth, and renewal.

In Genesis 19:26, we see a clear and tragic example of what happens when we look back. Lot’s wife, disobeying divine instruction, looked back as they fled Sodom and was turned into a pillar of salt. This act was not just a simple glance, but a symbol of her attachment to the past, to the things of her old life, and her inability to fully surrender to God’s plan for her future.

This account teaches us that looking back can mean more than just a memory; it can represent a desire to return to what God has already asked us to leave behind. It is an act of disobedience and a lack of trust in what God has ahead for us. Looking back can prevent us from moving forward in God’s will, and it often anchors us to a place of spiritual stagnation.

The New Testament offers us clear teachings about the need to move forward without looking back. Jesus, in Luke 9:62, said, “No one who puts his hand to the plow and looks back is fit for the kingdom of God.” Here, Jesus uses the metaphor of the plow, a work tool that requires concentration and direction. For those who plow, looking back could divert the plow and make the furrow uneven, inefficient.

This applies directly to our Christian life. When we put our hand to the plow of faith, we must move forward with determination, always looking forward, toward what God is working in our lives. If we keep looking back, our steps become unsteady, and we risk straying from the path God has laid out for us.

Jesus calls us to follow Him with all our heart, without hesitation or reservation. Following Jesus involves leaving behind our old life, with its mistakes, sins, and burdens, and embracing the new life He offers us. It is a total and absolute commitment. As Christians, we are called to live in the present and walk with faith toward the future, trusting that God has plans for good and not evil for us (Jeremiah 29:11).

Reminiscence is a powerful emotion that can, if not handled properly, become a spiritual trap. It is natural to remember the past fondly, but when those memories become an obstacle to moving forward, they become dangerous. In Philippians 3:13-14, the apostle Paul shows us an exemplary attitude: “Brothers, I do not consider myself to have already taken hold of it. But one thing I do: forgetting what is behind and straining toward what is ahead, I press on toward the goal for the prize of the upward call of God in Christ Jesus.” Paul exhorts us to forget what is behind and strain toward what is ahead. This attitude does not mean spiritual amnesia, but a conscious choice not to allow the past to control our present or determine our future. Nostalgia can make us idealize times past; leading us to thinking that the best of our lives is already behind us is contrary to God’s promise that He always has something new and better for us.

It is crucial that, as children of God, we learn to leave behind not only failures and sins, but also past successes. Sometimes, our achievements of yesterday can become the greatest obstacle to our progress today if we cling to them instead of seeking the new thing that God wants to do in our lives.

In order not to look back, it is essential that our faith is firmly anchored in Christ. Faith is what drives us forward, what gives us the strength to let go of the past and embrace what God has prepared for us. In Hebrews 11:1 faith is defined as “the assurance of things hoped for, the conviction of things not seen.” This assurance and conviction allow us to move forward with confidence, knowing that although the future is uncertain, God has already planned it and prepared it for our good.

Faith gives us the right perspective to not cling to what was, but to trust in what will be. Every day is a new opportunity God gives us to grow, learn, and move forward. When we look back with doubt or regret, we are weakening our faith in God’s transforming power and His ability to lead us to a better future.

Faith is the engine that drives us forward, even when the road is difficult. It is what sustains us in times of uncertainty and gives us the strength to keep moving forward when the past calls us back.

The Bible is full of examples of people who, by leaving their past behind, were blessed by God with new beginnings. Abraham left his homeland to follow God’s call to a land He would show him. Abraham did not look back; he did not allow fear or uncertainty to stop him. In his obedience, God blessed him and made him the father of many nations (Genesis 12:1-4). Moses, who had to leave behind his life in Egypt, with all the power and privilege that came with it, in order to fulfill God’s purpose of freeing his people. Moses faced great challenges, but he did not turn back. He moved forward in faith, and God used him mightily.

These examples teach us that God always rewards faith and obedience. When we let go of what God asks us to let go of, He leads us to new opportunities and blessings. We cannot reach God’s promises if we continue to hold on to what He has already asked us to let go of.

Part of not looking back is learning to forgive and let go. Forgiveness is essential to spiritual progress. Jesus teaches us in Matthew 6:14-15 that if we do not forgive others, our heavenly Father will not forgive us either. Holding on to a grudge is a way of looking back, of staying tied to the hurts of the past.

Forgiveness frees, heals, and allows us to move forward. It is an act of faith in itself, because by forgiving, we trust that God is just and that He will take care of what we cannot. Furthermore, forgiveness restores us and prepares us to receive the blessings that God has for us in the future.

Just as God forgives us and remembers our sins no more (Hebrews 8:12), we too must learn to let go of the past, not to look back with bitterness or resentment, but with a heart full of grace and willing to move forward.

He has a purpose and a plan that is good, and our focus must be on that promise, not on what is behind us Philippians 3:12-14). We are called to move forward in faith, not to look back. God has great things in store for those who trust in Him and move forward with determination. Let us let go of the past, with its joys and sorrows, and reach out to what is ahead, knowing that God is with us every step of the way.

Let us not allow the past to keep us from reaching out to God’s promises. Let us set our sights on Christ, the author and finisher of our faith, and move forward with hope toward the glorious future He has prepared for us. Don’t look back, for the best is yet to come!

 

Wednesday, December 18, 2024

TU VISIÓN ES TÚ FUTURO

Hebreos 11:13-16

La visión es algo que todos necesitamos tener. Tu visión es un foto de tu futuro (algunos lo llaman un sueño). Cuanto más clara sea tu visión, más poderosa será su influencia en tu vida.

1. La visión nos da esperanza.

2. La visión nos da inspiración.

3. La visión nos da un sentido de destino

4. La visión nos da un sentido de propósito.

5. La visión nos da dirección.

6. Es la visión la que marca la diferencia entre ganar o perder.

Tu visión es tu futuro. Si tienes una mala visión, entonces tendrás un mal futuro por delante. Si tienes una visión positiva, entonces tendrás un futuro positivo. Por lo tanto, si no tienes visión, ¡no tienes futuro!

UNA PERSONA SIN VISIÓN SIEMPRE REGRESARÁ A SU PASADO

A. Moisés y los israelitas salieron de la tierra de Egipto y partieron hacia la Tierra Prometida. Dios le dio a Moisés una visión para guiar a los israelitas hacia la tierra prometida. El problema era que el pueblo no tenía esa visión de lo que Dios quería para ellos. Solo estaban siguiendo a Moisés. Moisés era el hombre con la visión.

B. Moisés no logró transmitir la visión que Dios le había dado al pueblo. Es muy importante que un pastor o un líder transmitan su visión al pueblo.

C. Mientras vivían en el desierto, llegó un momento en que Moisés tuvo que subir a la montaña y hablar con Dios. Mientras pasaba tiempo con Dios, ¿qué le pasó al resto del pueblo? Se impacientaron y regresaron a su pasado. Tomaron el oro que debía dedicarse a Dios y construyeron un ídolo. Dios acababa de sacarlos de la idolatría. Habían dejado la tierra de Egipto. Pero un pueblo sin visión siempre regresará a su pasado. Comenzaron a adorar al becerro de oro, un ídolo. ¿Por qué? Porque sin Moisés, no tenían visión, no tenían futuro.

D. Esto es lo que sucede cuando un pastor o líder falla en transmitir su visión al pueblo. Si el pueblo no entiende o no tiene la visión, comenzará a perderla.

E. Dios les estaba proporcionando milagrosamente alimento todos los días. Cada día, Dios les proveía maná. Y ellos se quejaban. “Cuando estábamos en Egipto, comíamos mucho mejor que esto. Comíamos melones, comíamos pepinos, estábamos mejor en Egipto”.

SI PIERDES TU VISIÓN, PIERDES TU FUTURO

A. Verás, cuando pierdes tu visión, pierdes tu futuro, al perder tu visión, comienzas a pensar que estabas mejor antes de que Dios tomara control de tu vida. Esa es la trampa del enemigo. Tu visión es importante. ¿Tu visión te hace mirar hacia atrás? ¿O te hace seguir adelante?

B. Cuando un esposo o una esposa pierden su visión de lo que Dios tiene para su matrimonio, pierden la esperanza y su futuro, una de las cosas que dicen es: “Estaba mejor cuando estaba soltero”.

C. ¿Qué hay de la recaída? La recaída es lo que ocurre cuando un cristiano comienza a creer que no tiene futuro en Dios. Cuando no tienen metas espirituales ni visión espiritual, regresarán a su pasado, solo para descubrir que ya no encajan.

D. Cuando la policía necesita buscar a un criminal que anda suelto, el primer lugar que buscan es donde el antes se pasaba  el tiempo. Porque un criminal que anda fugitivo es un hombre sin futuro y una persona sin futuro siempre vuelve a su pasado.

    Cuando la policía entrevista a uno de estos criminales, se asegura de averiguar todo sobre su pasado, para saber dónde encontrarlo si escapa.

GIGANTES EN LA TIERRA

A. Años después, doce hombres fueron enviados a espiar la Tierra Prometida. Dos regresaron con un informe positivo, eran hombres de visión y diez regresaron con un informe negativo. No tenían visión. Estos diez hombres comenzaron a decir: "No podemos tomar esta tierra, hay gigantes en la tierra". ¿Cuántos de ustedes saben que cuando Dios les da una visión nunca es fácil? Dios estaba tratando de darles una lección. La lección era: "Con mi ayuda, pueden derrotar a esos gigantes". Pero la mayoría de ellos ni siquiera querían intentarlo.

B. ¿Por qué? No tenían visión. Aquellos que tenían una visión vieron a los gigantes como una oportunidad para que Dios demostrara su poder. Todo tiene que ver con tu visión y actitud.

C. Una persona que tiene una visión siempre encontrará una manera. La persona sin visión siempre encontrará una excusa.

D. En lo profundo de los corazones de aquellos israelitas, ¿sabes qué los asustó? Cuando ves gigantes en la tierra, todo lo que eso te dice es que para vivir en esa tierra, debes convertirte en un gigante.

E. Lo que más los asustó no fueron los gigantes, sino que tenían miedo de lo que tenían que convertirse para obtener lo que querían. Y no creían que podían llegar a serlo. Y cuando pensaron en sus mentes que no podían ser gigantes, comenzaron a decir: "Estábamos mejor en Egipto como esclavos".

F. ¿Qué debes hacer para capturar tu visión?

DEBES ROMPER CON EL PASADO Y HACER UN PACTO CON EL FUTURO

A. Debes romper con el pasado y hacer un pacto con el futuro.

B. Debes poner tu confianza en lo eterno, no en lo temporal. (II Corintios 4:18)

C. ¿Qué le pasó a Pedro después de que Jesús fue crucificado? (Juan 21:1)

D. Pedro dice: "Me voy a pescar". Todo el tiempo que pasó con Jesús, tres años, fue olvidado. ¿Por qué? Con la partida de Jesús, perdió la visión. Una persona sin visión siempre regresará a su pasado.

E. Si el diablo puede matar tu visión, también puede matar tu vida espiritual.

F. Pedro perdió la visión y volvió a pescar y se llevó al resto de los discípulos con él. Encontró compañía en la miseria. Esa es la táctica de Satanás: en su intento de destruirte, desea arrastrar a otros contigo.

G. Si Satanás puede destruir a un pastor, destruirá a otros en la iglesia. Si puede destruir a un padre, puede destruir a la familia.

DEBES RECUPERAR TU FE EN DIOS Y EN TU FUTURO (Jeremías 29:11)

A. El diablo sabe que si puede poner temor en tu corazón acerca de servir al Señor, entonces puede capturar tu corazón y robarte tu futuro.

     El diablo sabe que si puede arrebatarte tu futuro, si puede arrebatarte tu visión, sabe a dónde irás, de regreso a tu pasado.

B. Si el diablo puede crear temor y duda en tu corazón, entonces te robará tu fe y tu esperanza.

C. Entonces, ¿qué hará el enemigo? Creará duda:

1. sobre tu matrimonio.

2. sobre tus finanzas.

3. sobre tu ministerio.

4. sobre tu carrera.

5. sobre tu iglesia.

6. sobre cualquier cosa que tenga promesa.

D. Él traerá gigantes a tu tierra. Porque una persona que no ve las cosas como Dios las ve, regresa a su pasado.

E. En Lucas 9:62, Jesús mismo dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Sigue mirando hacia adelante, no mires hacia atrás. No mires atrás. Perseguir una visión no es fácil.

F. En Lucas 22:31, Jesús le dijo a Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. A veces el Señor permite que el diablo nos zarandee, pero es sólo para fortalecer nuestra fe. La fe está ligada a nuestra visión. La fe está ligada a nuestro futuro. Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Ahí está. La fe es nuestro futuro. La fe es nuestra visión. Y una persona sin fe siempre regresará a su pasado.

FE=ESPERANZA=VISIÓN=FUTURO

A. Jesús dijo: "Pero yo rogué por ti, Simón Pedro, para que tu fe no falte. Porque si tu fe no te falla, tu futuro no te fallará, y no volverás a tu pasado.

B. Judas traicionó a Cristo y Pedro lo negó. En otras palabras, ambos le fallaron al Señor. Ambos regresaron a su pasado. Pero, ¿cuál era la diferencia? Judas se suicidó y Pedro recuperó su visión.

C. Una de tres cosas puede suceder si regresas al pasado.

1) Puedes suicidarte (espiritualmente).

2) Puedes vivir en la miseria.

3) Puedes recuperar tu visión.

D. Pedro eligió recuperar su visión, y nada más importaba ya.

SI LE HAS FALLADO AL SEÑOR TIENES TRES OPCIONES

1. Puedes suicidarte, no matarte, pero puedes dar muerte a tu vida espiritual.

2. O puedes vivir en la miseria.

3. O puedes recuperar tu visión.

4. ¡La elección es tuya!