II Reyes 2:8-15
La pregunta que se debe hacerse hoy, no debe ser,
¿dónde está el Dios de Elías?” Más bien, “¿donde está Elíseo?”
Todo mundo está familiarizado con la historia del
llamamiento y vida del profeta Elíseo. Elíseo había sido un agricultor próspero
hasta el día que dejó todo por seguir al profeta Elías. El sirvió a Elías como
su discípulo por muchos años. Estos fueron años de oscuridad para Elíseo,
hasta aquel gran día cuando cayó sobre él, el manto de Elías. Cuando el volvió
al Río Jordán, Eliseo preguntó, “Dónde está Jehová, el Dios de Elías?” Tomando
en su mano el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas del Jordán
y se dio cuenta que el poder de Dios que había estado sobre Elías, ahora estaba
sobre él.
Ahora, Elíseo ya no era ese impotente y obscuro
sirviente de Elías, ahora era un potente profeta de Dios. Las proezas de Eliseo
fueron muchas y poderosas y a veces espectáculos. El hizo mucho en favor de
reino de Dios, pero había una razón por ello. Elíseo, no siempre fue una
persona prominente. El llegó a ser grande por las elecciones que él hizo en su
vida. Cuando él eligió dar su espalda a la seguridad económica de su finca,
para seguir al profeta Elías, el se estaba humillando para ser ensalzado. Cuando
él estuvo depuesto para ayudar y atender a las necesidades de Elías”, él estaba
preparándose para ser un líder.
En el hecho de cuidar el profeta de Dios, el estaba
acumulando un tesoro de sabiduría que no se podía haber encontrado en otro
lugar. En atender a sus responsabilidades serviles que eran de un discípulo de
un profeta, Elíseo sentó un fundamento para una gloriosa carrera.
Ahora, mantos de hombres y mujeres grandes de Dios
están cayendo. Hay poder en estos mantos, pero lamentablemente, en muchas ocasiones
no hay un Elíseo para tomarlos. Los Elías de hoy están siendo llevado por el
Señor sin quien reciba el doble porción de su espíritu. El mundo y el pueblo de
Dios como ovejas perdidas tropiezan en la oscuridad porque no tienen profeta
quien lo guía y los instruye.
“¿Donde está Elíseo?” En muchos
ocasiones estos Elíseos de mañana están ocupados con sus sueños de grandeza,
que no pueden tomar tiempo para prepararse. Desprecian los trabajos
serviles de un discípulo porque no quieren ensuciarse las manos, están
planeando y buscando cómo pueden avanzar pronto en la vida o en el ministerio.
Muchos de ellos se piensan muy listos para escuchar o aprender de los consejos
de los profetas viejos. Prefieren guardarse en Betel, Jericó o cercas del
Jordán donde hay más seguridad. Por estas y muchas otras razones, no están
presentes, ni preparados para recibir estos mantos, el Poder y Gloria que Dios
tiene para ellos.
Hay iglesias que carecen pastores y ministros, hay
campos misioneros que sufren por qué no hay un misionero. Hay Escuelas
Dominicales que carecen maestros, hay sociedades en iglesias que sufren porque
no hay nadie que quiere ser líderes. La obra de Dios sufre por que los Elíseos
no se han preparado para levantar los mantos que han caído.
¿Esta Ud. depuesto para ser un Elíseo? ¿Está
depuesto a dar la espalda a la seguridad de este mundo y dedicarse al servicio
de Dios, y prepararse para ello? ¿Esta Ud. depuesto hacer lo que Dios y su obra
pida de usted sea grande o pequeño? ¿Está depuesto a escuchar y recibir
consejos de los siervos de Dios, aun cuando usted piensa que sabe más que
ellos?
Si está depuesto, te esperan grandes cosas en el
Señor. Frustración y vanidad le espera al que no se prepara. ¿Qué de
usted? ¡Si quiere llegar a ser un Elías, primero tienes que ser un Elíseo!