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EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Saturday, January 4, 2025

NO MIRES ATRÁS

 

Génesis 19: 19:15-26  

Este sencillo, pero poderoso mandamiento nos invita a entender que el caminar en la fe requiere una mirada constante hacia el futuro, un corazón dispuesto a avanzar, y una mente centrada en el propósito que Dios ha trazado para cada uno de nosotros.

A lo largo de las Escrituras, encontramos numerosas exhortaciones a no volver atrás, a no aferrarnos al pasado, sino a avanzar con fe hacia el futuro que Dios ha preparado para nosotros. Este mensaje es vital porque refleja el carácter de nuestra vida cristiana: una vida de constante transformación, crecimiento y renovación.

En Génesis 19:26, vemos un ejemplo claro y trágico de lo que sucede cuando miramos atrás. La esposa de Lot, desobedeciendo la instrucción divina, miró hacia atrás mientras huían de Sodoma y fue convertida en una estatua de sal. Este acto no fue solo una simple mirada, sino un símbolo de su apego al pasado, a las cosas de la vida antigua, y la incapacidad de entregarse completamente al plan de Dios para su futuro.

Este relato nos enseña que mirar atrás puede significar más que un simple recuerdo; puede representar un deseo de retornar a lo que Dios ya nos ha pedido dejar atrás. Es un acto de desobediencia y de falta de confianza en lo que Dios tiene por delante para nosotros. Mirar atrás puede impedirnos avanzar en la voluntad de Dios, y a menudo nos ancla a un lugar de estancamiento espiritual.

El Nuevo Testamento nos ofrece enseñanzas claras sobre la necesidad de avanzar sin mirar atrás. Jesús, en Lucas 9:62, dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Aquí, Jesús utiliza la metáfora del arado, una herramienta de trabajo que requiere concentración y dirección. Para aquellos que araban, mirar atrás podría desviar el arado y hacer que el surco sea desigual, ineficiente.

Esto se aplica directamente a nuestra vida cristiana. Cuando ponemos nuestra mano en el arado de la fe, debemos avanzar con determinación, mirando siempre hacia adelante, hacia lo que Dios está obrando en nuestras vidas. Si seguimos mirando atrás, nuestros pasos se vuelven inestables, y corremos el riesgo de desviarnos del camino que Dios ha trazado para nosotros.

Jesús nos llama a seguirle con todo nuestro corazón, sin titubeos ni reservas. Seguir a Cristo implica dejar atrás nuestra antigua vida, con sus errores, pecados y cargas, y abrazar la nueva vida que Él nos ofrece. Es un compromiso total y absoluto. Como cristianos, estamos llamados a vivir en el presente y a caminar con fe hacia el futuro, confiando en que Dios tiene planes de bien y no de mal para nosotros (Jeremías 29:11).

La reminiscencia es una emoción poderosa que puede, si no se maneja adecuadamente, convertirse en una trampa espiritual. Es natural recordar el pasado con cariño, pero cuando esos recuerdos se convierten en un obstáculo para avanzar, se vuelven peligrosos. En Filipenses 3:13-14, el apóstol Pablo nos muestra una actitud ejemplar: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Pablo nos exhorta a olvidar lo que queda atrás y a extendernos hacia lo que está delante. Esta actitud no significa una amnesia espiritual, sino una elección consciente de no permitir que el pasado controle nuestro presente o determine nuestro futuro. La nostalgia puede hacernos idealizar tiempos pasados, llevándonos a pensar que lo mejor de nuestras vidas ya ha pasado, lo cual es contrario a la promesa de Dios de que Él siempre tiene algo nuevo y mejor para nosotros.

Es crucial que, como hijos de Dios, aprendamos a dejar atrás no solo los fracasos y pecados, sino también los éxitos pasados. A veces, nuestros logros de ayer pueden convertirse en el mayor obstáculo para nuestros avances de hoy si nos aferramos a ellos en lugar de buscar lo nuevo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.

Para no mirar atrás, es fundamental que nuestra fe esté firmemente anclada en Cristo. La fe es lo que nos impulsa hacia adelante, lo que nos da la fuerza para soltar el pasado y abrazar lo que Dios tiene preparado para nosotros. En Hebreos 11:1 se define la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Esta certeza y convicción nos permiten avanzar con confianza, sabiendo que aunque el futuro es incierto, Dios ya lo ha planeado y lo ha preparado para nuestro bien.

La fe nos da la perspectiva correcta para no aferrarnos a lo que fue, sino a confiar en lo que será. Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos da para crecer, aprender y avanzar. Cuando miramos hacia atrás con dudas o arrepentimientos, estamos debilitando nuestra fe en el poder transformador de Dios y en Su capacidad para guiarnos hacia un futuro mejor.

La fe es el motor que nos impulsa a seguir adelante, incluso cuando el camino es difícil. Es lo que nos sostiene en momentos de incertidumbre y nos da la fortaleza para seguir avanzando cuando el pasado nos llama de nuevo.

La Biblia está llena de ejemplos de personas que, al dejar atrás sus pasados, fueron bendecidas por Dios con nuevos comienzos. Abraham dejó su tierra natal para seguir el llamado de Dios hacia una tierra que Él le mostraría. Abraham no miró atrás; no permitió que el miedo o la incertidumbre lo detuvieran. En su obediencia, Dios lo bendijo y lo hizo el padre de muchas naciones (Génesis 12:1-4). Moisés tuvo que dejar atrás su vida en Egipto, con todo el poder y el privilegio que conllevaba, para cumplir el propósito de Dios de liberar a su pueblo. Moisés enfrentó grandes desafíos, pero no volvió atrás. Avanzó con fe y Dios lo usó poderosamente.

Estos ejemplos nos enseñan que Dios siempre recompensa la fe y la obediencia. Cuando dejamos atrás lo que Dios nos pide dejar, Él nos guía hacia nuevas oportunidades y bendiciones. No podemos alcanzar las promesas de Dios si seguimos aferrándonos a lo que Él ya nos ha pedido soltar.

Parte de no mirar atrás es aprender a perdonar y dejar ir. El perdón es esencial para el progreso espiritual. Jesús nos enseña en Mateo 6:14-15 que si no perdonamos a otros, nuestro Padre celestial tampoco nos perdonará. Aferrarse a la falta de perdón es una forma de mirar atrás, de mantenerse atado a las heridas del pasado.

El perdón libera, sana y nos permite avanzar. Es un acto de fe en sí mismo, porque al perdonar, confiamos en que Dios es justo y que Él se encargará de lo que nosotros no podemos. Además, el perdón nos restaura y nos prepara para recibir las bendiciones que Dios tiene para nosotros en el futuro.

Así como Dios nos perdona y no recuerda más nuestros pecados (Hebreos 8:12), nosotros también debemos aprender a soltar el pasado, a no mirar atrás con rencor o resentimiento, sino con un corazón lleno de gracia y dispuesto a avanzar.

Él tiene un propósito y un plan que es bueno, y nuestro enfoque debe estar en esa promesa, no en lo que quedó atrás. Somos llamados a avanzar con fe, a no mirar atrás (Filipenses 3:12-14). Dios tiene grandes cosas preparadas para aquellos que confían en Él y siguen adelante con determinación. Soltemos el pasado, con sus alegrías y tristezas, y extendámonos hacia lo que está delante, sabiendo que Dios está con nosotros en cada paso del camino.

No permitamos que el pasado nos impida alcanzar las promesas de Dios. Pongamos nuestra mirada en Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, y avancemos con esperanza hacia el futuro glorioso que Él ha preparado para nosotros. ¡No mires atrás, porque lo mejor está por venir!

 

 

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