Existen dos cosas indispensables para
que haya Iglecrecimiento. Ellos encierran las condiciones necesarias antes de
que se espere que cualquier iglesia crezca. Todos los planes, enseñanzas,
y proyectos sobre Iglecrecimiento,
serían de poco provecho en la iglesia a no ser que el Pastor, los ministros y
la congregación quieran que
la iglesia crezca y estén dispuesto
a pagar el precio del crecimiento.
No hay ninguna iglesia en crecimiento
que no sea dirigida por un Pastor a quien Dios le ha dado una visión para
crecer, y de quien dicha visión es contagiosa. Podría parecer que toda
congregación querría que su iglesia
automáticamente creciera, pero esto no es así. Hay muchas iglesias que no dan
mayor prioridad al evangelismo y a la planificación para el crecimiento de sus
iglesias. Algunos Pastores y iglesias temen el crecimiento y sus implicaciones.
Sin embargo, no basta una visión y
deseo por el crecimiento por parte del Pastor y los miembros. La iglesia tiene
que compartir la carga de traer nuevas personas a Cristo y al compañerismo con
la iglesia. A final de cuentas, la Biblia enseña que la iglesia es un cuerpo y
Cristo la cabeza. El Pastor es un miembro principal de ese cuerpo pero
solamente un miembro. La congregación constituye el resto de la manifestación
del cuerpo de Cristo. Si una iglesia ha de estar saludable y en crecimiento,
todos, o por lo menos un número considerable, deben de estar de acuerdo en que
la iglesia debe crecer.
Para que acontezca el crecimiento, debe
existir un deseo mutuo entre el Pastor y la congregación. Pero esto es
solamente el principio. El Iglecrecimiento no cuesta tan barato. Lleva un gran
precio, y tanto el Pastor como la congregación deben estar dispuesto a pagar el
precio. Jesús dijo que el hombre sabio que edifica, hace los cálculos antes de
empezar a construir. Se recomienda lo mismo para la iglesia. Antes de
proclamar; ¡A crecer!, conviene determinar el precio.
DEBEN ESTAR DESPUESTOS A PROVEER DINERO
PARA EL CRECIMIENTO
Considerando que el Iglecrecimiento
genera más dinero para las actividades de la iglesia, edificio, extensión
misionera y servicio social, tarda tiempo para que esto acontezca. Mientras
tanto aquellos que son actualmente miembros de la iglesia, tienen que proveer
los fondos para el crecimiento. Generalmente no sale barato.
No todo el crecimiento viene con un
precio alto. Las circunstancias varían de una situación a otra, pero casi todo
crecimiento lleva algún precio marcado con dólares y centavos. El Pastor puede
hacer su parte pero los bolsillos están controlados por los miembros. Si no
están dispuestos a sacrificar y a abrir sus carteras, el crecimiento de la
iglesia se puede parar en el camino.
DEBEN ESTAR DISPUESTOS A SEGUIR LA
VISIÓN
Una amarga frustración para el Pastor
es cuando él tiene una visión y recibe un nuevo arriendo en su vida espiritual,
determina que Dios quiere que la iglesia se mueva de su estado pasivo, a un
estado dinámico de crecimiento y la congregación no tiene la misma visión.
Tales decepciones constituyen los valles más bajos para el crecimiento. El
Pastor, como Moisés, se encuentra en medio de un pueblo terco y murmurador.
DEBEN ESTAR DISPUESTOS A DAR TIEMPO Y
ENERGIA
Muchos miembros en una iglesia inerte y
declinante son básicamente gente de dos o tres horas por semana. Llegan al
servicio los domingos y eso es todo. Unos quizás asistan a la Escuela
Dominical. Añada uno o dos cultos entre semana
por mes y no se puede esperar ya más.
No es así en una iglesia en crecimiento.
Mientras hay algunos “consumidores” en cualquier iglesia, un gran porcentaje de
los miembros de una iglesia en crecimiento son mucho más activos se preocupan
por el crecimiento y la extensión. La obra de la iglesia ya no es una molestia.
Los resultados se pueden ver.
Una de las áreas de compromiso
acrecentado para los miembros es la agrupación de fuerzas para crecimiento, la
cual se recomienda con frecuencia como un plan inicial para el crecimiento.
Para poder dirigir a la iglesia hacia un nuevo crecimiento, un grupo de hombres
y mujeres pueden estar de acuerdo en dar 4 a 8 horas semanales para la
agrupación de fuerzas para crecimiento por un período de un año o dos. Esta
energía extra de un grupo dedicado puede crear un sorprendente paso de
crecimiento en un periodo de tiempo relativamente corto. Sin ello, el
crecimiento vendrá con dificultad, o si no en lo absoluto.
Se ha encontrado que en la mayoría de
los negocios que el 20% de la gente hace el 80% del trabajo. Esto es también
verdad en la mayoría de las iglesias, 20% de los miembros hacen 80% del trabajo
y dan 80% del dinero
DEBEN ESTAR DISPUESTOS A SACRIFICAR LA
CONFRATERNIDAD
Para algunas congregaciones, el aumento
de gastos de dinero y tiempo son precios muy bajos que pagar en comparación con
la confraternidad descontinuada. A final de cuentas, uno de los placeres de la
vida Cristiana es la confraternidad con los hermanos. Los buenos amigos en
Cristo son un tesoro invalorable que en algunos casos ni aun la familia puede
satisfacer. Es por esto que muchos miembros, a no ser que estén impulsados e
inspirados para crecer, retroceden precisamente en este punto.
La iglesia es como una familia
extendida, sobre todo si no están creciendo. Nadie es extraño. Si falla un
domingo alguien llama el lunes para saber que paso. Los servicios son tan
cómodos como una reunión familiar. No hay sorpresas. Muchas de las personas aun
se sientan en el mismo lugar semana tras semana.
Cuando un reto para crecer se presenta
a una iglesia como ésta, tiemblan las rodillas, y dicen: “Si crecemos, seremos
invadidos por gente extraña.” Esta es una suposición correcta, y es uno de los
precios que hay que pagar por el crecimiento. Si el tener una iglesia tipo familia es de mayor valor que el alcanzar
almas perdidas para Cristo, la suerte está echada y la iglesia no crecerá.
La crisis de confraternidad choca con una iglesia en crecimiento cuando el
número de adoradores empieza a hacerse demasiado grande en el templo. La
alternativa, sin embargo, es de cesar de crecer.
Aunque esto parece un precio alto que
pagar por el crecimiento, una mayor consideración podría disipar el temor. Se
nos dice que las personas, Cristianos o inconversos, forman relaciones intimas
y se reúnen solamente con 40 a 60 personas a la vez. A no ser que usted sea una
excepción, este es el número de personas que usted tiene en un círculo de
confraternidad.
Si las almas se han de encontrar y
añadirse a la iglesia, debe pagarse un precio tanto como por el Pastor como por
la congregación. El primer precio fue pagado por Jesucristo; Su sufrimiento y
muerte en la cruz. El discipulado fiel nunca vendrá barato. Cual sea el precio;
el alcanzar y doblar (multiplicar), debe considerarse como la voluntad de Dios y
el llamamiento de la iglesia. La recompensa vendrá en las palabras del Maestro:
“Bien hecho, Mi siervo bueno y fiel.”
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