About Me

My photo
EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Tuesday, August 19, 2025

EL JUICIO ETERNO

 

 

Hechos 17:31, Hebreos 9:27 

Hebreos 6:1-2 menciona, entre los rudimentos de la doctrina de Cristo, el juicio eterno. Existe certeza en las Escrituras sobre el juicio de Dios. Lo primero que debemos entender sobre el juicio final es que es inevitable. Independientemente de cómo interpretemos las Escrituras, “está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreos 9:27). Todos tenemos una cita divina con nuestro Creador.

En el juicio eterno, Dios decide la recompensa o el castigo de una persona por toda la eternidad. Según Hebreos 6:2, tenemos una sentencia o veredicto que tiene el efecto de pronunciar el resultado del juicio de las personas, ya sea para vida eterna (1 Juan 5:11; Juan 3:36; 6:54; 10:28) o para muerte eterna (2 Tesalonicenses 1:8-9; Hebreos 10:26-27; 9:27).

Dios dice que las personas tendrán que rendir cuentas por todas sus obras, incluyendo nuestros pecados secretos. Incluso las palabras que hemos pronunciado serán juzgadas (Eclesiastés 11:9; 12:14; Mateo 12:36; Lucas 12:3; 1 Corintios 4:5). La Biblia describe el juicio final como un momento en el que todos los individuos rendirán cuentas de sus acciones. Forma parte de la restauración y el cumplimiento definitivos del reino de Dios. Enfatiza la seriedad de las decisiones morales y la esperanza de la justicia divina.

LA CERTEZA DEL JUICIO:

El apóstol Pablo nos declara la certeza del juicio eterno en Hebreos 9:27: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”, es decir, hay una certeza del juicio de Dios para nosotros en las escrituras. Jesucristo se sentará un día en el trono para juzgar, pues El es el juez de la humanidad. Hechos 10:42 dice que “él es el que Dios ha puesto por juez de vivos y muertos” y Pablo lo confirma al decir “en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres (Romanos 2:16). Todos tendremos un juicio, sea en el Tribunal de Cristo o en el Gran Trono Blanco.

Si algo es seguro en la escritura es que todos, sin excepción, un día estaremos frente a Dios, ese día es el día del juicio. No importa de qué generación o dispensación sea la persona, estaremos todos frente a Dios para ser juzgados. No debemos pensar que el juicio eterno no es para determinar si vamos a ser salvos o no. Desde el momento que morimos ya hemos decidido nuestro destino, sea salvación o perdición de nuestra alma. 

Al morir vamos a un lugar temporal, los que son de Cristo irán al cielo y los impíos irán al infierno para esperar la resurrección. Hay muchos grupos religiosos y a un hermanos, que creen que cuando la persona muere su alma permanece en un estado inconsciente de “sueño del alma” hasta la resurrección. Hay otros que enseña que todos los que mueren van al purgatorio. Si somos salvos participaremos de la primera resurrección, el rapto. Pero si nuestra alma se pierde tendríamos parte en la segunda resurrección.

EL TRIBUNAL DE CRISTO: (II Corintios 5:10; Romanos 14:10-12)

¿Cuál es la finalidad y quiénes estarán en este juicio? Todo creyente compareceremos ante el tribunal de Cristo. En el tribunal serán juzgados los creyentes, debemos tener presente que este juicio no es por los pecados; todos los que son juzgados ya son salvos y estarán por toda la eternidad con Dios

La palabra tribunal utilizada en II Corintios 5:10 viene del griego Bema que significa tribunal o, un trono. El tribunal de Cristo indica un juicio de los creyentes después del rapto de la iglesia. El juez en este tribunal es Jesucristo y es quien determina las recompensas para cada uno de los creyentes conforme a sus obras.

La Bema era una plataforma elevada donde se colocaban los atletas que habían salido victoriosos para recibir su corona o premio. Se emplea como un lugar de juicio en Matero 27:19, pero en Corintios usa la analogía de los atletas en una plataforma. Los corintios tenían estas plataformas, tanto para galardonar a sus atletas como también para impartir justicia (Hechos 18:12-16).

Los santos resucitados ayudarán a juzgar al mundo. Así como estamos siendo juzgados ahora, juzgaremos a quienes vivan y mueran a lo largo del Milenio. También juzgaremos a los ángeles que se rebelaron contra Dios bajo Lucifer (1 Corintios 6:3; 2 Pedro 2:4; Judas 6; Isaías 14:12-15).

Todo lo que haga el creyente en el cuerpo tendrá consecuencias eternas, y cuando se nos dice que sea bueno o malo lo que el creyente haga, no se refiere a un sentido moral, se refiere a obras de valor eterno y que recibirán una recompensa en el tribunal de Cristo. 

OBRAS DIGNAS DE RECOMPENSA Y OBRAS QUEMADAS: (1 Corintios 3:11-15)

En este Capítulo, el apóstol Pablo está hablando sobre cómo el creyente puede sobreedificar sobre el fundamento, el cual es Cristo. También menciona que el fuego probará las obras de los hombres y separará por calidad, forma, tipo cada una de estas obras.

JESÚS DETERMINARÁ LAS OBRAS DIGNAS DE RECOMPENSA:

ORO

El oro está relacionado con el carácter que se forma en el creyente en el horno de la aflicción o tribulación, tiene que ver con nuestra experiencia en la prueba de nuestra fe y paciencia. Estas obras resultan de lo que se ha tratado en nuestra vida mediante la prueba de nuestra fe (1 Pedro 1:7; Job 23:10; Apocalipsis 3:18).

PLATA

La plata tiene que ver con la purificación del creyente producto del refinamiento que Dios hace en nuestra vida.

PIEDRAS PRECIOSAS

Las piedras preciosas son aquellos valores que se han arraigado en el cristiano mediante decisiones bajo presión. Situaciones que han formado el carácter en medio de los padecimientos, aflicciones, adversidades. 

Oro, plata y piedras preciosas son obras hechas por los creyente que son purificados en el fuego de la prueba, crecen, se fortalecen y permanecen, brillan, adornan la casa de Dios, con talentos de parte de Dios, y que bajo la unción del Espíritu los capacita para trabajar en su obra.

MADERA, HENO, HOJARASCA:

MADERA

La madera son obras de nuestras manos, muchos tenemos talentos naturales, lo cual es distinto a las obras bajo la unción del Espíritu Santo. Se puede tener un talento natural para hacer las cosas, pero sin la ayuda del Espíritu Santo podemos caer tentados a idolatrar nuestra propia creatividad, habilidad, talento. 

HENO

El heno o paja son obras para impresionar, hay cierta apariencia en lo que hacemos, pero Dios mira el corazón, y pronto se desvanecerá esa apariencia externa que hemos formado.

 HOJARASCA

De igual forma la hojarasca es algo que debe ser removido para dar fruto en nuestras vidas.

Aunque sean quemadas esas obras de madera, heno y hojarasca, el creyente será salvo, pues no se está juzgando su condición de salvo o perdido sino las obras que hizo como creyente en Cristo.  Por lo tanto, la escritura dice: “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo” (II Juan 1:8).

¿QUÉ ES EL JUICIO DEL GRAN TRONO BLANCO? (Apocalipsis 20: 11)

El juicio del gran trono blanco es mencionado en Apocalipsis 20: 11.Todos los que son juzgados aquí son aquellos que han participado en la segunda resurrección, es decir, después del milenio (Apocalipsis 20:5-6). Ninguno de los impíos es resucitado hasta que llegue la segunda resurrección para el juicio del gran trono blanco.

EN EL JUICIO DEL TRONO BLANCO CADA UNO SERÁ JUZGADO DE ACUERDO A SU ÉPOCA

En este juicio, cada quien será juzgado de acuerdo a la época en la cual vivió, es decir, el juicio será en base a las obras y la verdad revelada en su tiempo. Caín vivió antes de la ley de Moisés, Nabucodonosor antes de la edad de la iglesia, por lo tanto, cada quien será juzgado de acuerdo a la dispensación o época en la cual vivió. Equidad y justicia será impartida en el juicio conforme a cada período de tiempo (Romanos 2:11-15).

 


 

 

 

 

 

 


ETERNAL JUDGMENT

 

Acts 17:31, Hebrews 9:27

Hebrews 6:1-2 mentions, among the rudiments of Christ's doctrine, eternal judgment. There is certainty in the Scriptures about God's judgment. The first thing we must understand about the final judgment is that it is inevitable. Regardless of how we interpret the Scriptures, "it is appointed for men to die once, but after this comes judgment" (Hebrews 9:27). We all have a divine appointment with our Creator.

In the eternal judgment, God decides a person's reward or punishment for all eternity. According to Hebrews 6:2, we have a sentence or verdict that pronounces the outcome of a person's judgment, whether it be eternal life (1 John 5:11; John 3:36; 6:54; 10:28) or eternal death (2 Thessalonians 1:8-9; Hebrews 10:26-27; 9:27).

God says that people will be held accountable for all their deeds, including our secret sins. Even the words we have spoken will be judged (Ecclesiastes 11:9; 12:14; Matthew 12:36; Luke 12:3; 1 Corinthians 4:5). The Bible describes the final judgment as a time when all individuals will be held accountable for their actions. It is part of the ultimate restoration and fulfillment of God's kingdom. It emphasizes the seriousness of moral choices and the hope of divine justice.

THE CERTAINTY OF JUDGMENT:

The apostle Paul declares the certainty of eternal judgment in Hebrews 9:27: “Just as it is appointed for men to die once, but after this comes judgment,” that is, there is a certainty of God's judgment for us in the Scriptures. Jesus Christ will one day sit on the throne to judge, for He is the Judge of humanity. Acts 10:42 says that “he is the one God has appointed judge of the living and the dead,” and Paul confirms this by saying, “on the day when God will judge the secrets of men by Jesus Christ” (Romans 2:16). We will all face a judgment, whether at the Judgment Seat of Christ or at the Great White Throne.

If one thing is certain in Scripture, it is that all of us, without exception, will one day stand before God; that day is Judgment Day. No matter what generation or dispensation a person is from, we will all stand before God to be judged. We should not think that eternal judgment is not intended to determine whether we will be saved or not. From the moment we die, our destiny has already been decided, whether salvation or the loss of our soul.

When we die, we go to a temporary place; those who belong to Christ will go to heaven, and the wicked will go to hell to await the resurrection. There are many religious groups, and some brothers, who believe that when a person dies, their soul remains in an unconscious state of “soul sleep” until the resurrection. There are others who teach that all that die go to purgatory. If we are saved, we will participate in the first resurrection, the rapture. But if our soul is lost, we would have part in the second resurrection.

THE JUDGMENT SEAT OF CHRIST: (II Corinthians 5:10; Romans 14:10-12)

What is the purpose and who will be at this judgment? All believers who were raptured will appear before the judgment seat of Christ. At this judgment the believers will be judged. We must keep in mind that this judgment is not for sins; all who are judged are already saved and will be with God for all eternity.

The word "judgment seat" used in II Corinthians 5:10 comes from the Greek word "Bema," which means "tribunal," or "seat of law." The judgment seat of Christ indicates a judgment of believers after the rapture of the church. The judge at this tribunal is Jesus Christ, and he determines the rewards for each believer according to their works.

The Bema was a raised platform where victorious athletes stood to receive their crown or prize. It is used as a place of judgment in Matthew 27:19, but in Corinthians it uses the analogy of athletes on a platform. The Corinthians had these platforms both to reward their athletes and to administer justice (Acts 18:12-16).

The resurrected saints will help judge the world. Just as we are being judged now, we will judge those who live and die throughout the Millennium. We will also judge the angels who rebelled against God under Lucifer (1 Corinthians 6:3; II Peter 2:4; Jude 6; Isaiah 14:12-15).

Everything a believer does in the body will have eternal consequences, and when we are told that what a believer does is good or bad, it is not in a moral sense; it refers to works of eternal value that will receive a reward at the judgment seat of Christ.

WORKS WORTHY OF REWARD AND WORKS THAT ARE BURNT: (1 Corinthians 3:11-15)

In this chapter, the apostle Paul is talking about how the believer can build upon the foundation, which is Christ. He also mentions that fire will test the works of men and separate each of these works by quality, form, and type.

JESUS WILL DETERMINE THE WORKS WORTHY OF REWARD:

GOLD

Gold is related to the character formed in the believer in the furnace of affliction or tribulation; it has to do with our experience in the testing of our faith and patience. These works result from what has been dealt with in our lives through the testing of our faith (1 Peter 1:7; Job 23:10; Revelation 3:18).

SILVER

Silver has to do with the purification of the believer, a product of the refinement God performs in our lives.

PRECIOUS STONES

Precious stones are those values that have taken root in the Christian through decisions made under pressure, situations that have formed character in the midst of suffering, affliction, and adversity.

Gold, silver, and precious stones are works made by believers who are purified in the fire of trial. They grow, strengthen, and endure, shining, adorning God's house with talents from God, and under the anointing of the Spirit, He empowers them to work in His work.

WOOD, HAY, STUBBLE:

WOOD

Wood is the work of our hands. Many of us have natural talents, which is different from works under the anointing of the Holy Spirit. We can have a natural talent for doing things, but without the help of the Holy Spirit, we can be tempted to idolize our own creativity, ability, and talent.

HAY

Hay or straw are works meant to impress. There is a certain appearance in what we do, but God looks at the heart, and that outward appearance we have formed will soon fade away.

STUBBLE

Likewise, stubble is something that must be removed to bear fruit in our lives.

Even if those works of wood, hay, and straw are burned, the believer will be saved, for what is being judged is not their saved or lost condition, but the works they did as a believer in Christ. Therefore, the Scripture says, "Take heed to yourselves, that you lose not the fruit of your labor, but that you may receive a full reward" (2 John 1:8).

WHAT IS THE GREAT WHITE THRONE JUDGMENT? (Revelation 20:11)

The Great White Throne Judgment is mentioned in Revelation 20:11. All those judged here are those who have participated in the second resurrection, that is, after the millennium (Revelation 20:5-6). None of the wicked is resurrected until the second resurrection for the Great White Throne Judgment.

IN THE WHITE THRONE JUDGMENT, EACH ONE WILL BE JUDGED ACCORDING TO HIS AGE:

In this judgment, each person will be judged according to the age in which they lived; that is, judgment will be based on their works and the truth revealed in their time. Cain lived before the Law of Moses, Nebuchadnezzar before the Church Age; therefore, each person will be judged according to the dispensation or age in which they lived. Equity and justice will be dispensed in the judgment according to each period of time (Romans 2:11-15).

Friday, August 8, 2025

CREMAZIONE E RELIGIONE

“Si semina un corpo naturale, risuscita un corpo spirituale…” (1 Corinzi 15:44)

Fin da quando esiste, la pratica della cremazione ha suscitato molti dibattiti. Cremazione e religione sono state oggetto di grande attenzione nel corso dei secoli. Prove storiche suggeriscono che la cremazione fosse comunemente praticata già prima dell'800 a.C., e quindi cremazione e religione sono state prese in considerazione anche prima della raccolta di reperti storici moderni. La parola cremazione deriva dal latino "cremo" che significa "bruciare", in particolare la cremazione dei defunti.

La Chiesa cristiana ammette la cremazione, ma preferisce decisamente la sepoltura, come indicato sia nella Bibbia ebraica che nel Nuovo Testamento. Mentre la maggior parte della tradizione cristiana favorisce chiaramente la sepoltura, la Bibbia non condanna esplicitamente la cremazione. La cremazione non influisce sulla salvezza di nessuno. Pertanto, la Bibbia non dovrebbe essere usata come testo di prova né per la necessità della sepoltura né per la cremazione. La vera questione per i cristiani non è se si viene sepolti o cremati, ma il significato attribuito a questi atti.

La cremazione era praticata in epoca biblica, ma non era comunemente praticata dagli Israeliti o dai credenti del Nuovo Testamento. Nelle culture dei tempi biblici, la sepoltura in una tomba, in una grotta o nella terra era il modo comune per disporre di un corpo umano. Sebbene la sepoltura fosse la pratica comune, la Bibbia non la comanda mai come unico metodo consentito per disporre di un corpo.

Non esiste un comando scritturale esplicito contro la cremazione. Alcuni credenti si oppongono alla pratica della cremazione perché non riconosce che un giorno Dio risusciterà i nostri corpi e li riunirà alla nostra anima e al nostro spirito (1 Corinzi 15:35-58; 1 Tessalonicesi 4:16). Tuttavia, il fatto che un corpo sia stato cremato non rende più difficile per Dio resuscitarlo. I corpi dei cristiani morti mille anni fa sono ormai completamente ridotti in polvere. Ciò non impedirà in alcun modo a Dio di poter resuscitare i loro corpi. Li ha creati Lui in primo luogo; non avrà difficoltà a ricrearli. La cremazione non fa altro che "accelerare" il processo di trasformazione di un corpo in polvere. Dio è in grado di resuscitare i resti di una persona che è stata cremata così come i resti di una persona che non è stata cremata.

Gesù prestò poca attenzione alla dismissione dei defunti. Infatti, le Sue uniche parole sull'argomento furono: "Lascia che i morti seppelliscano i loro morti" (Luca 9:59-60). A prima vista, questa sembra una risposta dura e insensibile, ma Gesù era determinato a far sì che coloro che Lo seguivano Gli dedicassero la loro piena attenzione; la dismissione del corpo del defunto era ovviamente di bassissima priorità. Se la Bibbia attribuisce una bassa priorità a questo problema, allora sembrerebbe che il metodo di dismissione possa essere lasciato al gusto individuale e, forse, ad altri dettami sociali e ambientali.

Gli scritti dell'apostolo Paolo sminuirono l'importanza del corpo. Egli trovava valore sacro solo nel corpo vivente. È il corpo vivente il tempio dello Spirito Santo (1 Corinzi 6:19), non quello morto. Proprio come un tempio viene costruito per il culto e viene distrutto quando non viene più utilizzato per il culto, allo stesso modo si può fare a meno del corpo. Paolo considerava il corpo come un vassallo terreno che sarebbe stato presto demolito dopo l'uso. Concluse la sua visione della morte affermando: "Siamo fiduciosi... e preferiremmo partire dal corpo e abitare con il Signore" (II Corinzi 5:8). Paolo tratta la sua discussione più completa sulla vita dopo la morte in 1 Corinzi 15. Lì afferma: "Carne e sangue non possono ereditare il regno di Dio" (v. 50).

Paolo non credeva che la polvere rimanente in una tomba sarebbe stata la sostanza di un nuovo organismo celeste. Quando l'apostolo scrive della risurrezione dei morti, non si riferisce alla ricomposizione e alla rianimazione del cadavere. L'espressione "corpo spirituale" (1 Corinzi 15:44) che egli usa non si riferisce allo scheletro fisico e alla carne che vi è appesa. Piuttosto, nella terminologia moderna, significa il sé o l' personalità. Ciò che rimosse il dolore della morte per Paolo non fu la vista di un cadavere abbellito, ma la buona notizia che la natura mortale può "rivestirsi di immortalità" (1 Corinzi 15:54).

Nel corso del tempo, il tema della cremazione e della religione ha continuato a suscitare accesi dibattiti. Molte religioni riconoscono la cremazione come un'usanza sociale valida e accettabile, mentre altre la ritengono inappropriata e discutibile. Ogni religione convalida le proprie credenze con una lunga storia che è di grande importanza per la base delle proprie tradizioni. Poiché la Scrittura non mette mai in guardia contro la cremazione come metodo di trattamento delle spoglie dei defunti e ovunque afferma il potere di Dio di risuscitare i morti da ogni situazione della storia passata, è logico che la cremazione sia una scelta personale. Sembrerebbe essere una questione che può essere decisa al meglio dalla libertà e dalla convinzione individuale del cristiano. Una persona o una famiglia che considera questo argomento dovrebbe pregare per ricevere saggezza (Giacomo 1:5) e seguire la convinzione che ne deriva.

CREMAÇÃO E RELIGIÃO

“Semeia-se corpo natural, ressuscita corpo espiritual...” (1 Coríntios 15:44)

Desde que a prática da cremação existe, tem provocado muito debate. A cremação e a religião têm sido um assunto de muita atenção ao longo dos tempos. As evidências históricas sugerem que a cremação é comummente realizada desde antes de 800 a.C. e, por isso, a cremação e a religião têm sido consideradas desde antes mesmo da compilação de artefactos históricos modernos. A palavra cremação vem do latim “cremo”, que significa "queimar", particularmente a queima de mortos.

A igreja cristã permite a cremação, mas prefere fortemente o enterro, apontando para a prática tanto na Bíblia Hebraica como no Novo Testamento. Embora a maioria das tradições cristãs favoreça claramente o enterro, a Bíblia em nenhum lugar condena explicitamente a cremação. A cremação não afeta a salvação de ninguém. Por isso, a Bíblia não deve ser utilizada como texto comprovativo nem da necessidade do enterro nem da cremação. A verdadeira questão para os cristãos não é se alguém é enterrado ou cremado, mas o significado dado a esses atos.

A cremação era praticada nos tempos bíblicos, mas não era comummente praticada pelos israelitas nem pelos crentes do Novo Testamento. Nas culturas dos tempos bíblicos, o sepultamento num túmulo, gruta ou no solo era a forma comum de se desfazer de um corpo humano. Embora o enterro fosse a prática comum, a Bíblia em nenhum lugar ordena o enterro como o único método permitido para se desfazer de um corpo.

Não existe nenhuma ordem bíblica explícita contra a cremação. Alguns crentes opõem-se à prática da cremação com base no facto de esta não reconhecer que um dia Deus ressuscitará os nossos corpos e os reunirá com a nossa alma e espírito (1 Coríntios 15:35-58; 1 Tessalonicenses 4:16). No entanto, o facto de um corpo ter sido cremado não torna mais difícil para Deus ressuscitá-lo. Os corpos dos cristãos que morreram há mil anos já se transformaram completamente em pó. Isso não impedirá de forma alguma que Deus possa ressuscitar os seus corpos. Ele criou-os em primeiro lugar; Ele não terá dificuldade em recriá-los. A cremação não faz mais do que "acelerar" o processo de transformação de um corpo em pó. Deus é igualmente capaz de ressuscitar os restos mortais de uma pessoa que foi cremada, tal como os restos mortais de uma pessoa que não foi cremada.

Jesus deu pouca atenção à disposição dos mortos. De facto, as Suas únicas palavras sobre o assunto foram: "Deixai que os mortos sepultem os seus próprios mortos" (Lucas 9:59-60). À partida, esta parece ser uma resposta dura e insensível, mas Jesus estava determinado a que aqueles que O seguissem Lhe dessem toda a atenção; a disposição do corpo dos mortos era obviamente de muito baixa prioridade. Se a Bíblia dá baixa prioridade a esta questão, então parece que o método de disposição pode ser deixado ao gosto individual e, talvez, a outros ditames sociais e ambientais.

Os escritos do apóstolo Paulo deram pouca ênfase ao corpo. Encontrou valor sagrado apenas no corpo vivo. É o corpo vivo que é o templo do Espírito Santo (1 Coríntios 6:19), e não o morto. Assim como um templo é construído para o culto e é destruído depois de já não ser utilizado para o culto, o corpo pode ser dispensado da mesma forma. Paulo via o corpo como um vassalo terreno que seria em breve demolido após o uso. Concluiu a sua visão da morte afirmando: “Temos confiança... e preferimos deixar o corpo e habitar com o Senhor” (II Coríntios 5:8). Paulo tem a sua discussão mais completa sobre a vida após a morte em 1 Coríntios 15. Aí, declarou “que a carne e o sangue não podem herdar o reino de Deus” (v. 50).

Paulo não acreditava que o pó restante num túmulo seria a substância de um novo organismo celestial. Quando o apóstolo escreve sobre a ressurreição dos mortos, não se refere à reunião e à reanimação do cadáver. A expressão “corpo espiritual” (I Coríntios 15:44) que utiliza não se refere ao esqueleto físico e à carne que o envolve. Em vez disso, na terminologia moderna, significa o eu ou a Personalidade. O que removeu o aguilhão da morte para Paulo não foi contemplar um cadáver embelezado, mas a boa notícia de que a natureza mortal pode "revestir-se de imortalidade" (I Coríntios 15:54).

Ao longo dos tempos, o tema da cremação e da religião continuou a suscitar debates acalorados. Muitas religiões reconhecem a cremação como um costume social válido e aceitável, enquanto outras religiões a consideram imprópria e questionável. Cada religião valida as suas crenças por uma longa história existente, que é de grande importância para a base das suas tradições. Uma vez que as Escrituras em lado algum advertem contra a cremação como método de lidar com os restos mortais e em todo o lado afirmam o poder de Deus para ressuscitar os mortos de todas as situações da história passada, é lógico que a cremação seja uma escolha pessoal. Parece ser uma questão melhor decidida pela liberdade e convicção cristã individual. Uma pessoa ou família que considere esta questão deve orar por sabedoria (Tiago 1:5) e seguir a convicção resultante.

 

CRÉMATION ET RELIGION

« Il est semé corps animal; il ressuscite corps spirituel… » (1 Corinthiens 15:44)

Depuis son existence, la crémation suscite de nombreux débats. La crémation et la religion ont suscité une attention soutenue à travers les âges. Des preuves historiques suggèrent que la crémation était couramment pratiquée dès avant 800 av. J.-C. ; elle a donc été prise en compte avant même la compilation d'objets historiques modernes. Le mot « crémation » vient du latin « cremo », qui signifie « brûler », en particulier lorsqu'il s'agit de brûler les morts.

L'Église chrétienne autorise la crémation, mais privilégie fortement l'inhumation, ce qui renvoie à cette pratique, tant dans la Bible hébraïque que dans le Nouveau Testament. Si la plupart des traditions chrétiennes privilégient clairement l'inhumation, la Bible ne la condamne explicitement nulle part. La crémation n'affecte le salut de personne. Par conséquent, la Bible ne devrait pas être utilisée comme texte de preuve, ni de la nécessité de l'inhumation ni de la crémation. La véritable question pour les chrétiens n'est pas de savoir si l'on est enterré ou incinéré, mais plutôt de savoir quelle signification donner à ces actes.

La crémation était pratiquée à l'époque biblique, mais elle n'était pas courante chez les Israélites ni chez les croyants du Nouveau Testament. Dans les cultures de l'époque biblique, l'inhumation dans un tombeau, une grotte ou en pleine terre était la méthode courante pour se débarrasser d'un corps humain. Si l'inhumation était une pratique courante, la Bible ne prescrit nulle part l'inhumation comme seule méthode autorisée pour se débarrasser d'un corps.

Il n'existe aucun commandement scripturaire explicite contre la crémation. Certains croyants s'y opposent, car elle ne reconnaît pas qu'un jour Dieu ressuscitera nos corps et les réunira à notre âme et à notre esprit (1 Corinthiens 15:35-58; 1 Thessaloniciens 4:16). Cependant, le fait qu'un corps ait été incinéré ne rend pas plus difficile pour Dieu de le ressusciter. Les corps des chrétiens morts il y a mille ans sont désormais entièrement réduits en poussière. Cela n'empêchera en rien Dieu de ressusciter leurs corps. Il les a créés en premier lieu ; il n'aura aucune difficulté à les recréer. La crémation ne fait qu'« accélérer » le processus de réduction d'un corps en poussière. Dieu est tout aussi capable de ressusciter les restes d'une personne incinérée que ceux d'une personne non incinérée.

Jésus accordait peu d'attention à la façon dont les morts sont traités. En fait, ses seuls mots à ce sujet furent : « Laissez les morts enterrer leurs morts » (Luc 9:59-60). À première vue, cette réponse peut paraître dure et insensible, mais Jésus était déterminé à ce que ceux qui le suivaient lui accordent toute leur attention; la façon dont les corps des morts sont traités était manifestement une priorité secondaire. Si la Bible accorde une faible importance à cette question, il semblerait que la méthode de traitement soit laissée au goût de chacun et, peut-être, à d'autres impératifs sociétaux et environnementaux.

Les écrits de l'apôtre Paul ont minimisé l'importance du corps. Il ne trouvait de valeur sacrée que dans le corps vivant. C'est le corps vivant qui est le temple du Saint-Esprit (1 Corinthiens 6:19), et non le corps mort. Tout comme un temple est construit pour le culte et détruit après ne plus servir au culte, le corps peut être utilisé de la même manière. Paul considérait le corps comme un vassal terrestre qui serait bientôt démoli après usage. Il concluait sa vision de la mort en déclarant: « Nous sommes confiants… et nous préférerions quitter le corps et demeurer auprès du Seigneur » (II Corinthiens 5:8). Paul traite le plus longuement de la vie après la mort en 1 Corinthiens 15. Il y affirme: « La chair et le sang ne peuvent hériter du royaume de Dieu » (v. 50).

Paul ne croyait pas que la poussière restante dans un tombeau constituerait la substance d'un nouvel organisme céleste. Lorsque l'apôtre parle de la résurrection des morts, il ne parle pas du rassemblement et de la réanimation du corps. L'expression « corps spirituel » (1 Corinthiens 15:44) qu'il utilise ne désigne pas le squelette physique et la chair qui le recouvre. Dans la terminologie moderne, elle désigne plutôt le soi ou le Personnalité. Pour Paul, ce qui a apaisé l'aiguillon de la mort n'était pas la contemplation d'un cadavre embelli, mais la bonne nouvelle que la nature mortelle peut « revêtir l'immortalité » (1 Corinthiens 15:54).

Au fil des siècles, le thème de la crémation et de la religion a continué de susciter de vifs débats. De nombreuses religions reconnaissent la crémation comme une coutume sociale valide et acceptable, tandis que d'autres la jugent inappropriée et répréhensible. Chaque religion justifie ses croyances par une longue histoire, d'une grande importance pour le fondement de ses traditions. Puisque les Écritures ne mettent nulle part en garde contre la crémation comme méthode de traitement des restes des morts et affirment partout le pouvoir de Dieu de ressusciter les morts dans toutes les situations de l'histoire, il va de soi que la crémation est un choix personnel. Il semblerait que ce soit une question qui relève de la liberté et des convictions chrétiennes individuelles. Toute personne ou famille qui s'interroge sur cette question devrait prier pour obtenir la sagesse (Jacques 1:5) et suivre la conviction qui en résulte. 

 

KUUNGWA NA DINI

“Hupandwa mwili wa asili, hufufuliwa mwili wa roho…” (1Wakorintho 15:44).

Kwa muda mrefu kama desturi ya kuchoma maiti imekuwepo, imezua mjadala mkubwa. Uchomaji maiti na dini imekuwa mada ya kuangaliwa sana kwa vizazi. Ushahidi wa kihistoria unaonyesha kwamba uchomaji maiti umekuwa ukifanywa kwa kawaida tangu kabla ya 800 K.K., na kwa hivyo uchomaji maiti na dini imekuwa ikizingatiwa tangu hata kabla ya vitu vya kale vya kihistoria kukusanywa. Neno kuchoma maiti linatokana na neno la Kilatini "cremo" ambalo linamaanisha "kuchoma", haswa kuchomwa kwa wafu.

Kanisa la Kikristo linaruhusu kuchoma maiti lakini linapendelea sana mazishi yanayoelekeza kwenye desturi hiyo katika Biblia ya Kiebrania na Agano Jipya. Ingawa mapokeo mengi ya Kikristo yanapendelea waziwazi mazishi, hakuna mahali popote ambapo Biblia inashutumu uchomaji maiti. Uchomaji maiti hauathiri wokovu wa mtu yeyote. Kwa hiyo Biblia haipasi kutumiwa kama maandishi ya uthibitisho ama kwa ajili ya ulazima wa kuzika au kwa ajili ya kuchoma maiti. Swali la kweli kwa Wakristo si kama mtu anazikwa au kuchomwa moto bali ni maana inayotolewa kwa matendo haya.

Uchomaji maiti ulifanywa katika nyakati za Biblia, lakini haukufanywa kwa kawaida na Waisraeli au waamini wa Agano Jipya. Katika tamaduni za nyakati za Biblia, kuzika kwenye kaburi, pango, au ardhini ilikuwa njia ya kawaida ya kutupa mwili wa mwanadamu. Ingawa kuzika lilikuwa jambo la kawaida, hakuna popote Biblia inaamuru kuzika kuwa njia pekee inayoruhusiwa ya kutupa mwili.

Hakuna amri iliyo wazi ya kimaandiko dhidi ya uchomaji maiti. Waumini wengine wanapinga desturi ya kuchoma maiti kwa msingi kwamba haitambui kwamba siku moja Mungu ataifufua miili yetu na kuiunganisha tena na nafsi na roho zetu (1 Wakorintho 15:35-58; 1 Wathesalonike 4:16). Hata hivyo, ukweli kwamba mwili umechomwa haufanyi iwe vigumu zaidi kwa Mungu kufufua mwili huo. Miili ya Wakristo waliokufa miaka elfu moja iliyopita, kwa sasa, imegeuka kabisa kuwa mavumbi. Hili halitazuia kwa vyovyote Mungu kuwa na uwezo wa kufufua miili yao. Aliwaumba hapo awali; Hatakuwa na ugumu wa kuziumba upya. Uchomaji maiti haufanyi chochote ila "kuharakisha" mchakato wa kugeuza mwili kuwa vumbi. Mungu ana uwezo sawa wa kuinua mabaki ya mtu ambayo yamechomwa kwani Yeye ni mabaki ya mtu ambaye hakuchomwa.

Yesu hakuzingatia sana kuwaangamiza wafu. Kwa kweli, maneno yake pekee juu ya somo yalikuwa, “Waache wafu wazike wafu wao wenyewe” (Luka 9:59-60). Mara ya kwanza, hili linaonekana kuwa jibu kali na lisilo na hisia, lakini Yesu alidhamiria kwamba wale wanaomfuata wangemtilia maanani kikamilifu; utupaji wa miili ya wafu kwa wazi ulikuwa wa kipaumbele cha chini sana. Ikiwa Biblia inatoa kipaumbele cha chini kwa suala hili basi inaweza kuonekana kuwa njia ya uondoaji inaweza kuachwa kwa ladha ya mtu binafsi na, pengine, kanuni nyingine za kijamii na mazingira.

Maandiko ya Mtume Paulo yalisisitiza mwili. Alipata thamani takatifu tu katika mwili ulio hai. Ni mwili ulio hai ambao ni hekalu la Roho Mtakatifu (1 Wakorintho 6:19), sio ule uliokufa. Kama vile hekalu linavyojengwa kwa ajili ya ibada na kuharibiwa baada ya kutotumika tena kwa ibada, mwili unaweza kutolewa kwa njia sawa. Paulo aliuona mwili kuwa kibaraka wa kidunia ambao ungebomolewa hivi karibuni baada ya kutumiwa. Alihitimisha mtazamo wake wa kifo kwa kusema, “Tuna ujasiri...na tungependelea kuwa mbali na mwili na nyumbani kwa Bwana” (2 Wakorintho 5:8). Paulo ana mjadala wake kamili juu ya maisha baada ya kifo katika 1Wakorintho 15. Hapo alisema "kwamba nyama na damu haziwezi kuurithi ufalme wa Mungu" (mst.50).

Paulo hakuamini kwamba mavumbi yaliyobaki kaburini yangekuwa kiini cha kiumbe kipya cha mbinguni. Mtume anapoandika kuhusu ufufuo wa wafu, haimaanishi kukusanyika tena na kuhuishwa upya kwa maiti. Usemi “mwili wa kiroho” (1 Wakorintho 15:44) anaotumia haurejelei mifupa ya mwili na nyama inayoning’inia juu yake. Badala yake, katika istilahi za kisasa, inamaanisha ubinafsi au utu. Kilichoondoa uchungu wa kifo kwa Paulo haikuwa kutazama maiti iliyopambwa bali habari njema kwamba asili ya kufa inaweza "kuvaa kutokufa" (1 Wakorintho 15:54).

Kwa muda mrefu, mada ya kuchoma maiti na dini imeendelea kuzua mjadala mkali. Dini nyingi hutambua uchomaji maiti kuwa desturi halali na inayokubalika ya kijamii, huku dini nyinginezo huona kuwa uchomaji maiti haufai na haufai. Kila dini inathibitisha imani zao kwa historia ndefu iliyopo ambayo ina umuhimu mkubwa kwa msingi wa mila zao. Kwa kuwa Maandiko hayaonya popote kuhusu uchomaji maiti kuwa njia ya kushughulikia mabaki ya wafu na kila mahali inadai kwamba Mungu ana nguvu za kuwafufua wafu kutoka katika kila hali ya historia, ni jambo linalopatana na akili kwamba kuchoma maiti ni uamuzi wa kibinafsi. Lingeonekana kuwa jambo lililoamuliwa vyema zaidi na uhuru na usadikisho wa Mkristo binafsi. Mtu au familia inayofikiria suala hili inapaswa kuombea hekima ( Yakobo 1:5 ) na kufuata usadikisho unaotokea.

EINÄSCHERUNG UND RELIGION

„Es wird gesät ein natürlicher Leib, es wird auferweckt ein geistiger Leib…“ (1. Korinther 15, 44)

Seit es die Praxis der Einäscherung gibt, hat sie viele Debatten ausgelöst. Einäscherung und Religion waren im Laufe der Zeit ein viel diskutiertes Thema. Historische Belege deuten darauf hin, dass Einäscherung bereits vor 800 v. Chr. üblich war, sodass Einäscherung und Religion bereits vor der Zusammenstellung moderner historischer Artefakte eine Rolle spielten. Das Wort Einäscherung leitet sich vom lateinischen Wort „cremo“ ab, was „verbrennen“ bedeutet, insbesondere das Verbrennen von Toten.

Die christliche Kirche erlaubt die Einäscherung, bevorzugt aber die Erdbestattung und verweist auf diese Praxis sowohl in der Hebräischen Bibel als auch im Neuen Testament. Während die meisten christlichen Traditionen die Erdbestattung eindeutig befürworten, verurteilt die Bibel die Einäscherung nirgends ausdrücklich. Die Einäscherung hat keinen Einfluss auf die Erlösung. Daher sollte die Bibel weder als Beweis für die Notwendigkeit einer Erdbestattung noch für die Einäscherung herangezogen werden. Die eigentliche Frage für Christen ist nicht, ob jemand begraben oder eingeäschert wird, sondern welche Bedeutung diesen Handlungen beigemessen wird.

Einäscherung wurde in biblischen Zeiten praktiziert, war jedoch weder bei den Israeliten noch bei den Gläubigen des Neuen Testaments üblich. In den Kulturen der biblischen Zeit war die Bestattung in einem Grab, einer Höhle oder in der Erde die übliche Art, einen menschlichen Körper zu beseitigen. Obwohl die Erdbestattung üblich war, gebietet die Bibel nirgendwo die Erdbestattung als einzig zulässige Methode der Körperbeseitigung.

Es gibt kein ausdrückliches biblisches Gebot gegen die Einäscherung. Manche Gläubige lehnen die Praxis der Einäscherung mit der Begründung ab, dass sie nicht anerkennt, dass Gott eines Tages unsere Körper auferstehen lassen und sie mit unserer Seele und unserem Geist wiedervereinigen wird (1. Korinther 15,35-58; 1.Thessalonicher 4, 16). Die Tatsache, dass ein Körper eingeäschert wurde, erschwert es Gott jedoch nicht, diesen Körper wiederzuerwecken. Die Körper von Christen, die vor tausend Jahren starben, sind inzwischen vollständig zu Staub zerfallen. Das hindert Gott jedoch keineswegs daran, ihre Körper wiederzuerwecken. Er hat sie erschaffen; er wird keine Schwierigkeiten haben, sie wiederherzustellen. Die Einäscherung beschleunigt lediglich den Prozess der Verwandlung eines Körpers in Staub. Gott kann die Überreste eines eingeäscherten Menschen ebenso auferstehen lassen wie die Überreste eines nicht eingeäscherten Menschen.

Jesus schenkte der Bestattung der Toten wenig Beachtung. Tatsächlich waren seine einzigen Worte zu diesem Thema: „Lasst die Toten ihre Toten begraben“(Lukas 9, 59-60). Auf den ersten Blick erscheint dies als eine harte und gefühllose Reaktion, doch Jesus war entschlossen, dass seine Nachfolger ihm ihre volle Aufmerksamkeit schenken würden; die Bestattung der Leichen hatte offensichtlich eine sehr niedrige Priorität. Wenn die Bibel diesem Thema eine niedrige Priorität einräumt, dann scheint die Art der Bestattung dem individuellen Geschmack und möglicherweise anderen gesellschaftlichen und ökologischen Erfordernissen überlassen zu sein. In den Schriften des Apostels Paulus wurde der Körper weniger betont. Er fand nur im lebenden Körper heiligen Wert. Der lebende Körper ist der Tempel des Heiligen Geistes (1. Korinther 6, 19), nicht der tote. So wie ein Tempel für die Anbetung errichtet und zerstört wird, sobald er nicht mehr für die Anbetung genutzt wird, kann auch der Körper entsorgt werden. Paulus betrachtete den Körper als irdischen Vasallen, der nach seiner Nutzung bald abgerissen werden würde. Er schloss seine Sicht des Todes mit den Worten: „Wir sind zuversichtlich ... und möchten lieber vom Körper getrennt und beim Herrn daheim sein“

(II. Korinther 5, 8). Seine ausführlichste Diskussion über das Leben nach dem Tod findet Paulus in I.Korinther 15. Dort erklärte er, „dass Fleisch und Blut das Reich Gottes nicht erben können“ (V. 50).

Paulus glaubte nicht, dass der verbleibende Staub in einem Grab die Substanz eines neuen himmlischen Organismus sein würde. Wenn der Apostel von der Auferstehung der Toten spricht, meint er nicht die Wiedervereinigung und Wiederbelebung des Leichnams. Der Ausdruck „geistlicher Leib“ (1. Korinther 15, 44), den er verwendet, bezieht sich nicht auf das physische Skelett und das daran hängende Fleisch. Vielmehr bezeichnet er in der modernen Terminologie das Selbst oder das Persönlichkeit. Was Paulus den Stachel des Todes nahm, war nicht der Anblick einer verschönerten Leiche, sondern die frohe Botschaft, dass die sterbliche Natur „Unsterblichkeit anziehen“ kann (1. Korinther 15, 54).

Das Thema Feuerbestattung und Religion hat im Laufe der Zeit immer wieder hitzige Debatten ausgelöst. Viele Religionen erkennen die Feuerbestattung als gültigen und akzeptablen gesellschaftlichen Brauch an, während andere sie für unangemessen und anstößig halten. Jede Religion begründet ihren Glauben mit einer langen Geschichte, die für die Grundlage ihrer Traditionen von großer Bedeutung ist. Da die Heilige Schrift nirgends vor der Feuerbestattung als Methode zur Behandlung der sterblichen Überreste warnt und überall Gottes Macht bekräftigt, Tote aus jeder Situation der Geschichte auferstehen zu lassen, liegt es nahe, dass die Feuerbestattung eine persönliche Entscheidung ist. Es scheint eine Angelegenheit zu sein, die am besten durch individuelle christliche Freiheit und Überzeugung entschieden wird. Eine Person oder eine Familie, die sich mit dieser Frage befasst, sollte um Weisheit beten (Jakobus 1, 5) und der daraus resultierenden Überzeugung folgen.