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EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Friday, January 26, 2024

¿COMO SE PUEDE SABER SI ES LA VOZ DE DIOS?

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen…” (Juan 10:27)

“DIOS, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas,  En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…” (Hebreos 1:1-2)

Satanás en muchas veces intenta de confundirnos después de que hemos orado. ¿Cuándo Ud. escucha para oiré la voz de Dios, le hace parecer que Ud. oye dos voces? ¿Cómo puede saber Ud. si es Dios o Satanás? Sabemos por la experiencia de la tentación de Jesús que Satanás tratara muchos trucos para convencernos a escuchar su voz en lugar de la de Dios (Mat. 4:1-11). El apóstol Pedro nos advirtió que el diablo espera siempre, buscando el momento oportuno para instilar miedo y confusión (I Pd. 5:8). Debemos estar prevenidos siempre para estar seguros que la voz que oímos cuando oramos y escuchamos por la respuesta de Dios es, en verdad la voz de Dios.

Jesús les dijo a Sus discípulos que Él tenia que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de las autoridades allí. Eventualmente, lo iban a matar, pero que al tercer día el iba a resucitar (Mat. 16:21). Pedro le dijo a Jesús, “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (16:22). Por tan bien intencionado como Pedro hubiera pensado que el era, sus palabras no eran de Dios, eran palabras que estaban de acuerdo con el mensaje de Satanás. Jesús reprendió Pedro, diciendo, ¡Quítate de delante de mi, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (16:23).

Se le comparo a Satanás a Pedro. Necesitamos reconocer que a veces la voz de Satanás viene a nosotros no en nuestros pensamientos e imaginaciones, pero por las palabras de otras personas, algunos de quien parecería estar bien intencionado o nos dicen que nos aman. La Biblia nos asegura que hay una manera de distinguir la voz de Dios de la de Satanás. Oiremos algunas diferencias distintas en los mensajes.

SATANAS DICE…                                            

1. Haga lo que Ud. quiere hacer.                         

2. Viva por el momento.                                

3. No te preocupes de lo que otros dicen.          

4. Ud. ya esta muy maduro.                           

DIOS DICE…

1. Considere los efectos de su conducta en otros.

2. Viva con un ojo a la eternidad.

3. Reciba consejo piadoso.

4. Continué creciendo y madurando para ser como Cristo.

Cuando seguimos la voz y mensaje de Satanás en lugar de la de Dios, el resultado siempre lleva a pérdida, destrucción y muerte. El camino de Dios siempre conduce a la vida abundante y vida eterna (Jn. 10:10). Parte de la diferencia está en la manera que nos sentimos de nuestras vidas y acciones. El resultado de seguir la voz de Satanás es la frustración, desmayo y preocupación. El resultado de seguir la voz de Dios es una gran paz en nuestro espíritu.

Dios ve a todas personas y el impacto completo de lo que decimos y hacemos en otros, ambos esos que conocemos y están cercas de nosotros y esos que no conocemos. El nunca nos piedra que exhibamos conducta ofensiva o mala; El nunca nos llevara hacer cualquier cosa que puede herir a otra persona; emocionalmente, espiritualmente o materialmente. Satanás, en cambio, nos dice lo que queremos oír. El nos dice que no nos debemos preocuparnos de los efectos de nuestras vidas en otros. En nos dice que cada persona es una isla hacia el mismo y que deberíamos hacer lo que nos gusta.

Si Abraham hubiera pesado las ramificaciones posibles de su trato con Agar, el hubiera resistido la suplicas de Sara de tener un niño con su criada (Gen. 16-17; 21). Si David hubiera pensado de la severidad de la disciplina de Dios sobre su numeración de Israel, el hubiera escuchado el consejo de Joab (I Cro. 21). Si Ud. siente que Dios lo esta conduciendo en una dirección particular, pregúntese, “¿Cómo afectaría esto a las personas alrededor de mi?¿Se herirá alguien por lo qué voy a decir o hacer?¿Serán bendecidos otros?¿Será esta bendición solamente para mi?¿Quien puede beneficiar por lo que estoy para hacer? Estas preguntas pueden ayudarle desyerbar la influencia de Satanás y para que  pueda oír la voz de Dios (Rom. 14:21; I Tes. 5:15; I Tim. 6:18-19).

Muchas Escrituras mencionan el “cumplimiento del tiempo.” Dios no va de prisa. Él trata en consecuencias eternas y Él continuamente busca el cumplimiento total de Su plan y propósito. Satanás siempre nos anima actuar inmediatamente porque el sabe que si nos detenemos un poco y pensamos el asunto vamos a cambiar de opinión. Si siente un impulso irresistible a actuar espontáneamente e inmediatamente, es probablemente mejor esperarse y orar sobre el asunto. Dios tiene interés en tener todo los detalles en sus lugares apropiados.

El Rey Saúl perdió su trono porque actuó apresuradamente. Fue instruido por el profeta Samuel que esperara en Gilgal por siete días. Cuando Samuel no llego en el séptimo día, Saúl decidió hacer algo. Preparo la ofrenda para presentar la a Dios. En cuanto Saúl había presentado la ofrenda, llego Samuel. Saúl dio sus excusas, pero su prisa lo descalifico de un reino largo y pacifico. Adelantarse a Dios es un equivocación terrible y las consecuencias siempre son desagradables (I Sam. 10:8; 13:8-14).

Nehemías, pacientemente espero en Dios. El busco al Señor, en ayuno y oración, por cuatro meses hasta que el rey le pregunto porque estaba triste. El le explico su preocupación sobre la devastación de Jerusalén y, dentro de unos cuantos días, el rey lo envió a Jerusalén con autoridad y todo lo que se necesitaba para reconstruir la ciudad (Nem. 1-2:9). No es fácil esperar pacientemente ante Dios para estar seguro que Su voluntad. ¡Pero cuanto mas satisfactorio son los resultados cuando Ud. sabe que ha oído la voz de Dios (Sal. 62:5; Stg. 5:7-8; Lc. 14:28-30).

Los jóvenes rebeldes a menudo le dicen a sus mayores, “¡No mi diga que haga! ¡Yo soy un adulto también!” Ésa es la actitud de muchas personas hacia la voz de Dios. Es una actitud de orgullo, basado en una suposición que sabemos mucho sobre cualquier situación como Dios. Finalmente, Dios nos habla en términos de nuestra entrega a Sus deseos. Sus mensajes a nosotros no son sobre lo que queremos, que normalmente es limitado, egocéntrico, de miras estrechas y corto de vista. Más bien, Sus mensajes son sobre lo que Él quiere para nosotros, que siempre es eterno y amoroso y nos llaman a una manera más alta y mejor. Los mensajes de Dios tratan con nuestra entrega a Él, en tomar nuestra cruz y siguiere le, de entregar nuestras vidas para otros, de llevar la carga del uno del otro, de alentarnos el uno al otro y edificarnos el uno al otro, de nuestro comportamiento de modo que cause que otros caminen en rectitud ante Dios.

Satanás viene a nosotros y nos dice que somos sabios en nuestro propio entendimiento para hacer decisiones. Esto ha sido la tentación para el hombre desde el Jardín de Edén, simplemente come de la fruta y serás sabios como dioses. En nuestro día, la mentira puede ser, “Solo sigue su sentido común.” Esto puede ser bueno hacer, pero erramos si ponemos nuestra confianza solamente en nuestros propios esfuerzos y dejamos la sabiduría de Dios. El resultado seria tan desastroso para nosotros como fue para Adán y Eva. Nos encontramos en problemas siempre cuando presumimos que podemos hacer decisiones totalmente de nosotros mismos (I Pd. 2:2-3; Ef. 4:14-15. II Pd. 3:17-18).

El resultado claro de oír la voz de Satanás es una preocupación, sentimientos penosos de frustración en su espíritu. Si Ud. cree que ha oído la voz de Dios, y todavía continua experimentando un sentimiento de inquietud e interrogación mientras Ud. intenta de obedecer la voz que ha oído, detente y tome nota. ¡No ha oído la voz de Dios! La voz de Dios trae una calma profunda en nuestro espíritu. Aunque seamos desafiados por lo que Dios nos dice que hagamos, no tendremos un sentido de conflicto interno, preocupación, o un corazón inquieto. La paz que Dios nos da es la que el apóstol Pablo describe como paz “Que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Esta es la paz que viene con un corazón seguro. No se agita esta paz interna, es indiferente a cualquiera circunstancia. Cuando este tipo de paz viene a nosotros, sabemos que hemos escuchado la voz de Dios y nos sentimos seguros (Col. 3:15).

Algunas personas tienen conciencias muertas y no les molesta nada cuando han hecho una decisión mala. No sentiré nada es un estado muy peligroso de encontrase. Después de que ha intentado de oír la voz de Dios y ha llegado a una decisión sobre algo en su vida, se va sentir de una manera u otra de su decisión. Tendrá un sentido permanente de calma, propósito, y paz o se sentirá intranquilo, descontento, frustrado, angustiado o incomodo. Preste atención a estos sentimientos que vienen de su más íntimo. Es una señal confirmatoria a Ud. que ha o no ha oído la voz de Dios.

APROVECHE DEL CONSEJO SABIO

El libro de Proverbios tiene mucho que decir sobre el valor del consejo sabio (13:10, 20:5). Debemos buscar consejo piadoso y escuchar las personas que en verdad aman a Dios y están firmemente fundados en la Palabra de Dios. Cuando busca consejo, busca alguien que también puede ayudarle espiritualmente y que no tiene motivos ocultos (Isa. 45:20-21, I Pd. 5:5-6; Ef. 5:17-21).

                                                                                                                                                                                    

 

HOW TO KNOW IF IT IS GOD’S VOICE?

“My sheep hear my voice, and I know them, and they follow me…” (John 10:27)

“In the past God spoke to our ancestors many times and in many ways through the prophets, but in these last days he has spoken to us through his Son…” (Hebrews 1:1-2)

The Devil many times attempts to confuse us after we pray. When you listen for God to speak, does it seem that you hear two voices? How can you know if it is God or Satan? We know from Jesus’ temptation experience that Satan will try many tricks to convince us to listen to him instead of to God (Matt. 4:1-11). The apostle Peter warned us that the devil is always waiting, seeking to instill fear and confusion (I Pet. 5:8). We must be on the alert continually to make certain that the voice we hear as we pray and listen for God’s answer is, indeed, God’s voice.

Jesus told His disciples that He must go to Jerusalem and suffer many things from the authorities there. Eventually, He would be killed, but He would rise on the third day (Matt. 16:21). Peter told Jesus, “Far be it from you, Lord; this shall not happen to you!” (16:22). As well-intentioned as Peter may have thought he was, his words were not God’s words, they were words that lined up with Satan’s message. Jesus rebuked Peter, saying, “Get behind Me, Satan! You are an offense to Me, for you are not mindful of the things of God, but the things of men” (16:23).

Peter was compared to Satan himself. We need to recognize that sometimes Satan’s voice comes to us not in our thoughts and imaginations, but through the words of other people, some of whom may seem to be well-intentioned or say they love us. The Bible assures us that there is a way to tell God’s voice from that of Satan. We will hear some distinct differences in the messages.

SATAN SAYS…                                                       

1. Do your own thing; do what you want to do.        

2. Live for the moment.                                             

3. Don’t concern yourself with what others say.       

4. You’re as mature as you ever need to be. 

GOD SAYS…

1. Consider the effects of your behavior on others.

2. Live with an eye to eternity.

3. Receive godly advice.

4. Continue to grow and mature to become more like Jesus. 

When we follow Satan’s voice and message rather than God’s, the outcome always leads to loss, destruction, and death. God’s way always leads to abundant life and eternal life (Jn. 10:10). Part of the difference is in the way we feel about our lives and actions. The result of following Satan’s voice is frustration, disappointment, and worry. The result of following God’s message is a great inner peace.

God sees all people and the full impact of what we say and do on others, both those we know and who are close to us and those we don’t know. He will never ask us to exhibit unkind or offensive behavior; He will never lead us to do anything that might hurt another person; emotionally, spiritually, or materially. Satan, on the other hand, tells us what we want to hear. He tells us that we shouldn’t worry about the effects of our lives on others. He tells us that every person is an island unto himself and that we should do whatever we please.

Had Abraham weighed the possible consequence of his dealings with Hagar, he would have resisted Sarah’s pleas to have a child with her maid (Gen. 16-17; 21). Had David thought of the severity of God’s discipline over the numbering of his subjects in Israel and Judah, he probably would have listened to Joab’s advice (I Chro. 21).

If you feel God is leading you in a particular direction, ask yourself: “How will this affect people around me? Will anybody be hurt by what I am about to do or say? Will others be blessed? Is this blessing just for me? Who may benefit from what I am about to undertake?” These questions can help you weed out Satan’s influence and hear God’s message (Rom. 14:21, I Thes. 5:15, I Tim. 6:18-19).

Many Scriptures mention the “fullness of time.” God isn’t in a hurry. He deals in eternal consequences and He continually seeks the fulfillment of the full extent of His plan and purpose. Satan always encourages us to act immediately because he knows if we back off and think long enough about most things, we’ll reconsider. If we feel an overwhelming urge to act spontaneously and immediately, we’re probably better off waiting and praying about it. God is interested in having all the details in their proper places.

King Saul lost his throne because he acted hastily. He was instructed by the prophet Samuel to wait at Gilgal for seven days. When Samuel hadn’t arrived on the seventh day, Saul decided to take matters into his own hands. He prepared burnt offerings to call upon God. As soon as Saul had made the offerings, Samuel arrived. Saul gave excuses, but his haste disqualified him from a long and peaceful reign. Getting ahead of God is a terrible mistake and the consequences are always distasteful (I Sam. 10:8; 13:8-14).

Nehemiah patiently waited for God’s timing. He sought the Lord, with fasting and prayer, for four months until the king asked him why his appearance was downcast. He explained his concern over the devastation of Jerusalem and within days, the king sent him to Jerusalem with full authority and all necessary supplies to rebuild the city (Neh. 1-2:9). It isn’t easy to wait patiently before God until you are sure that it is His will. But how much more satisfying the results are when you know that you have heard God’s message (Ps. 62:5, Jas. 5:7-8, Lk. 14:28-30).

Rebellious teens often say to their elders, “Don’t tell me what to do! I’m a grown-up, too!” That is the attitude of many people toward the voice of God. It is an attitude of pride, based on an assumption that we know as much about any given situation as God knows. Ultimately, God speaks to us in terms of our surrender to His desires. His messages to us aren’t about what we want, which is usually limited, self-centered, narrow-minded, and shortsighted. Rather, His messages are about what He wants for us, which is always eternal and loving and calls us to a higher and better way. God’s messages are about our yielding to Him, our taking up the cross and following Him, our giving up our lives for others, our bearing one another’s burdens, our encouraging one another and building up one another, our behaving in a way that causes others to walk in righteousness before the Lord.

Satan comes to us and tells us that we are wise enough in our own understanding to make decisions. This has been the temptation to man since the Garden of Eden, just eat of the fruit and you will be wise as gods. In our day, the lie may be, “Just follow your common sense.” This may be good to do, but we err if we put our trust solely in our own efforts and fail to get the wisdom of God. The result is just as disastrous for us as it was for Adam and Eve. We find ourselves in trouble anytime we assume that we can make decisions totally on our own. (I Pet. 2:2-3, Eph. 4:14-15, II Pet. 3:17-18).

The clear result of hearing the voice of Satan is a worry and troublesome feeling of frustration in your spirit. If you believe you have heard from God, and yet you continue to experience a feeling of uneasiness and questioning as you attempt to obey the voice you have heard, stop and take note. You have not heard from God! God’s voice brings about a deep calmness in our spirit. Although we may be challenged by what God says for us to do, we will not have a sense of inner conflict, worry, or a troubled heart. The peace that God gives us is what the apostle Paul described as peace “Which surpasses all understanding” (Phil. 4:7). This is a peace that comes with a settled heart. This inner peace is not shaken, regardless of circumstances. When that sort of peace comes to us, we know we’ve heard from God and we feel confident it is His voice: “Let the peace of God rule in your hearts” (Col. 3:15).

Some people have calloused consciences and don’t seem to feel anything in the wake of a bad decision. Not feeling anything is a bad state to be in! After you have attempted to hear from God and have reached a decision about something in your life, you will feel one way or the other about it. Either you will have an abiding sense of calm, purpose, and peace or you will feel uneasy, dissatisfied, out of sorts, frustrated, worried, or uncomfortable. Pay attention to this feeling that flows from your innermost being. It is a confirming sign to you that you have or have not heard from God. Over time, you will grow in your ability to discern whether the voice you are hearing is that of God. As you develop an ear to hear what God is saying to you, you will come to know His voice unmistakably and immediately.

TAKING ADVANTAGE OF WISE COUNSEL

The book of Proverbs has a lot to say about the value of wise counsel (13:10, 20:5). We are to seek godly counsel and to hear from people who truly love the Lord and who are firmly grounded in His Word. When you seek counsel, look for someone who can also help you spiritually and has no hidden motives (Isa. 45:20-21, I Pet. 5:5-6, Eph. 5:17-21).

 

 

 

 

 

Thursday, January 18, 2024

EL CONTENTAMIENTO

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:11-13

Nuestra actitud, y nuestro estado mental, tienen un grande efecto en nuestra salud. Nuestra actitud hacia nosotros mismos, nuestra actitud hacia la vida, nuestras relaciones con otras personas tienen un efecto poderoso en nuestra vida física así como también nuestra vida emocional. El temor, el resentimiento, la ansiedad, una falta de propósito en la vida puede ser también dañoso a nuestra salud.

Debemos recordar que Pablo estaba en la prisión cuando escribió esta epístola. Él probablemente estaba encadenado al lado de un guardián 24 horas al día. Y fue en esta escena que dijo, "…he aprendido a contentarme...”

Para comprender mejor lo que es contentamiento, hay que ver lo que es descontentamiento. Cada vez  que nos  quejamos, cada vez que rezonguemos, cada vez  que expresamos  nuestra envidia o nuestro celo, estamos expresando descontentamiento. Descontentamiento es cuando estás infeliz con sus circunstancias presentes. Cuando tiene un estado mental intranquilo debido a las cosas que están sucediendo en su vida.

El estar feliz con todo, ¿es esto el contentamiento? ¿Es contentamiento al decir, “Estoy feliz con lo que está sucediendo en mi vida” o decir “me gusta mi presente circunstancias?” No necesariamente. Esto no es lo que el Apóstol Pablo estaba diciendo.

El contentamiento no es ser estoico. El controlar su mente de tal manera que el dolor o el sufrimiento ya no viene a su conciencia. Los místicos orientales, pueden dormir sobre un lecho de clavos, o pueden caminar sobre carbones calientes y no sienten nada, han suprimido de tal manera su proceso de pensamiento sobre ello. Pablo no está diciendo que seamos insensibles al sufrimiento.

Ni tampoco tenemos que aprender a que nos guste todo que está sucediendo en nuestra vida. Yo no pienso que a Pablo le gustaba estar en la prisión. Ni se espera que miremos nuestras cargas o nuestras dificultades o problemas y decir, “me gusta esto.” Hay esos quien dice, “Tienes que alabar a Dios por toda las cosas.” Yo no pienso que Pablo está diciendo eso.

Ni nos está diciendo que tenemos que satisfacernos con esas cosas en nuestras vidas que son menos de de lo que deben de ser. Pablo tuvo muchas debilidades, flaquezas y muchas imperfecciones en su vida, el no estaba diciendo, “Pues, me voy a satisfacer con esto.” Había cosas en su vida al que Pablo expreso mucho descontentamiento. Pero, el dijo, “prosigo a la meta, no lo he alcanzado todavía.”

El contentamiento es saber que tienes todo lo que necesitas para enfrentar las circunstancias presentes. En el verso 11, Pablo no dijo que le gustaba tener hambre. Me gusta estar necesitado. Me gusta estar en circunstancias difíciles. El no dijo eso. Lo que está diciendo es, aunque no me gusta, yo sé que tengo de parte de Dios lo que se va necesitar para hacerle frente a las circunstancias presentes. “Puedo hacerle frente.” “Puedo tratarlo.”

Nada me frustra más que cuando me computadora no trabaja. Puedo ser paciente con muchas cosas. Si lo poquito que conozco de computadoras no arregla el problema yo no sé que mas hacer. Por lo tanto, cuando mi computadora no trabaja, estoy sumamente descontento. Pero, ¿Porque estoy disgustado? Porque no se qué hacer para arreglar la computadora. No sé cómo empezar para arreglarla. No sé cómo tratar con el problema. No puedo hacerle frente.

Pero, si alguien viene a me con algo que sé hacer, entonces tengo mucho contentamiento, porque estoy seguro que puedo enfrentarlo. En una situación, yo puedo hacerle frente; en la otra situación no puedo. En una situación yo puedo tratarla, se que hacer y en la otra situación me encuentro perdido, porque no se qué hacer.

Contentamiento es tomar su presente situación, cualquier obstáculo que está enfrentando, cualquiera limitación con que está viviendo, cualquiera condición crónica que lo agota, lo que ha destrozado sus sueños, cualquier factores o circunstancias de la vida que tiende a desalentarlo, y decir en medio de ello, “no me gusta,” pero nunca decir, “no puedo hacerle frente” La Palabra de Dios dice; “¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!

II Corintios 4:7-9: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” Puede sentirse angustiado, pero nunca se sentirá desesperado. Pueda sentirse derribado, pero nunca se sentirá derrotado. Hay recursos ilimitados disponibles para usted en Dios. Pero, en cuanto diga usted, “no puedo hacerle frente,” deja de echar mano de estos recursos ilimitados. Contentamiento es estar seguro que puedes encarar cualquier prueba que está enfrentando debido a los recursos de fortaleza que Cristo ha hecho disponible a usted. ¡Eso es contentamiento!

¿Cómo puedo logra el contentamiento? No es algo natural. El apóstol Pablo nos dice que se tiene que aprender. “He aprendido a contentarme.” La vida es una escuela. Es un aula. He tenido que luchar duro y es solo mediante el proceso largo de vivir y luchando con dificultades en la vida que he venido al punto de darme cuenta que estoy contento. Es un proceso, y lo práctico todo los dais.

La razón porque Dios permite que estas dificultades vengan a nuestras vidas es porque, mediante el proceso de luchar con ellos en el valle que aprendemos de que se trata este  tipo de contentamiento.

He descubierto en mis 51 años de ser pastor, que la mayoría de la gente viven una mayor parte de sus vidas en el valle. Pero, ¿usted sabe que grande verdad he encontrado en la Biblia?, ¡Que el Dios de las montañas también es el Dios de los valles! (I Reyes 20:22-29) Acercase a Dios. Acercase a Él lo mas cercas posible que pueda. Y encontrará que es en acercarse a Él que toda Su fortaleza se hará disponible a usted. No importa cuál sea el valle, no importa que hondo sea, puede usted aprovechar de ello. Y puede madurar por ello.

Si todo lo demás cambia, aún el Señor no cambia. Si las fuentes de todo otro gozo se secan, el gozo del Señor nunca termina. La Biblia nos dice en Nehemías 8:10: “Que el gozo de Señor es nuestra fuerza.” Cuando usted viene al Señor en fe sincera, usted encontrar gozo, fortaleza y lo más importante de todo, Esperanza que las cosas se van a mejorar.

La esperanza es el deseo por algo bueno con la anticipación de recibirlo. Mucha gente vive sin esperanza para el futuro.  Ellos no pueden creer que Dios los ame y que tenga un propósito para sus vidas. No importa que dolor o circunstancias imposibles esté enfrentando hoy, Dios reemplazara su desesperación con un gran sentido de esperanza. Si Dios ha puesto una esperanza en su corazón, no lo entregues, no lo abandone, no importa cuál sea su circunstancias.

Una equivocación común que mucha gente hace, es de medir el amor de Dios para ellos por sus circunstancias. Usted tal vez ha tenido equivocaciones en su vida, pero El tomara sus fracasos y los volviera en algo bueno para usted. ¿Por qué? Porque El es un Dios quien sabe exactamente lo que usted necesita. El sabe cuando lo necesita y El estará allí para proveer se lo. ¿Por qué no le pide que le ayude?

 

 

CONTENTMENT

 “Not that I speak in respect of want: for I have learned, in whatsoever state I am, therewith to be content. I know both how to be abased, and I know how to abound: every where and in all things I am instructed both to be full and to be hungry, both to abound and to suffer need. I can do all things through Christ which strengtheneth me.” Philippians 4:11-13

Our attitude and our state of mind have a great effect on our health. Our attitude towards ourselves, our attitude toward life, and our relationships with other people have a powerful effect on our physical life as well as our emotional life. Fear, resentment, anxieties, and a lack of purpose in life can be just as detrimental to our health.

We must remember that Paul was in prison when he wrote this epistle. He was probably chained to a guard on either side of him 24 hours a day. It was in this setting that he says, “I have learned to be content.”

To understand what contentment is, it’s easier to understand by seeing what discontentment is. Every time we complain, every time we grumble, every time we express our envy and our jealousy, we’re expressing discontentment. Discontentment is when you are unhappy with your present circumstances and when you have an uneasy state of mind because of the things that are happening in your life.

Is contentment being happy with everything? Is contentment saying, “I’m happy about what’s happening in my life”? Is contentment liking my present circumstances? Not necessarily. That’s not exactly what Paul was talking about in this scripture. Contentment is not being stoic. To control your mind so that suffering and pain no longer come to your consciousness. The Eastern mystics can sleep on a bed of nails, or can walk over a bed of hot coals and feel nothing; they have so suppressed their thought process about it. Paul is not telling us to be numb to suffering.

Nor do we have to learn to like everything that’s happening in our lives. I don’t think Paul liked being in prison. We are not expected to look at our burdens our difficulties or our problems and say, “I like this.” There are those who say, “You have to praise God for all things.” I don’t think Paul is saying that.

Nor is he telling us that we must settle for those things in our lives that are less than they ought to be. Paul had a lot of incompleteness and a lot of imperfections in his life, he was not saying, “Well, I’m just going to settle for that.” There were things in his life to which Paul expressed a great deal of discontentment. He said, “I press on; I have not yet achieved.”

Contentment is knowing that you have all you need for the present circumstances. In verse 11, Paul did not say he liked being hungry. I like being in want. I like being in difficult circumstances.” He does not say that at all. What he is saying is that “Though I may not like it, I know I have from God what it’s going to take to measure up to these present circumstances. “I can cope with it”. “I can handle it.”

Nothing upsets me more quickly than when my computer doesn’t work. I can be patient with a lot of things. If the few things that I know don’t fix the problem then I don’t have the foggiest idea of what to do. Therefore, when my computer won’t work, I am extremely discontented. But, why am I discontented? I am discontented because I don’t know what to do to fix the problem. I don’t know how to deal with the situation. I can’t cope with it.

But, if someone were to come to me with something I know how to do, I have a great deal of contentment then, because I’m confident I can handle it. In one situation, I can cope with it; in the other situation, I can’t. In one situation I measure up to it, and I know what to do and in the other situation, I’m lost. I don’t know what to do.  

Contentment is taking your present situation, whatever obstacle you are facing, whatever limitation you are living with, whatever chronic condition wears you down, whatever has smashed your dreams, whatever factors and circumstances in life tend to push you under, and saying in the middle of it, “I don’t like it,” but never saying, “I can’t cope with it.” The Word of God says: “I can do all things through Christ who straightens me.”

II Cor. 4:7-9: “But we have this treasure in earthen vessels, that the excellency of the power may be of God, and not of us. We are troubled on every side, yet not distressed; we are perplexed, but not in despair; Persecuted, but not forsaken; cast down, but not destroyed.” You may feel distress, but you may never feel despair. You may feel pressed down, but you may never feel defeated. There are unlimited resources available to us in God. But, as soon as you say “I can’t cope,” you are failing to draw on these unlimited resources. Contentment is being confident you measure up to any test you are facing because of the resources of strength that Christ has made available to you, that’s contentment.

How can we achieve contentment? It doesn’t come naturally. The apostle Paul tells us that it has to be learned. “I have learned to be content.” Life is a school. It is a classroom. I’ve had to wrestle hard and it is only through the long process of living and wrestling with difficulties in life that I have come to the point of realizing I am content. It is a process, and I practice it all my days. The biggest reason why God allows these difficulties to come into our lives is because it’s through the process of wrestling with them down in the valley that we learn what this kind of contentment is all about.

I have discovered in my 51 years in the pastorship that most people live the greater part of their lives in the valley. But, do you know what great truth I discovered? “That the God of the mountains is also the God of the Valleys! (I Kings 20:22-29) Draw close to God. Get as close to Him as you possibly can. And you will find that it is in drawing close to Him that all His strength will be made available to you. No matter what the valley, no matter how deep it is, you can make the best of it. And you can grow through it.

If everything else changes, the Lord does not change. If the sources of all other joy are dried up, God’s joy is never-ending. The Bible tells us in Nehemiah 8:10 “For the joy of the LORD is your strength”. When you come to the Lord in sincere faith you will find joy, strength, and most of all hope that things will get better. Hope is the desire for something good with the anticipation of receiving it. If God has placed hope in your heart, don’t give it up, and don’t surrender it, no matter what your circumstances might be.

Many people live without hope for the future. Somehow they cannot believe that God loves them and has a purpose for their life. It does not matter what pain or impossible circumstances you may be facing, God will replace your despair with a great sense of hope. One common mistake that many people make is to measure God’s love for them by their circumstances.

You will make mistakes, but He will take your failures every time and turn them into something good for you. Why? Because He is a God who knows exactly what you need, He knows when you need it and He will be there to provide it.