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EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Monday, April 29, 2019

EL HIJO PRODIGAL


Lucas 15:11-32
El personaje principal de la parábola, el padre perdonador, cuyo carácter permanece constante a lo largo de la historia, es un cuadro de Dios. Al contar la historia, Jesús se identifica con Dios en su actitud amorosa hacia los perdidos. El hijo menor simboliza a los perdidos (Lucas 15: 1), y el hermano mayor representa a los hipócritas (los fariseos y maestros, Lucas 15: 2). El tema principal de esta parábola parece no ser tanto la conversión del pecador, como en las dos parábolas anteriores de Lucas 15, sino más bien la restauración de un creyente en comunión con el Padre. En las primeras dos parábolas, el dueño salió a buscar lo que había perdido (Lucas 15: 1-10), mientras que en esta historia el padre espera y mira con ansia el regreso de su hijo. Vemos una progresión a través de las tres parábolas de la relación de uno en cien (Lucas 15: 1-7), a uno en diez (Lucas 15: 8-10), a uno en uno (Lucas 15: 11-32), Demostrando el amor de Dios por cada individuo y su atención personal hacia toda la humanidad. Vemos en esta historia la gracia del padre que eclipsa la pecaminosidad del hijo, como es el recuerdo de la bondad del padre que lleva al hijo pródigo al arrepentimiento (Romanos 2: 4).
1. La palabra "pródigo" no significa rebelde o perdido - significa "malgastador" y "extravagante". La palabra origen se refiere a una persona que es imprudente y desperdicia su riqueza.
2. La parábola del Pródigo es la última de tres parábolas que Jesús comparte acerca de la pérdida y la redención -La Oveja Perdida, La Moneda Perdida y El Hijo Perdido- y lo mejor es leer en ese contexto para entender toda la fuerza de la narración de Jesús.
3. Cuando el hijo pródigo pidió su herencia, fue como decirle a su padre: "Ojalá estuvieras muerto." Fue un gran insulto, pesado de vergüenza y culpa.
4. En la cultura judía en este momento, hacer algo como esto probablemente lo habría cortado de la comunidad para siempre. Y ser parte de la comunidad mayor era fundamental para la supervivencia, la salud y la calidad de vida general.
5. En realidad, el padre habría tenido que dividir la tierra y vender una parte de sus bienes para dar a su hijo la herencia solicitada.
6. Después que el hijo pródigo había malgastado su herencia y se encontró solo y hambriento, él tomó un trabajo alimentando apacentando cerdos. ¿Por qué es esto significativo? En la cultura judía los cerdos eran animales "sucios". Si un hombre judío anhelaba la comida de los cerdos, definitivamente había llegado ya al fondo.
7. El hijo pródigo decide dirigirse a casa,  pensando que tal vez su padre lo recibiría como siervo. Esta es la prueba de que el hijo no comprendía la profundidad del amor y la compasión de su padre.
8. El hijo pródigo ensaya un discurso, pero nunca llega a usarlo.
9. Cuando el padre ve regresar a su hijo, corre a saludarlo. Correr en la antigua cultura del Cercano Oriente era tabú en ese momento. Requería a un hombre que subiera su túnica a las caderas y le expusiera las piernas (para no tropezar). La práctica era mal visto y normalmente traída vergüenza y deshonra.
10. Si un hijo judío despilfarró su dinero, entregándolo a los gentiles, él habría sido cortado de la comunidad a su regreso. Probablemente el padre corrió a encontrarse con su hijo para llegar a él antes de que alguien más de la comunidad tuviera la oportunidad de enfrentarlo. El hecho de que el Padre corra para recibirlo es escandaloso y chocante y va en contra de la norma cultura
11. El padre no reprendió al hijo, sino que le dio una fiesta de bienvenida en casa, llamando a sus sirvientes a preparar el ternero engordado, un anillo, una bata y zapatos. Esta es la postura de Dios hacia los pecadores arrepentidos, y siempre es audaz, sorprendente y desbordante de alegría.
12. El padre dio a su hijo un manto para restaurar su dignidad frente a la comunidad. Sin duda el hijo estaba andrajoso y sucio de la alimentación de los cerdos y el padre lo viste como un acto de amor y compasión y para honrar a su hijo a plena vista de la aldea.
13. El padre también le dio un anillo al hijo. Llevar anillos durante este tiempo en la historia fue un signo de riqueza y posición. El poder de este símbolo refleja el deseo del padre de restaurar su hijo como un miembro de la familia y un miembro respetable de la comunidad-bajo la sombra del padre- una vez más.
14. A continuación, el padre pidió a sus sirvientes que le trajeran un par de sandalias. Este, tal vez el regalo más práctico, era un gesto que decía: "Te quiero por un rato". Las sandalias le prepararon para caminar con el padre sin temor de ser cortar o ensuciar sus pies del suelo.
15. Pero había un último regalo: el becerro engordado. Este tipo de fiesta extravagante fue reservado para ocasiones increíblemente importantes. Su hijo ya no se conformaría con las vainas de los cerdos; ahora cenaría con la mejor carne disponible en presencia de su familia y, probablemente, de todo el pueblo.
16. La historia tiene una segunda parte sobre el hijo mayor, que a menudo se pasa por alto, pero es igual de importante.
17. El hijo mayor representaba a los fariseos ya los escribas: se sentían irrespetados por la gracia escandalosa de Dios para el pecador y el marginado. Además, han estado guardando las reglas desde el primer día, ¿por qué no les hacían una fiesta?
18. ¿La respuesta del padre al hijo mayor? "Todo lo que tengo es tuyo también, pero esto requiere una celebración: ¡mi hijo estaba muerto y ahora está vivo de nuevo!" Esta es una gran imagen de la postura de Dios ante el pecador auto-justo -tipo, directo, generoso, pero aún enfocado en El poder del arrepentimiento.
19. La parábola termina con la negativa del hermano mayor a asistir a la fiesta. No sabemos lo que pasó, pero Jesús dejó la historia pendiente, abierta para preguntas y discusión, como a menudo lo hace.
¿Quiénes son ustedes en esta historia? ¿Eres pródigo, fariseo o siervo? ¿Es usted el hijo rebelde, perdido y lejos de Dios? ¿Es usted el fariseo farisaico, que ya no es capaz de regocijarse cuando un pecador vuelve a Dios?
Tal vez usted ha golpeado el fondo de la roca, vienen a sus sentidos y decidió correr a los brazos abiertos de Dios de la compasión y la misericordia? ¿O eres uno de los siervos de la casa, regocijándose con el padre cuando un hijo perdido encuentra su camino a casa?



THE PRODIGAL SON


Luke 15:11-32
The Parable of the Prodigal Son is found in Luke chapter 15, verses 11-32. The main character in the parable, the forgiving father, whose character remains constant throughout the story, is a picture of God. In telling the story, Jesus identifies Himself with God in His loving attitude to the lost. The younger son symbolizes the lost (Luke 15:1), and the elder brother represents the self-righteous (the Pharisees and teachers, Luke 15:2). The major theme of this parable seems not to be so much the conversion of the sinner, as in the previous two parables of Luke 15, but rather the restoration of a believer into fellowship with the Father. In the first two parables, the owner went out to look for what was lost (Luke 15:1-10), whereas in this story the father waits and watches eagerly for his son's return. We see a progression through the three parables from the relationship of one in a hundred (Luke 15:1-7), to one in ten (Luke 15:8-10), to one in one (Luke 15:11-32), demonstrating God’s love for each individual and His personal attentiveness towards all humanity. We see in this story the graciousness of the father overshadowing the sinfulness of the son, as it is the memory of the father’s goodness that brings the prodigal son to repentance (Romans 2:4).
1. The word “Prodigal” does not mean rebellious or lost—it means “wasteful” and “extravagant.” The word origin refers to a person who is reckless and squanders their wealth.
2. The parable of the Prodigal is the last of three parables Jesus shares about loss and redemption—The Lost Sheep, The Lost Coin and The Lost Son—and it’s best read in that context to understand the full force of Jesus’ narrative.
3. When the prodigal son asked for his inheritance, it was like saying to his father, “I wish you were dead.” It was a huge insult, weighted with shame and guilt.
4. In the Jewish culture at this time, doing something like this would have likely cut you off from the community forever. Moreover, being a part of the greater community was critical for survival, health and overall quality of life.
5. In reality, the father would have had to split up the land and sell a portion of his assets to give his son the requested inheritance.
6. When the prodigal son was done partying and found himself alone and hungry, he took a job feeding slop to pigs. Why is this significant? In Jewish culture, pigs were “unclean” animals. If a Jewish man longed for the food of pigs, it was definitely hitting “rock bottom.”
7. The prodigal son decides to head home, thinking that maybe his father would receive him as a servant. This is proof that the son did not understand the depth of his father’s love and compassion.
8. The prodigal son rehearses a speech, but he never gets to use it.
9. When the father sees his son return, he runs to greet him. Running in the Ancient Near Eastern culture was taboo at that time. It required a man to pull up his tunic to his hips and expose his legs (to keep from tripping). The practice was frowned upon and typically brought shame and embarrassment.
10. If a Jewish son squandered his money, giving it over to the Gentiles, he would have been cut off from the community upon his return. The father likely ran to meet his son to reach him before anyone else in the community had a chance to confront him. The fact that the Father runs to receive him is scandalous and shocking and goes against the cultural norm.
11. The father did not scold the son but gave him a lavish welcome home party—calling for his servants to prepare the fattened calf, a ring, a robe, and shoes. This is God’s stance toward repentant sinners, and it is always bold, surprising and overflowing with joy.
12. The father gave his son a robe to restore his dignity in front of the community. No doubt, the son was tattered and dirty from feeding slop to pigs and the father clothes him as an act of love and compassion and to honor his son in full view of the village.
13. The father also gave the son a ring. Wearing rings during this time in history was a sign of both wealth and position. The power of this symbol reflects the father’s desire to restore his son as a family member and a respectable member of the community—under the shadow of the father—once again. 
14. Next, the father asked his servants to get his son a pair of sandals. This, perhaps the most practical gift, was a gesture that said, “I want you around for a while.” The sandals prepared him to walk with the father without fear of cutting or soiling his feet from the ground.
15. But there was one last gift—the fattened calf. This kind of extravagant feast was reserved for incredibly important occasions. No longer would his son settle for the pods of pigs—he would now dine on the best meat available in the presence of his family and, likely, everyone in the village.
16. The story has a part two about the older son, that often is overlooked, but it is just as important.
17. The older son represented the Pharisees and scribes—they felt disrespected by God’s scandalous grace to the sinner and the outcast. Besides, they have been keeping the rules since day one—why didn’t they get a party?
18. The father’s response to the older son? “All I have is yours too, but this requires a celebration—my son was dead and now he’s alive again!” This is a great picture of God’s stance to the self-righteous sinner—kind, direct, generous, but still focused on the power of repentance.
19. The parable ends with the refusal of the older brother to attend the feast. We do not know what happened, but Jesus left the story hanging, open-ended for questions and discussion, as he often does.
Who are you in this story? Are you a prodigal, a Pharisee or a servant? Are you the rebellious son, lost and far from God? Are you the self-righteous Pharisee, no longer capable of rejoicing when a sinner returns to God?
Maybe you have hit rock bottom, come to your senses and decided to run to God's open arms of compassion and mercy. On the other hand, are you one of the servants in the household, rejoicing with the father when a lost son finds his way home?





Monday, April 15, 2019

¡NO ESTA AQUI, HA RESUCITADO!


“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.”Mateo 28:1-6
 ¡Él no está aquí, ha resucitado! Estas siete palabras declaran la verdad más importante en la Biblia entera. ¿Usted puede preguntar, “Podía alguna verdad ser más importante que la verdad del nacimiento virginal de Cristo o, la verdad de la cruz de Calvario? ¿O los milagros que Cristo hizo, sanar los enfermos, dar la vista a los ciegos, y resucitando los muertos?” ¡Sí! ¡Porque, no importa lo que hizo Jesús, o quién era, si la muerte lo podría haber mantenido en la tumba, todo lo demás hubiera sido en vano! Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
 La cruz y la resurrección de Jesús son inseparables, el uno demanda el otro. Si Jesús no hubiera muerto no habría por supuesto ninguna resurrección, de ahí ninguna fe, ninguna salvación, ninguna nueva creación; pero se no hubiera conquistado la muerte, el infierno, y la tumba Su muerte hubiera sido en vano. ¡Por lo tanto aquellos  que niegan Su resurrección más vale que nieguen que fue crucificado! “Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (I Corintios 15:12-19).
 El diablo hizo todo en su poder de mantener a Jesús de la cruz. Él sabía que si Jesús alcanzara el Calvario, Su muerte en la cruz eventualmente traería la caída de su reino. Satanás reunió todas las fuerzas del infierno, en un intento de destruir a Jesús antes de que él alcanzara la cruz, pero la Biblia nos dice en Colosenses 2:15 que Jesús, “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” Cuando Jesús oro en el Jardín de Getsemaní, Él vio todas las fuerzas del infierno aliados juntos para aplastarlo; pero un Ángel fue enviado para fortalecerlo y El obtuvo la victoria, poniendo al infierno a una vergüenza abierta.
 El diablo trató de matar a Jesús cuando fue azotado por los romanos pero no lo logro. Él trató de matarlo bajo el peso de la cruz y falló. ¡Jesús vino al mundo para morir en la cruz, y ni el diablo y todas las fuerzas del infierno no podían pararlo!  Incluso después de que Él llegó a la cruz y murió allí, ellos pensaron que ellos podrían mantenerlo en la tumba por poniendo una piedra pesada en frente de la entrada, sellándolo con el sello imperial de Roma, y poniendo una guardia romana enfrente de ella. Pero ellos no habían tomado en cuenta el poder de Dios y el hecho que no era posible que la muerte lo detuviera porque Él era Dios mismo manifestado en la carne como dice el evangelio de San Juan 1:14; “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”
 ¡No era posible que la muerte detuviera a Jesús! La muerte es el resultado del pecado, “Porque la paga del pecado es muerte” dice Romanos 6:23, “y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” dice Santiago 1:15, pero Jesús no pecó; no había pecado en Él. Por tanto la muerte no tenía ningún derecho a Jesús. Jesús no murió como muere un mortal; Él no murió una muerte “natural.” Él entrego su vida por su propia voluntad, para volverla a tomar. El dijo en San Juan 10:17-18: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” Jesús es vida, y es imposible que la muerte retenga la vida. Él dijo en San Juan 11:25: “Yo soy la resurrección y la vida.” Él tomo un cuerpo para poder morir, dar Su vida, y mediante la muerte hacer posible la vida eterna a todos los que creen en Él, San Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
 ¡Ningún hombre mató a Jesús! ¡Es cierto que los hombres demandaron Su muerte, los hombres lo detuvieron y lo condenaron, y las manos de hombres le clavaron en la Cruz, pero no nos equivoquemos, el hombre no tomo su vida! Jesús era Dios manifestado en la carne, y Dios no puede morir ni puede ser matado.   
 Pilato dio el cuerpo exánime de Jesús a Nicodemo y José de Arimathaea. Ellos bajaron el cuerpo de la cruz y lo pusieron en la tumba nueva de José, ¡pero no era posible que la corrupción destruya Su cuerpo, y al tercer día después de Su entierro Jesús salió de la tumba en el mismo cuerpo que Nicodemo y José habían puesto en la tumba! Si Él no hubiera resucitado corporalmente no hubiera ganado la victoria total sobre la muerte.     
 Sin Su resurrección corporal Él hubiera ganado solamente una victoria parcial sobre la muerte. Pero, Él si resucito corporalmente, y la Palabra de Dios declara: “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (I Corintios 15:54-57).
 Gracias a Dios que Él no se detuvo antes que ganar victoria total sobre el mundo, la carne, y el diablo, la muerte, el infierno, y la tumba. Tomo un cuerpo que era capaz de morir y en ese cuerpo Él murió y resucito. Su resurrección corporal es la garantía que conquisto todo lo que Él vino a conquistar, y Él ahora retiene las llaves del infernó y de la muerte. “yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17-18).
 Que todos los muertos van a ser resucitados a vida es enseñado en las escrituras, “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5:25-29). Dos cosas se enseñan en esta escritura. La primera cosa es que todos los que mueren van a ser resucitados a vida. La segunda cosa es que algunos van a ser resucitados a vida eterna mientras otros van a ser resucitados a vergüenza eterna y condenación.
 Todos los que han vivido y han muerto van a resucitar de la muerte al fin de la edad. Ellos se levantaran a la vida eterna o a la muerte eterna. Lo que la persona hace con Cristo va determinar cuál de estos dos va ser su fin. “los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:56, 11-15).             



HE IS NOT HERE, HE HAS RISEN!


“After the Sabbath, at dawn on the first day of the week, Mary Magdalene and the other Mary went to look at the tomb. There was a violent earthquake, for an angel of the Lord came down from heaven and, going to the tomb, rolled back the stone and sat on it. His appearance was like lightning, and his clothes were white as snow. The guards were so afraid of him that they shook and became like dead men. The angel said to the women, “Do not be afraid, for I know that you are looking for Jesus, who was crucified. He is not here; he has risen, just as he said. Come and see the place where he lay.” Matthew 28:1-6
 He is not here, He has risen! These seven words declare the most important truth in the entire Bible. You may ask, “Could any truth be more important than the truth of the virgin birth of Christ or, the truth of the cross of Calvary? Or the miracles that Jesus did, healing the sick, giving sight to the blind, and restoring the dead to life?” Yes! Because, it does not matters what Jesus did, or who He was, if death could have kept Him in the grave, All else would have been in vain!
 The cross and the resurrection of Jesus are inseparable one demands the other. If Jesus had not died there would, of course, be no resurrection, hence no faith, no salvation, no new creation; but had he not conquered death, hell, and the grave His death would have been in vain. Therefore, those who deny His resurrection might just as well deny that He was crucified! “Now if Christ be preached that he rose from the dead, how say some among you that there is no resurrection of the dead? But if there be no resurrection of the dead, then is Christ not risen: And if Christ be not risen, then is our preaching vain, and your faith is also vain. Yea, and we are found false witnesses of God; because we have testified of God that he raised up Christ: whom he raised not up, if so be that the dead rise not. For if the dead rise not, then is not Christ raised: And if Christ be not raised, your faith is vain; ye are yet in your sins. Then they also which are fallen asleep in Christ are perished. If in this life only we have hope in Christ, we are of all men most miserable” (I Corinthians 15:12-19).
 The devil did everything in his power to keep Jesus from the cross. He knew that if Jesus reached Calvary, His death on the cross would eventually lead to the downfall of his kingdom. Satan assembled all the forces of hell, in an all-out attempt to destroy Jesus before He reached the cross, but the Bible tells us in Colossians 2:15 that Jesus, “Having disarmed the powers and authorities, he made a public spectacle of them, triumphing over them by the cross.” When Jesus prayed in the Garden of Gethsemane, He saw all the forces of hell allied together to crush Him; but an angel was sent to strengthen Him and He won the victory, putting hell to an open shame.
 The devil tried to kill Jesus on the Roman whipping post and failed. He tried to kill Him under the weight of the cross and failed. Jesus came into the world to die on the cross, and all the forces of hell could not stop Him! Even after He reached the cross and died there, they thought that they could keep Him in the tomb by rolling a heavy stone across the door, sealing it with the imperial seal of Rome, and placing a Roman guard over it. However, they did not reckon on the power of God and the fact that it was not possible for death to hold Him because He was God manifested in the flesh just as the gospel of St. John 1:14 tells us “And the Word was made flesh, and dwelt among us.”
 It was not possible that death could hold Jesus! Death is the result of sin, “the wages of sin is death” says Romans 6:23, “Sin, when it is finished, bringeth forth death” says James 1:15, but Jesus did not sin; there was no sin in Him. Therefore, death had no claim on Him. Jesus did not die as mortals die; He did not die a “natural” death. He laid His life down of Himself, that He might take it again. He said in John 10:17-18, “No man taketh it from me, but I lay it down of myself. I have power to lay it down, and I have power to take it again.” Jesus is Life, and it is impossible for death to hold life. He said in St. John 11:25: “I am the resurrection, and the life.” He took a body in order that He might die, lay His life down, and through death make eternal life possible for all who believe in Him. John 3:16: “For God so loved the world, that he gave his only begotten Son, that whosoever believeth in him should not perish, but have everlasting life.”
 No man killed Jesus! It is true that men demanded His death, men arrested and condemned Him, and the hands of men nailed Him to the cross, but make no mistake, friend, man did not take His life! Jesus was God manifested in the flesh, and God cannot die or be killed.   
 Pilate gave Jesus’ lifeless body to Nicodemus and Joseph of Arimathaea. They took it down from the cross and placed it in Joseph’s new tomb, but it was not possible for corruption to destroy His body, and on the third day after His burial Jesus came forth from the grave in the same body Nicodemus and Joseph had placed in the tomb! If He had not risen bodily He would not have won total victory over death.
 Without His bodily resurrection, He would have won only partial victory over death. However, He did rise bodily, and the Word of God declares: “When this corruptible shall have put on incorruption, and this mortal shall have put on immortality, then shall be brought to pass the saying that is written, Death is swallowed up in victory. O death, where is thy sting? O grave, where is thy victory? The sting of death is sin; and the strength of sin is the law. But thanks be to god, which giveth us the victory through our Lord Jesus Christ!” (I Corinthians 15:54-57).
 Thank God, He did not stop short of total victory, victory over the world, the flesh, and the devil, death, hell, and the grave. He took a body that was capable of dying and in that body, He died and rose again. His bodily resurrection is the guarantee that He conquered all He came to conquer, and He now holds the keys of hell and of death. “I am the first and the last: I am he that liveth, and was dead; and, behold, I am alive for evermore, Amen; and have the keys of hell and of death.” (Rev. 1:18).  
 That the dead are going to be raised to life again is taught throughout the scriptures, “Verily, verily, I say unto you,  The hour is coming, and now is, when the dead shall hear the voice of the Son of God: and they that hear shall live. For as the Father hath life in himself; so hath he given to the Son to have life in himself; And hath given him authority to execute judgment also, because he is the Son of man. Marvel not at this: for the hour is coming, in the which all that are in the graves shall hear his voice, And shall come forth; they that have done good, unto the resurrection of life; and they that have done evil, unto the resurrection of damnation” (John 5:25-29).  Two things are taught in this Scripture. The first thing is that everyone who dies is going to be raised to life again. The second thing is that some are going to be raised to life while others are going to be raised to everlasting shame and damnation.
 Everyone who has ever lived and died is going to be raised from the dead at the end of the age. They will either be raised to eternal life or to eternal damnation. What a person does with Christ will determine which of these it will be, “the rest of the dead lived not again until the thousand years were finished. This is the first resurrection. Blessed and holy is he that hath part in the first resurrection: on such the second death hath no power, but they shall be priests of God and of Christ and shall reign with him. And I saw a great white throne, and him that sat on it, from whose face the earth and the heaven fled away; and there was found no place for them. And I saw the dead, small and great, stand before God; and the books were opened: and another book was opened, which is the book of life: and the dead were judged out of those things which were written in the books, according to their works. And the sea gave up the dead which were in it; and death and hell delivered up the dead which were in them: and they were judged every man according to their works.  And death and hell were cast into the lake of fire. This is the second death. And whosoever was not found written in the book of life was cast into the lake of fire.” (Revelation  20:5-6, 11-15).



Monday, April 8, 2019

LA CRUCIFIXIÓN Y LA RESURRECCIÓN


El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”  Mateo 12:39-40

Muchas personas, por la razón de la tradición del "Viernes Santo y Domingo de Resurrección" han asumido que Jesús murió en viernes y resucitó el Domingo de Pascua. Como Jesús dijo que resucitaría al tercer día, algunos cuentan parte del viernes como un día, sábado como el segundo y parte del domingo, como el tercero. Pero cuando escudriñamos las Escrituras, hallamos que Cristo habló del período de tiempo como tres días y tres noches. ¡Del viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana, no hay tres días y tres noches! ¿Cuál es entonces la explicación correcta?

No hubo testigos oculares de la resurrección. Aun los llamados "Padres Apostólicos" no tuvieron más fuente e información que los registros que están hoy a nuestra disposición. No fue sino hasta la muerte del último de los doce apóstoles (Juan) que la tradición de "Viernes Santo y Domingo de Resurrección" empezó a difundirse en las iglesias. ¿Cuáles son los hechos registrados?

Los fariseos pedían a Jesús una señal de que era el verdadero Mesías, El les dijo que no les daría más señal que la del profeta Jonás. "Porque como Jonás estuvo en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches" (Mat. 12:39-40, 16:21; Mar. 10:34; Lc. 24:7; Jonás 1:7). Jesús declaró expresamente que la única señal que daría para probar Su dignidad de Mesías, sería Su permanencia de tres días y tres noches justos en el sepulcro.

Estos fariseos que se negaban a admitir la investidura de Cristo exigían una prueba, Jesús les ofreció solamente una prueba. Esa prueba no era el hecho de la resurrección en sí, sino el lapso de tiempo que El había de reposar en el sepulcro antes de ser resucitado. Jesús reclamo su derecho de ser el Salvador sobre Su promesa de permanecer exactamente tres días y tres noches en el sepulcro, ¡pero si el fracasaba en cumplir esta señal, debe ser rechazado como un impostor! ¡No es de extrañar que Satanás haya hecho que los incrédulos se mofen de la historia de Jonás y la Ballena! Esta única y sobrenatural prueba dada por Jesús para demostrar su mesiazgo, ha incomodado mucho a los comentaristas y a los altos críticos. Sus esfuerzos por descartar esta única prueba de la divinidad de Cristo, son ridículos en extremo. ¡Tienen que destruir esta evidencia, o sus tradiciones de "Viernes Santo y  el Domingo de Pascua" se derrumban!

Jesús estuvo en la tumba no menos ni más de 72 horas. Dios es un Dios de exactitud. El hace todo a la hora propicia. No hay nada de accidental en lo que El hace. "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo," no un año antes ni un año después, sino justamente a tiempo, que "Dios envió a su Hijo" (Gál.4:4). La hora de su Unigénito fue preordinada y de ella nos habló Daniel. De igual manera fue exacto el tiempo cuando Jesús fue "entregado" por los pecados del pueblo. Aquellos que trataron de matarlo antes, fallaron porque "su hora no había llegado". No solamente el día y el año de su muerte fueron preparados de antemano, ¡sino que hasta la "hora"  era parte del plan divino! "Padre...Jesús clamó..., la hora ha llegado..." (Juan 17:1).

Siendo que había una hora exacta para el nacimiento de Cristo, una hora exacta para su ungimiento, una hora exacta para el comienzo de su ministerio, una hora exacta para su muerte, no es impropio pensar que había también una hora exacta para su resurrección. Exactamente 72 horas. Un comentarista dice: "Por supuesto, sabemos que Jesús estuvo en el sepulcro solamente la mitad del tiempo que esperaba estar". ¡Algunos expositores nos embaucan hasta hacernos creer que "en la lengua griega, en que el N.T. fue escrito, la expresión 'Tres días y tres noches' indica tres períodos, ya sean del día o de la noche"! Jesús, nos dicen ellos, fue puesto en la tumba poco antes de la puesta del sol el viernes y resucitó al amanecer el domingo, dos noches y un día.

El comentarista Adam Clarke como otros cita el Talmud judío para apoyar la idea de que tres días y tres noches supuestamente significan un día y dos noches. El Comentario Bíblico de los Adventistas del Séptimo Día implica lo mismo. Pero la Biblia no es interpretada por el Talmud judío ni por ningún comentario de hechura humana. Jesús rechazó las talmúdicas tradiciones de los judíos.
La definición de la Biblia con respecto a la duración de los "días y las noches", es muy simple. Aun estos mismos críticos admiten que en hebreo, la lengua en que el libro de Jonás fue escrito, la expresión "tres días y tres noches" quiere decir un período de 72 horas, tres días de doce horas y tres noches de doce horas. Jonás 1:17 dice, "...y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches". Ese, los críticos admiten, fue un período de 72 horas. Y Jesús dijo claramente, que "como estuvo Jonás tres días y tres noches" en el vientre del gran pez, ¡así El estaría el mismo lapso de tiempo en el sepulcro!

¿Sabía Jesús cuánto tiempo había en un "día"  y en una "noche”? Respondió Jesús: "¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él" (Juan 11:9-10). Ahora note usted la definición bíblica de la expresión "al tercer día". Texto tras texto nos dice, que Jesús resucito al tercer día. Vea cómo defina la Biblia el tiempo requerido para cumplir "el tercer día"

En Génesis 1:4 y 5 leemos que "separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde [oscuridad] y la mañana [luz] un día" [el primer día]. El versículo 8 dice: "Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde [oscuridad] y la mañana [luz] el día segundo". En el versículo 13 del mismo capítulo 1 de Génesis se lee; "...y fue la tarde [ahora tres períodos de oscuridad llamados noche - tres noches] y la mañana [ahora tres períodos de luz llamados día - tres días] el día tercero". Aquí tenemos la única definición de la Biblia que explica y suma la cantidad de tiempo implicada en la expresión, "el día tercero". Jesús dijo que doce horas contenía cada período. ¡Un total de 72 horas! "Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días" (Marcos 8:31).

Si Jesús hubiera muerto el viernes y resucitado después de un día, la resurrección habría ocurrido el sábado por la tarde, y si después de dos días, ésta habría acontecido la tarde del domingo, y si después de tres días, la tarde de lunes. Examine este texto cuidadosamente. Usted no puede, por ningún proceso de matemática, sumar nada menos que un total de setenta y dos horas, tres días y tres noches, en una resurrección que ocurrió tres días después de la crucifixión.

Si aceptamos todo el testimonio de la Biblia (Marcos 9:31; Mateo 27:63; Juan 2:19-21), tenemos que llegar a la conclusión de que Jesús estuvo exactamente tres días y tres noches, tres días completos de 24 horas cada uno, o sean 72 horas en el sepulcro.

Para que sean tres días y tres noches, 72 horas, los de su permanencia en el sepulcro, su resurrección tuvo que haber ocurrido exactamente a la misma hora del día en que su cuerpo fue colocado en la tumba. ¡Si podemos hallar la hora del día en que fue sepultado, habremos encontrado también la hora del día e la resurrección! Si el entierro, por ejemplo, hubiera sucedido a la salida del Sol, y era necesario que el cuerpo quedara tres días y tres noches en la tumba, la resurrección tenía que ocurrir también a la salida del Sol tres días después. Si el sepelio fue a la puesta del Sol, la resurrección ocurrió tres días más tarde al ponerse el Sol. Jesús clamó a gran voz en la cruz poco después de "la hora novena" {3:00 p.m.} (Mat. 27:46-50; Mr. 15:34-37; Lc. 23:44-46).

El día de la crucifixión fue llamado de "preparación" o un día antes del Sábado (Mt. 27:62; Mr. 15:42; Lc. 23:54; Jn. 19:31). Ese día terminó a la puesta del Sol, según la computación bíblica (Levítico 23:32).

Jesús fue enterrado antes de que el citado día terminara, antes de la puesta del Sol. Juan añade: "Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús" (Jn. 19:42). De acuerdo con las leyes antes de que comenzara el Sábado o algún día grande de fiesta solemne. Por eso el cuerpo de Jesús fue enterrado antes del ocaso el mismo día que murió y su muerte ocurrió poco después de las tres de la tarde.

¡El entierro del cuerpo de Cristo fue a una hora avanzada de la tarde! Fue entre los tres pasados meridianos y la puesta del Sol como estas Escrituras lo prueban. Y puesto que la resurrección tuvo que ocurrir a la misma hora del día tres días más tarde, la resurrección de Cristo ocurrió, no a la salida del Sol, sino en la tarde, ya avanzada la hora, cerca de la puesta del Sol. Las primeras investigadoras, María Magdalena y sus compañeras, vinieron al sepulcro el primer día de la semana (el domingo) muy temprano, siendo todavía oscuro, cuando el Sol comenzaba a rayar, al alba (Mr. 16:2, 9; Lc. 24:1; Jn. 20:1). Estos son los textos que según suponen indica que la resurrección tuvo lugar a la salida del Sol la mañana del domingo. 

Algunos enseñan que Marcos 16:9 enseña que la resurrección fue el domingo en la mañana. Este versículo no dice que Jesús hubiera resucitado el primer día de la semana. ¿Dice que en el primer día de la semana estaba resucitado o que resucitó a esa hora? ¡No! Dice que al llegar el primer día de la semana "ya había resucitado". Esta frase está en tiempo anti pretérito. La palabra griega aquí escrita "resucitó", que es en pasado. La palabra griega no indica que Cristo resucitó en la mañana del primer día de la semana; al contrario, expresa que ya había resucitado.

Cuando la Biblia fue escrita originalmente, las comas eran desconocidas. La puntuación fue inventada por Aldus Manutions, en el siglo XV. Como los manuscritos originales no tenían puntuación alguna, los traductores añadieron las comas en donde pensaron que debían ir, basados en la lógica. En Marcos 16:9, notemos que la coma está situada después de la palabra mañana. El poner la coma aquí conecta al primer día de la semana con la hora de la resurrección. Pero si la coma se pone después de la palabra "resucitó", vemos el significado correcto de las Escrituras. Recordemos que fueron las palabras de la Biblia inspiradas, no la puntuación, que fue añadida más tarde por los hombres. El tercer día a contar del miércoles en que ocurrió el sepelio, fue Sábado; los tres días completos de permanencia en la tumba terminaron el Sábado en la tarde, poco antes de la puesta del Sol, no el domingo por la mañana.

Jesús fue crucificado el miércoles, o sea el día intermedio de la semana. El murió en la cruz un poco después de las tres de aquella tarde y fue enterrado antes de la puesta del Sol, la tarde del miércoles. Cuente tres días y las tres noches. Su cuerpo estuvo en la tumba el miércoles, jueves y viernes por la noche, tres noches. Y también estuvo allí durante la porción iluminada del día el jueves, viernes y Sábado, tres días. ¡Fue resucitado el sábado, ya tarde, un poco antes de la puesta del Sol, precisamente a la hora en que fue sepultado! Y el domingo en la mañana al amanecer ¡El ya estaba allí, ya había resucitado! 

¡Ahora llegamos a una objeción que posiblemente pueda surgir, y con todo, es precisamente el punto que prueba esta verdad! Tal vez haya observado que la Escritura dice que el día posterior a la crucifixión fue un sábado. Por leer negligentemente la Palabra de Dios, durante siglos, muchas personas ciegamente han supuesto que la crucifixión tuvo lugar un viernes.

 Ya hemos demostrado con los cuatro Evangelios que al día de la crucifixión se le llamo de "preparación" o "la víspera de la pascua". Era el día de preparación para el sábado. Pero, ¿para qué sábado? El Evangelio de Juan da una respuesta "Y era la preparación de la pascua". ¿Qué es un gran día de sábado? ¡Pregunte usted a cualquier judío! Le dirá que es uno de los Días Santos anuales, o día de fiesta. ¡Los Israelitas observaban siete de éstos todos los años, y a cada uno le llamaban sábado! Los sábados anuales caen en ciertas fechas del calendario, en diferentes días de la semana y en diferentes años, así como las fiestas que se observan ahora. Estos siete Sábados anuales pueden caer lunes, jueves, domingo, etc. (Levítico 16:31; 23:15, 24, 26-32, 39).

Mateo 26:2: "Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado". ¡Si lee usted todo este capítulo, entenderá que Cristo fue crucificado en la Pascua! Cristo es nuestra pascua, sacrificado por nosotros (I Cor. 5:7).

¡Jesús fue ofrecido en sacrificio el mismo día en que la Pascua era inmolada cada año! ¡Fue sacrificado el 14 de Abib, el primer mes del calendario hebreo! Y este día de la Pascua era el anterior o de preparación para la fiesta, o gran sábado anual, que ocurría el 15 de Abib. Este sábado puede caer en cualquier día de la semana. Frecuentemente sucede, aún hoy, y es observado por los judíos, en jueves. Los judíos observaron este gran sábado en un jueves en 2021.

El calendario de los hebreos muestra que en el año en que Jesús fue crucificado, el 14 de Abib, día de la Pascua, era miércoles y que el sábado anual fue jueves. Este era el sábado que se acercaba ya, cuando, José de Arimatea se apresuró a enterrar el cuerpo de Jesús casi al finalizar aquella tarde del miércoles. ¡Hubo dos sábados en esa semana!

Según Marcos 16:1, María Magdalena y sus acompañantes compraron las drogas aromáticas para ungir el cuerpo de Jesús después de que el sábado hubo pasado. Por lo tanto, no pudieron preparar dichas drogas antes del citado día. Sin embargo, después de prepararlas, "descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento" (Lucas 23:56).

Estudie estos textos cuidadosamente. Hay solamente una posible explicación: el gran Sábado anual, el día de fiesta correspondiente a los días de los Panes sin Levadura, ese año (31 d. de J.C.) cayó jueves, y al día siguiente, es decir, el viernes, estas mujeres compraron y prepararon sus aromas y luego descansaron el Sábado semanal, conforme al mandamiento (Éxodo 20:8-11). Una comparación de estos dos textos prueba que hubo dos sábados en aquella semana, con un día intermedio. De otra manera, estos textos se contradicen.