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EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Monday, November 25, 2013

ÉSTE ES EL DIA DE GRACIAS


 
Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.” (Salmos 100)

En el Día de Gracias, el presidente de los Estados Unidos llamara a todas las personas de este país a orad. Es quizás irónico que mientras que nuestra Constitución prohíbe el establecimiento de religión hay tiempos cuando aparece aceptable que el más alto oficial elegido de nuestra nación dirija a la gente en oración. Esto es especialmente evidente en la consecuencias del ataque terrorista del 11 de Septiembre, que inspiro muchas oraciones en lugares públicos dirigidas por muchos oficiales elegidos. Cuando piensa en ello, El Día de Gracias es único, entre las fiestas de nuestra nación en poner un acto de oración afronta y centro que todo. A ser seguro, este mensaje no es comunicado siempre muy claramente.

 A veces parece que el Día de Gracias es nuestro momento de más auto felicitación. Mientras las familias se reúnen alrededor de sus mesas llenas de tantas cosas buenas para comer, ¿es el verdadero propósito de esta fiesta para catalogar todos nuestros éxitos, para enumerar nuestros logros, para disfrutar nuestra fortuna buena que vivimos en la nación mas rica y mas poderosa en todo el mundo? ¿O hay algo más profundo llamándonos dentro de la llamada singular de esta nación a orar?

 Hubo una señora que abordo un autobús. Todos los asientos estaban ocupados. Estaba cansada y llevaba varios paquetes. Un hombre que estaba sentado vio el dilema de la señora y se levanto y cortésmente le ofreció su asiento. La señora fue tan asombrada por lo que el hombre hizo que se desmayó. Después de que revivió, miró al hombre quien le había ofrecido su asiento y le dijo, “gracias.” Cuando el hombre oyó esto el inmediatamente se desmayó.

 El punto de esta historia cómica es que, hoy en día no hay mucha gente que toman el tiempo para decir “gracias.” Esto es una tristeza, porque el agradecimiento es bueno para el alma.

 La Biblia enseña que un actitud de agradecimiento junta el cielo y la tierra; mientras que, un actitud desagradecido mantiene el cielo y la tierra, lo espiritual y lo material, separado. Cuando estamos agradecidos, reconocemos que la comida, la vivienda, y todas las otras necesidades vienen a nosotros por  la misericordia de Dios Omnipotente. El agradecimiento dirige nuestros corazones hacia al cielo. El agradecimiento es una de las cosas que nos eleva sobre el nivel de las bestias.  

 Muchos piensan del Día de Gracias como un tiempo para celebrar una vacación de la escuela y de comer mucho. O, quizás piensan que es el comienzo de la temporada festiva de Navidad. ¿Que es el significado verdadero detrás del Día de Gracias?

 Se supone que el Día de Gracias es uno de nuestras fiestas nacionales principales. Una buena pregunta es, “¿Estamos celebrando el Día de Gracias en la manera que Dios quiere que lo celebremos? ¿Hemos perdido el énfasis del Día de Gracias y lo hemos cambiado por una fiesta de glotonería de comida, bebida y juegos de fútbol? Mucha gente hoy en día se refieren a esta fiesta como “el día del pavo” en lugar del Día de Gracias. Muchos han eliminado el objeto del quien le estamos ofreciendo nuestro agradecimiento. Tenemos que solamente sentirnos agradecidos, se nos dice. ¿Pero a quien deberíamos dirigir nuestros agradecimientos? Se debe dirigir el objeto de nuestro agradecimiento a Dios por nuestras muchas bendiciones. No debería ser simplemente un agradecimiento en general. ¿A quien, y por que somos agradecidos en el Día de Gracias?

Podemos seguir ésta histórica tradición cristiana, desde el año 1623. En Noviembre del año 1623, después de levantar la cosecha, el gobernador de la colonia de peregrinos en Plymouth, Massachussets, declaró: “Todos ustedes, peregrinos, con sus esposas e hijos, congréguense en la casa comunal, en la colina… para escuchar al pastor, y dar gracias a Dios todo poderoso por todas sus bendiciones.”

 Este es el origen de nuestra celebración anual del Día de Gracias. El Congreso de los Estados Unidos ha proclamado Días Nacionales de Acción de Gracias a Dios en muchas ocasiones a través de los años. En el  primer día de Noviembre de 1777, por orden del Congreso, se firmo la primera Proclamación de Acción de Gracias Nacional, proclamando el tercer jueves de Diciembre como el día oficial de dar gracias. El día primero de Enero de 1795 George Washington, proclamo que el día oficial de Dar Gracias era el día  jueves, el 19 de Febrero, de 1795. Muchos años después, el 3 de Octubre de 1863, Abraham Lincoln proclamo, por acto del Congreso, un Día Nacional de Acción de Gracias anual en el ultimo jueves de Noviembre.
 
Este jueves celebraremos esta fiesta Nacional, ¿Pero, lo vamos a celebrar en la manera correcta? No debemos olvidar que el propósito principal de este día es para orar, y de dar gracias y no solo para comer y compañerismo. Dios no esta en contra de que hagamos una cena grande ni que nos juntemos con nuestros amigos y familia para comer juntos, pero si nuestra única oración es para pedir que Dios bendiga la comida que vamos a comer, ¿no estamos olvidando el significado verdadero de este día? Dios se deleita en bendecidnos como Su hijos. Sin embargo, ¿Nosotros como Sus hijos, nos deleitamos en bendecidlo con nuestras oraciones y acciones de gracias? ¿Se enfoca nuestras celebraciones alrededor de la comida y los juegos de fútbol, que alrededor de la discusión de que cosas deberíamos estar agradecido? Muchos rinden culto al ídolo de juegos de fútbol en este día de fiesta en lugar de enfocar en el significado verdadero del Día de Gracias. Pidámosle a Dios que nos perdone y en verdad celebremos este día con verdadera acción de gracias y oración.

En este Día de Gracias queremos dar gracias. En este Día de Gracias queremos unir el mundo material al mundo espiritual. En este Día de Gracias queremos dedicar a Dios, lo que se nos ha dado. ¿Cómo podemos hacer esto?:

Primero de todo, debemos agradecer a Dios por la vida. Él nos ha hecho y nos ha formado. Sólo por Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestra existencia. Sólo en Él tenemos la habilidad para pensar y disfrutar y responder y maravillar. Sólo en Él podemos saltar y correr y jugar y aprender. Sólo en Él podemos comer y dormir y amar. Así que agradecemos a Dios por la vida.

Segundo, debemos agradecer a Dios por la salud. Muchos de nosotros hemos sufrido problemas de la salud en este año. Parece que cuando enfrentamos enfermedades que apreciamos mas la salud y fortaleza.

Tercero, Debemos agradecer a Dios por proveer nuestras necesidades físicas. Sí, algunos de nosotros podíamos tener mas cosas o cosas mejores; aun así, tenemos comida, ropa sobre nuestros cuerpos, un tejado sobre nuestras cabezas, y un carro en el garaje. Estas son cosas materiales comunes, pero no vienen por casualidad. Sabemos que son regalos de Dios. Debemos recordarnos que en muchos lugares alrededor del mundo muy pocos gente se atreven a tomar estas bendiciones comunes por supuesto.

Cuarto, también debemos agradecer a Dios por nuestras familias. Para unas personas es doloroso recordar relaciones familiares que fueron rotas por la muerte o el  divorcio. Pero aun mientras sentimos el pesar podemos ser agradecidos por esos quien nos sostienen y nos aman todavía. Nuestras familias son preciosas. El Día de Gracias es un tiempo que los maridos deben agradecer a Dios por sus esposas, y que las esposas agradezcan  a Dios por sus maridos; y que los padres e hijos agradezcan a Dios por el uno y el otro;  y que todos demos gracias a Dios por el compañerismo de nuestros amigos.

Quinto, y más importante, debemos agradecer a Dios por su gracia y salvación. Dios nos ha bendecido con toda forma de bendición espiritual. Nos ha tomado, que éramos perdidos en el pecado y maldad y nos ha renovado para ser como Cristo. Ha quitado de nosotros el miedo del juicio y del infierno eterno.

Hay tiempos, por supuesto, cuando todos somos tentados a sentirnos desagradecido. En tales tiempos es bueno contemplar sobre las cosas buenas que Dios ha hecho por nosotros. Le voy a dar esta sugerencia: Tome tiempo y escriba en una tarjeta pequeña, que pueda caber en su cartera, diez cosas grandes que Dios ha hecho por usted. Entonces, cuando es tentado a sentirse desagradecido, saque esa tarjeta y comienza a pensar en las misericordias que ha apuntado. Pensando en las provisiones pasadas de Dios, se alentara, confiando en Su poder para proveer y protegerlo en el presente.

Un hombre que tenía una propiedad pequeña quería venderla. Mando a llamar un agente de bienes raíces, le pidió que escribiera un anuncio describiendo su casa y terreno. Cuando el anuncio estaba listo, el agente se lo llevo al dueño y se lo leyó. “Léame lo otra vez,” le dijo el dueño.

El agente leyó la descripción de la propiedad una vez más.  “No pienso que lo voy a vender,” le dijo el dueño. “¡He buscado una propiedad como esa toda me vida y no sabia que lo poseía!”

Cuenta sus bendiciones, si, pero comienza por pediéndole  a Dios que le abra los ojos para ver las muchas bendiciones y cosas que Él le ha dado. Eso cambiara toda su perspectiva entera y le habilitara para alabar y agradecer a Dios siempre.

        

  

 

          

THIS IS THANKSGIVING


“Make a joyful noise unto the Lord, all ye lands. Serve the Lord with gladness: come before his presence with singing. Know ye that the Lord he is God: it is he that hath made us, and not we ourselves; we are his people, and the sheep of his pasture. Enter into his gates with thanksgiving and into his courts with praise: be thankful unto him and bless his name. For the Lord is good; his mercy is everlasting; and his truth endureth to all generations.” Psalm 100
On Thanksgiving Day, the President of the United States will call the people of this country to prayer. It is perhaps ironic that while our Constitution forbids the establishment of religion there are times when it appears perfectly acceptable for the nation's highest elected official to lead the people in prayer. This is especially apparent in the aftermath of the September 11 terrorist attacks which inspired so much prayer in public places led by so many elected officials. When you think about it, Thanksgiving is unique among the nation's holidays in placing an act of prayer, front and center. To be sure, this message is not always communicated very clearly. 

It sometimes seems that Thanksgiving is our most self-congratulatory moment. As families gather around their tables filled with so many good things to eat, ¿Is the real purpose of this holiday to catalogue all our success, to list our achievements, to enjoy our good fortune that we happen to live in the richest and most powerful nation in the world?  ¿Or is there something deeper calling to us from within this nation's singular call to prayer? 

There was a woman who boarded a bus. Every seat was filled. She was tired and carried several packages. Noticing her dilemma, a certain man stood up and graciously offered his seat to the woman. The woman was so shocked by what the man did that she fainted. After she was revived, she looked up at the man who had relinquished his seat and said, "Thank you." When the man heard this he promptly fainted.

The point of this humorous story is that many people don't bother saying "thank-you" anymore. This is  sad because thankfulness is good for the soul.

The Bible teaches that a thankful attitude joins heaven and earth; whereas, an ungrateful attitude keeps heaven and earth, the spiritual and the material, separate. When we are thankful, we recognize that food, shelter, and all other necessities come to us because of the mercy of Almighty God. Thankfulness turns our hearts towards heaven. Thankfulness is one of the things that lifts us above the level of the beasts.
 
Many Americans think of Thanksgiving as a wonder full time to celebrate getting out of school for a long weekend and eating a big meal. Or, maybe they think it is the start of the Christmas holiday season. ¿What is the real meaning behind Thanksgiving?

Thanksgiving is supposed to be one of our main national holidays. A good question to ask is “¿Are we celebrating Thanksgiving the way that God wants us to celebrate it?” ¿Have we lost the emphasis of thanksgiving and shifted it to a gluttonous feast of food, drink and football games?  Many people today refer to this holiday as "turkey day" instead of Thanksgiving Day. Many people have eliminated the object of who we are to offer our thanks. We are just to be "thankful" we are told. ¿But to whom should our thanks be directed to? The object of our thanks for our many blessings should be directed to God. It should not just be a general "thanks." To whom, and for what are we thankful on Thanksgiving Day?

We can trace this historic American Christian tradition to the year 1623. After the harvest crops were gathered in November 1623, Governor William Bradford of the Pilgrim Colony, “Plymouth Plantation” in Plymouth, Massachusetts proclaimed: “All ye pilgrims with your wives and little ones, do gather at the Meeting House, on the hill… there to listen to the pastor, and render Thanksgiving to the Almighty God for all His blessings.”

This is the origin of our annual Thanksgiving Day celebration. The Congress of the United States has proclaimed National Days of Thanksgiving to God many times throughout the years. On November 1, 1777, by order of Congress, the first National Thanksgiving Proclamation was signed proclaiming the third Thursday of December as the official day of thanksgiving. On January 1, 1795, George Washington, proclaimed Thursday, the 19th day of February, as the National Day of Thanksgiving. Many years later, on October 3, 1863, Abraham Lincoln proclaimed, by act of congress, an annual National Day of Thanksgiving on the last Thursday of November.

This Thursday we will celebrate this national holiday, ¿But are we going to celebrate it in the right manner? We must not forget that the main purpose of this day is for prayer and thanksgiving, and not only feasting and fellowship. God is not opposed to our feasting and our gathering of friends and family to eat together, ¿But if our only prayer is to ask God to bless the food that we are going to eat, ¿Are we not forgetting the real meaning of this day? God delights in blessing us as His children. ¿However, do we, as His children delight in blessing Him with our prayers and thanks? ¿Dose our celebrations revolve more around the meal and the football games that follow, than around the discussion of the things we should be thankful for? Many are worshipping the idol of ball games on holidays instead of focusing on the true meaning of Thanksgiving. Let us ask God to forgive us and truly celebrate this day in real thanksgiving and prayer.

On this Thanksgiving Day we want to give thanks. On this Thanksgiving Day we want to join the material world to the spiritual. On this Thanksgiving Day we want to dedicate to God what has been given to us. ¿How do we go about doing this?

First of all, we should thank God for life. He has made us and formed us. Only in Him do we live and move and have our being. Only in Him do we have the ability to think and enjoy and respond and wonder. Only in Him can we jump and run and play and learn. Only in Him can we eat and sleep and love. So we thank God for life.

Second, we should thank God for health. Many of you have suffered health problems throughout this year. It seems that it is only when we face sickness that we appreciate health and strength.

Third, we should thank God for providing for our physical needs. Yes, some of us could have more things or better things; even so, we have food, clothes on our bodies, a roof over our heads, and a car in the garage. These are common material things, but they do not come by chance. We know they are gifts from the Giver above. We should remember that in many places around the world very few people dare to take these common blessings for granted.

Fourth, we should also thank God for our families. For some people, it is painful to remember family relationships broken by death or divorce. But even as we feel such grief, we can be thankful for those who uphold us and love us still. Our families are precious. Thanksgiving is a time for husbands to thank Almighty God for their wives, and for wives to thank God for their husbands; for parents and children to thank God for each other; for all of us to thanks God for the companionship of friends.
Fifth, and most important, we should thank God for grace and salvation. God has blessed us with every sort of spiritual blessing. He has taken us who were lost in sin and evil and renewed us to be like Jesus. He has removed from us the fear of judgment and everlasting hell fire.

There are times, of course, when we all are tempted to feel ungrateful. At such times it is good for you to contemplate the good things God has done for you. May I offer this suggestion: take time this week to write on a card small enough to fit into your wallet, 10 great things God has done for you. Then, whenever you are tempted to feel ungrateful, pull out that card and start thinking about the mercies you have written down. By thinking about God's past provision, you'll be encouraged to trust in His power to provide and protect in the present.

 A man who owned a small property wanted to sell it. Sending for a real estate agent, he asked him to write an advertisement describing the house and land. When the ad was ready, the agent took it to the owner and read it to him. "Read that again," said the owner.

 The agent read the description of the property once more. "I don't think I will sell it after all," said the owner. "I have been looking for a property like that all my life and I did not know that I owned it!"

 Count your blessings – yes, but start by asking God to open your eyes to see the many blessings and things God has given to you. That will change your entire perspective and enable you to praise and thank God always.

 

 

 

 

Monday, November 18, 2013

LA JUSTIFICACIÓN


Romanos 5:1-10

La cuestión de la justificación del hombre ante Dios se presento temprano en la historia del hombre. En el Libro de Job leemos: "¿Cómo se justificará el hombre con Dios?"(Job 9:2),  y "¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? " (Job 25:4).
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo, principal exponente de la doctrina de la justificación, desarrolló más plenamente. Después de su conversión, y durante su visita a Antioquía de Pisidia, él dijo: "Sea notorio a vosotros por tanto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y por Él todo aquel que cree es justificado todas las cosas, de los que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés" (Hechos 13:38-39). Pablo dice que el perdón y la justificación son posibles a través de Jesucristo, pero deja claro que los dos no son idénticos. Si un delincuente es encontrado culpable y condenado por un delito, puede ser perdonado por el ofendido e incluso perdonado por el gobernador, pero él sigue siendo culpable de la ofensa. Su culpa fue establecido y los registros de la corte lleva como tal. Él ha sido perdonado, pero no se justifica.
El apóstol dice que Dios hace dos cosas para el pecador culpable, pero creyente de que nadie puede hacer posiblemente para otro, es decir, Él perdona y justifica ambos. La justificación es más que el perdón. Podemos perdonar a otro por su error, pero no lo podemos justificar. Perdón asume culpabilidad, por lo tanto, el culpable no puede justificarse. Por otro lado, si se justifica a un hombre, entonces no necesita el perdón, porque la justificación no asume ninguna culpa. Pero como todos los hombres son a la vez culpables y pecadores condenados ante Dios, todos necesitamos tanto el perdón y la justificación antes de entrar en el Reino de Dios.
La justificación es el acto judicial de Dios, por el cual Él perdona todos los pecados de los que creen, y cuentas, acepta y trata como justos a los ojos de la ley, es decir, que conforme a todos sus exigencias. Además del perdón de los pecados, la justificación declara que todas las demandas de la ley se cumplan, respecto de los justificados. La ley no es relajado o dejar a un lado, pero se declara que se cumple en el sentido más estricto, por lo que la persona justificada es declarada a tener derecho a todas las ventajas y beneficios derivados de la perfecta obediencia a la ley (Romanos 5:1-10) . Aunque la justificación como un principio se encuentra en toda la Escritura, el paso principal que describe la justificación en relación con los creyentes es Romanos 3:21-26.
El problema de Dios en redimir al hombre era  de justificar al pecador sin aprobar o justificar su pecado. Dios no podía transigir en juicio y tratar el pecado a la ligera. La ley y la justicia exigían la pena de muerte por cada pecado (Ezequiel 18:20; 18:20). La ley, Romanos 2:13, dijo: "Pero los hacedores de la ley serán justificados." Pero la pregunta que enfrenta Dios fue: "¿Qué hombre podría guardar la ley perfectamente?" (Rom. 3:23) La solución de Dios fue enviar a su Hijo para ser el hombre para vivir la vida perfecta de acuerdo a la ley, obtener la justicia y darlo como un regalo al  creyente.
Somos justificados, declarados justos, en el momento de nuestra salvación. Justificación no nos hace justos, sino que nos pronuncia justos. Nuestra justicia viene de poner nuestra fe en la obra terminada de Jesucristo. Su sacrificio cubre nuestro pecado, permitiendo que Dios nos ve como perfectos y sin mancha. Porque como creyentes estamos en Cristo, Dios ve la propia justicia de Cristo cuando nos mira. Esto responde a las demandas de Dios para la perfección, por lo que Él nos declara justos, Él nos justifica .
Romanos 5:18-19 lo resume así: "En consecuencia, al igual que la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, así también el resultado de un acto de justicia fue la justificación de vida para todos los hombres. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos." Es a causa de la justificación que la paz de Dios pueda reinar en nuestras vidas. Es a causa de la justificación que los creyentes pueden tener la seguridad de la salvación. Es el hecho de la justificación que permite que Dios comencé el proceso de la santificación y por lo tanto la doctrina de la justificación por la fe no conduce al libertinaje (Romanos 6:2-7). Las buenas obras, aunque no es la base, son la consecuencia cierta de la justificación (Romanos 6:14, 7:6).
La única condición en la que esta justicia es imputada o acreditado para el creyente es la fe en Jesucristo. La fe se llama una "condición", no porque posea algún mérito, pero sólo porque es el instrumento, el único instrumento por el cual el alma apropia o aprehende a Cristo y su justicia (Romanos 1:17, 3:25, 26, 4:20​​, 22, Filipenses 3:8-11, Gálatas 2:16).
El pecador es declarado justo. La palabra clave es "declarado." Somos pecadores quiénes no hemos logrado lo que Dios quiere que seamos. Jesucristo murió por nuestros pecados . Él murió en nuestro lugar en la cruz. En el momento en que confiamos en Cristo su sangre nos limpia de todos nuestros pecados. Dios nos pronuncia absueltos. Se trata de una vez y para siempre acto de Dios por el cual Él nos declara justos delante de Él (II Corintios 5:21).
Es importante tener en cuenta que la justificación no se refiere a cualquier cambio subjetivo forjado en la disposición de una persona, pero es solamente un cambio objetivo en su posición en relación con la ley de Dios. La justificación tiene únicamente que ver con el aspecto legal de la salvación. Es la sentencia del juez.
Sólo Dios puede justificar a un hombre, nadie puede justificar otro hombre. El tribunal del Cielo se diferencia de todos los tribunales terrenales. La fuente de la justificación debe ser en Dios. Un gobernador o el presidente, pueden perdonar a un criminal culpable y condenado, pero ninguno puede rehabilitar al delincuente a la posición de un hombre inocente (Deuteronomio 25:1). Si un hombre no es culpable de un cargo realizado en su contra, debe ser justificado. Pero en el caso de la justificación bíblica, todos los hombres son pecadores, y puesto que todo pecado es contra Dios, Él sólo debe estar satisfecho. ". . . que Él (Dios) llamó, a éstos también justificó . . . " (Romanos 8:30). "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica." (Romanos 8:33) . " . . . Que Él (Dios) sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Romanos 3:26). En efecto, sólo Dios puede justificar a los pecadores .
El resumen de Pablo de su argumento de esta gran verdad enumera las bendiciones que lo acompañan. Aquí está la herencia del creyente en Cristo. Estos resultados de la justificación se nos dan en Romanos, capítulo 5. Pablo comienza en el versículo 1 con la palabra "por lo tanto". Esta palabra definitivamente conecta lo segué con lo que se ha dicho en los capítulos anteriores. Recoge la verdad de lo que precede y arroja luz sobre la verdad acerca de ser afirmada. Comenzamos con el hombre en la profundidad del pecado, tanto culpables y condenados ante Dios. A continuación, vemos el amor y la gracia de Dios, al enviar a Jesús a morir en lugar del pecador, y por el pecado, que muestra que el pecador puede ser justificado delante de Dios, "a través de la redención que es en Cristo Jesús." "Por lo tanto", dice Paul, "en vista de lo que Dios en su Hijo ha hecho por el hombre, son las bendiciones que se derramará de Dios a todos los que reciben su gracia que justifica."
A. Tenemos paz para con Dios (v-5:1)
B. Tenemos acceso a Dios (v-2)
C. Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (v-2)
D. nos gloriamos en la Tribulación (v-3)
A la luz de la doctrina de la justificación, los cristianos y la iglesia de hoy debe reevaluar su forma de pensar. En lugar de la culpa, Dios ofrece el perdón y la paz. En lugar de condena y siempre tratando de estar a la altura y no poder, Dios concede la absolución. En lugar de un programa de obras, Dios pronuncia "pagado por completo". Estos aspectos y más de la enseñanza de la justificación que puede y va a transformar y revolucionar la vida del creyente, en particular, y la iglesia en general, y el no cristiano que Dios concede misericordia. Dios no puede hacer nada más para salvarte. El cielo estaba en bancarrota para hacerte justo. Él hizo todo lo que podía hacer.

JUSTIFICATION



Romans 5:1-10

The question of man’s justification before God was raised early in man’s history. In the Book of Job we read, “How should man be just with God?” (Job 9:2), and “How then can man be justified with God?” (Job 25:4).
In the New Testament the Apostle Paul, chief exponent of the doctrine of Justification, developed it more fully. After his conversion, and during his visit to Antioch in Pisidia, he said, “Be it known unto you therefore, men and brethren, that through this man is preached unto you the forgiveness of sins; And by Him all that believe are justified from all things, from which ye could not be justified by the law of Moses” (Acts 13:38-39). Paul says that forgiveness and justification are made possible through Jesus Christ, but he makes it clear that the two are not identical. If a criminal is found guilty and convicted of a crime, he may be forgiven by the offended party and even pardoned by the governor, but he remains guilty of his offense. His guilt was established and the court records carry it as such. He has been forgiven but not justified.

The Apostle is saying that God does two things for the guilty but believing sinner that no man can possibly do for another; that is, He both forgives and justifies. Justification is more than forgiveness. We can forgive another for his wrong, but we can never justify him. Forgiveness assumes guilt; therefore, the guilty one cannot be justified. On the other hand, if we justify a man, then he needs no forgiveness, because justification assumes no guilt. But since all men are both guilty and condemned sinners before God, all need both forgiveness and justification before entering the Kingdom of God.
Justification is the judicial act of God, by which He pardons all the sins of those who believe, and accounts, accepts, and treats them as righteous in the eye of the law, i.e., as conformed to all its demands. In addition to the pardon of sin, justification declares that all the claims of the law are satisfied in respect of the justified. The law is not relaxed or set aside, but is declared to be fulfilled in the strictest sense; and so the person justified is declared to be entitled to all the advantages and rewards arising from perfect obedience to the law (Romans 5:1-10). Though justification as a principle is found throughout Scripture, the main passage describing justification in relation to believers is Romans 3:21-26.

God's problem in redeeming man was to justify the sinner without condoning or justifying his sin. God could not compromise in judgment and treat sin lightly. Law and justice demanded the death penalty for every sin (Ezek. 18:20; 18:20). The law, Romans 2:13, said "But the doers of the law shall be justified." But the question facing God was: "What man could keep the law perfectly? (Rom. 3:23)" God's solution was to send His son to be the man to live the perfect life according to the law, gain the righteousness and then give it as a gift to the believing. 
We are justified, declared righteous, at the moment of our salvation. Justification does not make us righteous, but rather pronounces us righteous. Our righteousness comes from placing our faith in the finished work of Jesus Christ. His sacrifice covers our sin, allowing God to see us as perfect and unblemished. Because as believers we are in Christ, God sees Christ's own righteousness when He looks at us. This meets God's demands for perfection; thus, He declares us righteous—He justifies us.

Romans 5:18-19 sums it up well: “Consequently, just as the result of one trespass was condemnation for all men, so also the result of one act of righteousness was justification that brings life for all men. For just as through the disobedience of the one man the many were made sinners, so also through the obedience of the one man the many will be made righteous.” It is because of justification that the peace of God can rule in our lives. It is because of justification that believers can have assurance of salvation. It is the fact of justification that enables God to begin the process of sanctification and thus the doctrine of justification by faith does not lead to licentiousness (Romans 6:2-7). Good works, while not the basis, are the certain consequence of justification (Romans 6:14; 7:6).
The sole condition on which this righteousness is imputed or credited to the believer is faith in Jesus Christ. Faith is called a "condition," not because it possesses any merit, but only because it is the instrument, the only instrument by which the soul appropriates or apprehends Christ and His righteousness (Romans 1:17; 3:25, 26; 4:20, 22; Philippians 3:8-11; Galatians 2:16).

The sinner is declared righteous. The key word is “declared.” We are sinners who have failed to what God wants us to be. Jesus Christ died for our sins. He died in our place on the cross. The moment we trust in Christ His blood cleanses us of all our sins. God pronounces us acquitted. It is a once and for all act of God whereby He declares us righteous in His sight (II Corinthians 5:21).
It is important to keep in mind that justification does not refer to any subjective change wrought in a person's disposition, but is solely an objective change in his standing in relation to God's law. Justification has solely to do with the legal side of salvation. It is the sentence of the judge.

Only God can justify a man; no man can justify another man. The tribunal of Heaven differs from all earthly tribunals. The source of justification must be in God. A governor, or the President, can pardon a guilty and condemned criminal, but neither can reinstate the criminal to the position of an innocent man (Deuteronomy 25:1). If a man is not guilty of a charge made against him, he should be justified. But in the case of biblical justification, all men are sinners, and since all sin is against God, He only must be satisfied. “. . . whom He (God) called, them He also justified . . .” (Romans 8:30). “Who shall lay anything to the charge of God’s elect? It is God that justifieth” (Romans 8:33). “. . . That He (God) might be just, and the Justifier of him who believeth in Jesus” (Romans 3:26). Indeed, only God can justify sinners.

Paul’s summary of his argument of this great truth lists the blessings which accompany it. Here is the believer’s heritage in Christ. These results of justification are given to us in Romans, chapter 5. Paul commences in verse 1 with the word “therefore.” This word definitely connects that which is to follow with that which has been said in previous chapters. It gathers up the truth of what precedes and sheds light upon the truth about to be affirmed. We began with man down in the depth of sin, both guilty and condemned before God. Then we see the love and grace of God, in sending Jesus to die in the sinner’s place and for sin, showing that the sinner could be justified before God, “through the redemption that is in Christ Jesus.” “Therefore,” says Paul, “in view of what God in His Son has done for man, these are the blessings that pour forth from God to all who receive His justifying grace.”

A. We Have Peace With God (v- 5:1)

B. We Have Access to God (v-2)

C. We Rejoice in Hope of the Glory of God (v-2)

D. We Glory in Tribulation (v-3)

In light of the teaching of justification, Christians and the church today must reevaluate their thinking. Instead of guilt, God offers forgiveness and peace. Instead of condemnation and always trying to measure up and never being able to, God grants absolution. Instead of a works program, God pronounces “paid in full.” These aspects and more of the teaching of justification can and will transform or revolutionize the life of the believer in particular and the church in general, and the non-Christian that God grants mercy to. God can do nothing more to save you. Heaven was bankrupt to make you righteous. He did all that He could do.

Monday, November 11, 2013

LA ADOPCIÓN



Gálatas 4:5-7

La regeneración comienza la nueva vida en el alma cuando nace de nuevo por el Espíritu. Aunque tiene connotaciones legales, la adopción se distingue de la justificación. Justificación trata con la nueva actitud de Dios hacia esa alma. La adopción admite a una persona a la familia de Dios. La regeneración es un cambio de naturaleza, la justificación es un cambio de estado, la santificación es un carácter cambiado, mientras que la adopción es un cambio de posición. En la regeneración el creyente se convierte en un hijo de Dios, en la adopción ese niño recibe la posición de un hijo adulto. La adopción es nuestro crecimiento en Cristo y ocupando nuestra nueva posición.
La palabra griega traducida adopción es huiothesia que significa literalmente "colocar como un hijo", y ocurre sólo cinco veces en el Nuevo Testamento (Rom. 8:15, 23; 9:4; Gal. 4:5; Ef. 1:5). En otras palabras, declarar formalmente y legalmente que una persona que no es su propio hijo es a partir de ahora  ser tratado y atendido como uno de su propio hijo, incluyendo los derechos completos de la herencia.
 
El niño adoptado perdía todos los derechos y privilegios de su antigua familia y gana todos los derechos de un hijo legítimo en su nueva familia. Recebe un nuevo padre, y él se convierte en el heredero de la herencia de su nuevo padre. Se convierte en co - heredero con los otros hijos. A los ojos de la ley la vida antigua fue totalmente arrasada. Todas las deudas fueron totalmente cancelados. Él era absolutamente el hijo de su nuevo padre. Se llevaba a cabo en la presencia de siete testigos.
La adopción indica claramente que un creyente es un miembro de la familia de Dios. En la cultura romana, el niño adoptado tenía cuatro cambios importantes: un cambio de familia, un cambio de nombre, un cambio de hogar, y un cambio de responsabilidades. La palabra "adopción" sólo aparece en las Epístolas y su uso hace hincapié en que la salvación es permanente para el creyente.
¿Por qué la Palabra de Dios usa la palabra "adopción". Parece que el nacimiento sería mucho mejor que la adopción. Los romanos reconocían que cuando nace un bebé, "tienes lo que tienes," si te gustó o no. Por lo tanto, de acuerdo con la ley romana, un bebé que nace naturalmente podría ser desheredado de la familia. Sin embargo, las personas que adoptan a un niño sabían exactamente lo que estaban haciendo, y nadie ha adoptado un niño a menos que ese niño específico era querido como un miembro de la familia, por lo que conforme a la ley un niño adoptado no podía ser desheredado. Era añadido permanente a la familia. Muchos de los creyentes eran ciudadanos romanos, y el uso de la palabra "adopción" fue uno de las vías de Dios para que los creyentes podía saber que Él escogió a los niños traído a su familia, y no podría ser tomado de ella. Es notable que un niño adoptado puede tener una posición más fuerte que el hijo nacido.
Costumbres y leyes romanas eran diferentes de las de los Judios , y es mediante la comprensión de las leyes y costumbres judías que vemos por qué "nacimiento" se utiliza en Pedro y Santiago, y "adopción" es usada en Romanos, Gálatas y Efesios. Entre los Judios, la adopción no tenía importancia, y casi no existencia. La perpetuidad de la familia, cuando un hombre moría sin hijos, fue asegurada de otra manera, es decir El levirato. El levirato era la ley que indica que si un hombre muere sin hijos, su mujer tenía que casarse con el hermano del hombre, y su hijo mayor sería considerado como el hijo del hombre muerto y llevar su nombre (Deut. 25:5-10; Marcos 12:18-27). Sólo los hijos de sangre fueron estimados en el punto de vista hebreo.
Dios hizo la salvación permanente para los creyentes, que era muy diferente de antes de que empezara la Iglesia. El comunicó este mensaje a su Iglesia, que está compuesto por ambos Judios y gentiles. Cuando un Judio o Gentil cree, no pierden su nacionalidad, pero a los ojos de Dios es ahora un creyente, una nueva creación. En la Escritura, esto tiene un sabor distintivamente judío, porque el nacimiento y la genealogía eran muy importantes para los Judios. Ellos entienden inmediatamente que un niño "nacido" en la familia de Dios era un miembro permanente de Su familia.
No tenemos que esperar hasta que tengamos uno o diez años en el Señor, pero de inmediato entramos en todas las bendiciones de un heredero reconocido plenamente de Dios. Esto ocurre el momento en que nacemos de nuevo (I Jn. 3:2). Ser un hijo es una posesión presente. El creyente se convierte en un miembro permanente de la familia de Dios, porque él está sellado para siempre en Cristo (Ef. 1:13), y tiene una esperanza garantizada (II Corintios 1:22; 5:5; Ef. 1:14). Mientras que ningún versículo en el Antiguo Testamento, incluso insinúa que un día Dios haría permanente la salvación, la permanencia de la salvación para los creyentes es el sello del secreto sagrado.
Este cambio total a la salvación permanente está claramente enseñada en Gálatas 4:1-5. Los tres primeros versículos del capítulo muestran que antes de que Jesús viniera, aunque el pueblo de Dios eran los herederos, que eran iguales a los esclavos, siendo bajo tutores y esclavizados a los principios básicos del mundo. Dios equiparando a los creyentes del Antiguo Testamento a niños menores iguales a los esclavos es muy importante, porque el esclavo no está garantizado un lugar en la familia. Gálatas continúa diciendo que cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo (4:4), para que recibiéramos la "adopción" a Su familia.
Gálatas 4:5 dice: "Dios envió a su Hijo para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción" Para que las personas que se adoptarán en la familia de Dios, Cristo primero tenía que redimir, y antes de que Cristo los redimió que estaban bajo la ley. Sin que Jesús paga el precio de reembolso, la adopción no era posible. Así, no se adoptó ninguna creyente del Antiguo Testamento en la familia de Dios, porque la adopción aún no estaba disponible. La adopción sólo estaba disponible después de que Cristo murió, y Dios comenzó unir a la gente en su familia por "adoptando" y por "nacimiento" en el Día de Pentecostés, 50 días después que Cristo murió en la cruz. Por lo tanto, la salvación permanente no estaba disponible hasta que Cristo murió, y fue puesto a disposición cuando la Iglesia comenzó en el día de Pentecostés.
Al igual que muchos aspectos de la salvación, hay un componente escatológico de la adopción. Romanos 8:23 nos dice que "nosotros mismos gemimos en nuestro interior , aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo." ¿Por qué dice Pablo que estamos "esperando nuestra adopción". ¿No estamos ya adoptados? Sí, ya somos adoptados. Cuando Cristo murió por nosotros, el precio fue pagado, y cuando confiamos en Él, estamos legalmente y de forma permanente en la familia. Pero el propósito de Dios para su adopción no es dejar a ninguno de sus hijos en un estado de gemidos y el sufrimiento. Él resucitó a Jesús de entre los muertos con un cuerpo nuevo, y él promete que parte de nuestra adopción será un nuevo cuerpo resucitado sin más impedimentos y no más gemidos. Por lo tanto, lo que esperamos es la experiencia completa de nuestra adopción, la resurrección de nuestros cuerpos. En el Rapto de la Iglesia nuestros cuerpos resucitados serán glorificados y entonces tendremos toda nuestra herencia como hijos de Dios. La revelación completa de la adopción del creyente es la libertad de la corrupción presente en el mundo. Ser miembro de la familia de Dios incluye el privilegio final de ser como ÉL (1 Jn. 3:2) y llegando a ser semejante al cuerpo glorioso de Cristo (Filipenses 3:21). Esto es parte de la herencia prometida para todos los hijos de Dios (Ro 8:16-17 ).
El grito de adopción:"Abba Padre". Abba, es Arameo, el lenguaje de la infancia de Cristo."Padre", es una palabra griega, el lenguaje del educado y cursado de su época (Rom. 8:15; Gal 4:6, Marcos 14:36​​). Esta es una palabra especial de cariño, de una estrecha relación. A un esclavo nunca se le permitía abordar a su maestro como "Abba".
Como miembros de la familia de Dios debemos comportarnos con dignidad. Debemos andar digno de este gran honor en consonancia con nuestra posición. Debemos amarnos y servirnos unos a otros como hermanos y hermanas de la misma familia (Juan 13:14, 15:17).
Se cuenta la historia de un niño, que sabía que era adoptado, y que estaba siendo molestado por otro niño, "No eres más que un niño adoptado", con la conclusión de que probablemente él era ilegítimo o algo así. Sin embargo, el niño se sentía orgulloso de ser adoptado y respondió: "Sí, yo soy adoptado. Mis padres mi eligieron, me escogieron de entre muchos bebés. Sus padres tuvieron que tomar lo que consiguieron."

ADOPTION


 
Gal. 4:5-7

Regeneration begins the new life in the soul when it is born again by the Spirit. Although it has legal connotations, adoption is distinguished from justification. Justification deals with the new attitude of God towards that soul. Adoption admits a person into the family of God. Regeneration is a changed nature; justification is a changed standing; sanctification is a changed character; while adoption is a changed position. In regeneration the believer becomes a child of God; in adoption that child receives the position of an adult son. Adoption is our growing up into Christ and occupying our new position.

The Greek word translated adoption is huiothesia which means literally "to place as a son", and it occurs only five times in the New Testament (Rom. 8:15, 23; 9:4; Gal. 4:5; Eph. 1:5). In other words to formally and legally declare that someone who is not one’s own child is henceforth to be treated and cared for as one’s own child, including complete rights of inheritance.

The adopted child lost all rights and privileges in his old family and gained all the rights of a legitimate son in his new family. He got a new father, and he became the heir to his new father’s estate. He became co-heir with the other sons. In the eyes of the law the old life was completely wiped out. All debts were completely cancelled. He was absolutely the son of his new father. It was carried out in the presence of seven witnesses.

 Adoption clearly indicates that a believer is a member of God’s family. In the Roman culture, the adopted child had four major changes: a change of family, a change of name, a change of home, and a change of responsibilities. The word "adoption" only appears in the Epistles and it's use emphasizes that salvation is permanent for the believer.

 Why does the Word of God use the word “adoption.” It would seem that birth would be much better than adoption. The Romans recognized that when a baby was born, “you got what you got,” whether you liked it or not. Thus, according to Roman law, a naturally born baby could be disowned from the family. However, people adopting a child knew exactly what they were getting, and no one adopted a child unless that specific child was wanted as a family member, so according to law an adopted child could not be disowned. They were permanently added to the family. Many of the believers were Roman citizens, and using the word “adoption” was one of God’s ways to let the believers know that He chose the children brought into His family, and they could not be taken from it. It is remarkable that an adopted child could have a stronger position than the son by birth.

 Roman customs and laws differed from those of the Jews, and it is by understanding Jewish laws and customs that we see why “birth” is used in Peter and James, and “adoption” is used in Romans, Galatians, and Ephesians. Among the Jews, adoption had no importance, and hardly any existence. The perpetuity of the family, when a man died childless, was secured in another way, via the levirate. The levirate was the law stating that if a man died childless, his wife was to marry the man’s brother, and then her oldest son would be counted as the child of the dead man and carry his name (Deut. 25:5-10; Mark 12:18-27). Only sons by blood were esteemed in the Hebrew view.

 God made salvation permanent for the believers, which was very different from before the Church started. He communicated this message to His Church, which is composed of both Jews and Gentiles. When a Jew or Gentile believes, they do not lose their nationality, but in God’s eyes is now a believer, a new creation. In Scripture this has a distinctively Jewish flavor, because birth and genealogy were very important to the Jews. They would immediately understand that a child “born” into God’s family was a permanent member of His family.
 
We do not have to wait until we have been one or ten years in the Lord, but immediately we enter into all the blessings of a fully recognized heir of God. It occurs the moment that we are born again (I Jn. 3:2). Sonship is a present possession. The believer becomes a permanent member of the family of God, because he is forever sealed in Christ (Eph. 1:13), and has a guaranteed hope (II Cor. 1:22; 5:5; Eph. 1:14). While no verse in the Old Testament even hints that one day God would make salvation permanent, the permanence of salvation for believers is the hallmark of the Sacred Secret.

This total change to permanent salvation is clearly taught in Galatians 4:1-5. The first three verses of the chapter show that before Jesus came, though the people of God were heirs, they were equal to slaves, being under guardians and enslaved to the basic principles of the world. God’s equating Old Testament believers to minor children equal to slaves is very important, because a slave is not guaranteed a place in the family. Galatians goes on to say that when the fullness of time came, God sent His Son (4:4) so that we might receive “adoption” into His family.

 Galatians 4:5 says: “God sent His Son in order that he might redeem those who were under the law in order that we might receive the adoption.” In order for people to be adopted into God’s family, Christ first had to redeem them, and before Christ redeemed them they were under the law. Without Jesus paying the redemption price, no adoption was possible. Thus no Old Testament believer was adopted into God’s family because adoption was not available yet. Adoption was available only after Christ died, and God started bring people into His family by “adopting” and “birth” on the Day of Pentecost, 50 days after Christ died on the cross. Thus, permanent salvation was not available until Christ died, and was first made available when the Church started on the Day of Pentecost.

Like many aspects of salvation, there is an eschatological component of adoption. Romans 8:23 tells us “we ourselves groan within ourselves, waiting eagerly for our adoption as sons, the redemption of our bodies.” Why does Paul say that we are “waiting for our adoption”. Aren’t we already adopted? Yes, we are already adopted. When Christ died for us, the price was paid, and when we trust him, we are legally and permanently in the family. But God’s purpose for adoption is not to leave any of his children in a state of groaning and suffering. He raised Jesus from the dead with a new body, and he promises that part of our adoption will be a new resurrected body with no more disabilities and no more groaning. Therefore, what we wait for is the full experience of our adoption, the resurrection of our bodies. At the rapture of the Church our resurrected bodies will be glorified and will then possess all our inheritance that the sonship involves. The full revelation of the believer's adoption is freedom from the corruption present in the world. Being a member of God's family includes the ultimate privilege of being like him (1 Jn. 3:2) and being conformed to the glorious body of Christ (Php 3:21). This is part of the promised inheritance for all God's children (Ro 8:16-17 ).

The cry of adoption: "abba father". Abba, is Aramaic, the language of Christ’s childhood. "Father", is a Greek word, the language of the educated and learned of His day (Rom. 8:15; Gal. 4:6; Mark 14:36). This is a special word of endearment, of close relationship. A slave was never allowed to address his master as, "Abba".

As members of the family of God we must behave with becoming dignity. We are to walk worthy of this high honor in keeping with our position. We must love and serve one another as brothers and sisters in the same family (John 13:14; 15:17).

The story is told of a child, who knew that he was adopted, and was being teased by another child, "You're just an adopted child," with the inference that probably he was illegitimate or something. However, the child was proud of being adopted and replied, "Yes, I'm adopted. My parents chose me, picked me out of many babies. Your parents had to take what they got."

 

Monday, November 4, 2013

LA SANTIFICACION



I Tesalonicenses 4:3; Hebreos 12:14

En la regeneración nuestra naturaleza se cambia; en la justificación nuestro estado se cambia; en la adopción nuestra posición se cambia; en la santificación nuestro carácter se cambia.

Santificación es la voluntad de Dios para cada creyente. En esencia la santificación y la santidad son la misma.  El tema de santidad y la santificación se menciona 1,066 veces en la Biblia.

Santificación viene del verbo santificar. Santificar viene de la palabra griega hagiazo, que significa estar "separado" "puesto aparte." En la Biblia, santificación generalmente tiene que ver con un acto soberano de Dios por el cual Él "pone aparte" a una persona, lugar, o cosa para cumplir Sus propósitos. En la Biblia santificación significa ser apartado o separado: 1) Por Dios  2) Para Dios 3) Del pecado 4) A una vida santa (II Timoteo 2:21).

Para el creyente tiene dos significados: La separación de la maldad (II Crónicas 29:5, 15-18) y la separación hacia Dios (Levíticos 27:16). La santidad no es un logro para ser realizado, pero un regalo para ser aceptado. El uso constante de este regalo aumentara nuestra santificación (I Tes. 5:23-24; Ef. 5:26; II Tes. 2:13).

EL TIEMPO DE LA SANTIFICACION

Cuando una persona es santificada, él o ella es puesta aparte por Dios para un propósito específico divino. En el mismo momento en que somos salvos por Jesucristo, inmediatamente también somos santificados, y comienza el proceso de ser conformados a la imagen de Cristo. Como hijos de Dios somos "puestos aparte" desde ese momento para llevar a cabo Sus propósitos divinos hasta la eternidad. Hebreos 10:14 dice: "Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados."

Es importante diferenciar entre la justificación y la santificación. Justificación es otra palabra para salvación. Jesús dio su vida en la cruz como sacrificio por nuestros pecados. Su sangre lava nuestros pecados y nos libra de una eternidad de sufrimiento y condenación.

La santificación ocurre como resultado de la salvación. En el momento de la conversión, el Espíritu Santo entra en nuestra vida. I Corintios 6:11 habla de la santificación como una experiencia pasada con el lavamiento y justificación. No somos ya más prisioneros de la muerte, sino libres de vivir la vida que Dios desea para nosotros. De esta manera, somos santificados simplemente por nuestra situación de almas perdidas salvadas por gracia.

La santificación es un proceso continuo, no se detiene con la salvación, sino que es un proceso progresivo que continúa en la vida cristiana. A diferencia de cosas y lugares que son santificados por Dios en la Biblia, las personas tienen la capacidad de pecar. Aunque hemos sido "puestos aparte" como hijos de Dios, continuamos comportándonos de maneras que son contrarias. Como cristianos, nos damos cuenta poco después de haber sido salvos, que existe una nueva batalla que está siendo librada en nuestro interior, una batalla entre nuestra vieja naturaleza pecaminosa y la nueva naturaleza espiritual. Pablo describe mejor esta batalla interior en Gálatas 5:17.

Santiago 1:22-25, es una ilustración de un hombre que mira en un espejo y viendo una mancha de suciedad va y se lo lava. El espejo es la Palabra de Dios que da a conocer pecado y entonces nosotros debemos confesar lo. Dios no nos da a conocer todo nuestros defectos cristianos de una vez, que sería un desaliento demasiado y conduciría a la desesperación. El momento que algo se da a conocer nosotros deberíamos buscar limpieza y continuamente perseguir una trayectoria de santificación progresiva.

Algún día seremos completamente santos sin falta de ninguna gracia; maduro y perfecto (I Tes. 5:23). Pablo en Filipenses 3:12-14, proseguía hacia esa perfección futura, mientras diario perfeccionando su santificación progresiva terrenal.

EL SIGNIFICADO DE LA SANTIFICACION

¿Pero qué es la obra de la santificación? ¿Qué significa prácticamente ser "puesto aparte"? La santificación puede ser descrita como un proceso espiritual en donde Dios ocasiona santificación y cambios en la vida de un cristiano por medio del Espíritu Santo.

Todos enfrentamos diferentes problemas, luchamos con el pecado, y con heridas pasadas en varios grados, entorpeciendo nuestra habilidad para vivir la vida que Dios desea para nosotros. Una vez que aceptamos a Jesucristo en nuestras vidas, el Espíritu Santo entra en nuestras vidas para comenzar el proceso de transformación (santificación progresiva). Él nos señala áreas que necesitan ser cambiadas, ayudándonos a crecer en santidad. Comenzamos a ver al mundo, la gente, y dificultades personales desde una mayor perspectiva bíblica. Nuestras elecciones comienzan a ser motivadas por el amor y la verdad y no por el egoísmo.

El proceso de transformación puede ser doloroso, pero está siempre motivado por el amor de Dios por nosotros. Más aún, Dios promete en Su Palabra no darnos más de lo que somos capaces de soportar (1a de Corintios 10:13). Este es el proceso en funcionamiento de la santificación en la vida de cada creyente. Aunque el proceso es personal para cada individuo, la meta final es prevenir el pecado y producir crecimiento espiritual.

La santificación no tiene nada que ver con el vivir en perfección, sin pecado. Nunca viviremos sin pecado en esta vida. De hecho, la Biblia advierte contra tales enseñanzas falsas en I Juan 1:8: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros," No es tratar de vivir sin pecado para ganar el favor de Dios. Más bien, la santificación es para nuestro propio beneficio. Dios nos manda que busquemos la santificación para que a través de ella podamos ser bendecidos.

LOS MEDIOS DE LA SANTIFICACION (Como somos santificados)

A. Por la Palabra de Dios (Juan 17:17).

1. Si Ud. pasa mucho tiempo en la Palabra de Dios Ud. será santificado.

2. Purifica y limpia. Es la Palabra que revela el pecado.

B. Por la Sangre de Cristo (Heb. 13:12).

La Palabra da a conocer el pecado; la Sangre es la que limpia; el resultado es la santificación.

C. Por la disciplina (Heb. 12:10-11).

D. Por rendirse a Dios (Rom. 6:19).

E. Por medio de la adoración (Juan 4:23).

     La adoración verdadera y ferviente es lo que Dios desea de Su gente. Cuando nuestra adoración es genuina, transforma nuestros corazones y nos trae a una íntima unión con Dios.

F. Por nosotros mismos (II Cor. 7:1).

     Nosotros, también tenemos una parte en la santificación; nuestra parte es descubrir el pecado; juzgarlo; lanzar lo de nuestra vida; orar por limpieza; orar para ser fortalecidos para vivir una vida santa. Diario debemos apropiar a Cristo como nuestra santificación; diario debemos reclamar Su Santidad, Su fe, Su amor y Su gracia. El secreto de una vida santa es la apropiación continua de la vida santa del Señor. Nuestro grado de santificación está en la relación a nuestra apropiación del Señor.

La santificación es a la vez un asunto de posición y progresión. Somos santificados porque Jesucristo nos ha salvado y aún así la santificación continúa trabajando interiormente para transformarnos a la imagen de Cristo. La santificación es una responsabilidad de cada creyente. Cuando elegimos buscar la santificación en nuestra vida, ocurre un crecimiento positivo. La búsqueda de ella involucra la entrega del cuerpo y la voluntad a la guía del Espíritu Santo. Toma tiempo y es un proceso que no puede ser apresurado. Como un recién nacido que necesita madurar gradualmente hasta ser adulto, así es el trabajo de santificación en la vida de un nuevo creyente. El trabajo de santificación será finalmente completado en la vida de cada creyente cuando Jesucristo regrese. Esta es la esperanza de cada cristiano.

¿Hay un anhelo en su alma para la santidad? ¿Para la santificación? ¿Para la pureza? ¿Para vivir como Cristo? ¿Para una conformidad mayor a la imagen de Dios?

Confiese su pecado; y arrepintiese y Él satisfará los anhelos más profundos de su alma; el precio es se está dispuesto a partir del pecado y la impureza (II Con. 7:14).

No mires adentro de usted y sea desanimado pero mire hacia arriba y sed alentado (I Tes. 5:24).