Romanos 12:11, Colosenses 3:23
La palabra pasión
puede asemejarse con determinación, valentía, coraje, firmeza y perseverancia.
En la Biblia, la
pasión se describe como una fuerza poderosa que impulsa a las personas a seguir
su llamado y servir a Dios de todo corazón, lo que refleja una intensa devoción
y compromiso con los esfuerzos espirituales. La pasión alimenta nuestra fe y
enciende un ferviente celo por el Reino de Dios. Puede ser una fuerza poderosa
cuando se guía por principios bíblicos.
La pasión humana,
cuando está alineada con la voluntad de Dios, puede ser una fuerza poderosa
para el bien. El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, anima a los
creyentes a ser fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Romanos 12:11 dice:
“No desfallezca vuestro celo; sed fieles al Señor”. Esta exhortación subraya la
importancia de mantener un compromiso apasionado con la obra y los propósitos
de Dios.
Sin embargo, la
Biblia también advierte sobre los peligros de la pasión humana mal dirigida o
descontrolada. Santiago 1:14-15 advierte: “Sino que cada uno es tentado cuando
es atraído y seducido por sus propios malos deseos. Luego, después que la
pasión ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a
luz la muerte”. Aquí se ilustra la progresión del deseo desenfrenado al pecado
y, en última instancia, a la muerte espiritual, lo que sirve como advertencia
contra el hecho de permitir que la pasión nos aleje de los mandamientos de
Dios.
Como creyentes,
nuestra pasión debe estar dirigida a servir a Dios, ya sea a través de la
oración, la adoración o nuestras acciones diarias. Al mantener nuestro fervor
espiritual, podemos cumplir con nuestro llamado y vivir nuestra fe con energía
y entusiasmo, mostrando a los demás el amor de Cristo en todo lo que hacemos.
La pasión en
nuestro trabajo es un reflejo de nuestra pasión por el Señor. Colosenses 3:23
nos enseña a abordar cada tarea con dedicación de todo corazón, sabiendo que
nuestro propósito final es servir a Dios. Ya sea en casa, en el trabajo o en el
ministerio, cuando damos lo mejor de nosotros, honramos a Dios, demostrando
nuestra pasión por Él en todas las áreas de la vida.
En Romanos 12:11,
se nos anima a ser “fervientes en espíritu” o “encendidos” por Dios, un fuego
que alimenta nuestro entusiasmo por servirlo y buscarlo con todo nuestro
corazón. El fuego representa un profundo amor y una devoción apasionada a Dios.
El fuego no solo tiene que ver con la purificación y el juicio, sino que
también es un símbolo de la pasión por Dios. A lo largo de la Biblia, el fuego
es un símbolo de celo y fervor por Dios.
De manera similar,
Apocalipsis 3:15-16 advierte contra la fe tibia. Este versículo enfatiza la
necesidad del fervor espiritual, llamándonos a estar completamente
comprometidos y encendidos por Dios, en lugar de ser indiferentes o a medias en
nuestra fe.
ESTAR EN FUEGO POR DIOS
Cuando hablamos de
tener un “fuego por Dios”, estamos hablando de un deseo profundo e incansable
de conocerlo, amarlo y darlo a conocer. Así como un fuego que se propaga,
nuestra pasión por Dios debe ser contagiosa, atrayendo a otros hacia su amor y
gracia.
Jesús mismo habló
de este tipo de fuego cuando dijo en Lucas 12:49: “Fuego he venido a echar
sobre la tierra; ¡y cómo quisiera que ya estuviera encendido!” Este fuego
representa la pasión que Jesús desea encender en sus seguidores: un fuego que
purifica, transforma y difunde el Evangelio.
¿QUÉ SIGNIFICA MANTENER EL FUEGO ENCENDIDO?
En el Antiguo
Testamento, se instruía a los sacerdotes a mantener el fuego del altar
encendido en todo momento, sin dejar que se apagara nunca (Levítico 6:13). Este
fuego continuo era una señal de devoción y adoración, que representaba la
presencia continua de Dios en la vida de su pueblo.
Para nosotros hoy,
mantener el fuego encendido significa nutrir nuestra relación con Dios a
diario. Se trata de pasar tiempo en su Palabra, en oración y en adoración,
permitiendo que el Espíritu Santo mantenga nuestra fe viva y vibrante. Es fácil
dejar que el fuego se apague cuando quedamos atrapados en los negocios de la
vida, pero Dios nos llama a cuidar la llama, a mantener viva nuestra pasión por
Él.
LA DIFERENCIA ENTRE LA PASIÓN DE DIOS Y LOS DESEOS
MUNDANOS
La Biblia establece
una clara distinción entre la pasión de Dios y los deseos mundanos, y enfatiza
la importancia de alinear nuestro corazón con la voluntad de Dios. La pasión de
Dios tiene su raíz en un profundo amor por Dios y en el deseo de servirle,
mientras que los deseos mundanos suelen surgir de motivaciones egoístas y
placeres temporales. Es esencial que los creyentes comprendan esta diferencia
fundamental mientras transita su camino espiritual y buscan vivir una vida que
agrade a Dios.
En la Biblia
encontramos numerosos ejemplos que resaltan el contraste entre estos dos tipos
de pasión. Por ejemplo, la inquebrantable dedicación del apóstol Pablo a la
difusión del Evangelio demuestra la pasión de Dios, mientras que la búsqueda de
placeres terrenales por parte del rey Salomón en el libro de Eclesiastés
ilustra la vacuidad de los deseos mundanos. Para ilustrar mejor esta
distinción, considere la siguiente comparación:
PASIÓN DIVINA DESEOS MUNDANOS
1.
Enfoque eterno Deseos
mundanos
2.
Servicio desinteresado Búsquedas
egocéntricas
3.
Edifica a los demás A
menudo daña las relaciones
4.
Se alinea con la voluntad de Dios Contradice
las enseñanzas bíblicas
La Biblia exhorta a
los creyentes a cultivar la pasión divina, al mismo tiempo que advierte contra
el atractivo de los deseos mundanos. En Romanos 12:2, se nos recuerda: “No os
conforméis al mundo actual, sino transformaos mediante la renovación de vuestro
entendimiento. Así podréis comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena,
agradable y perfecta”.
Este versículo señala
la importancia de alinear nuestras pasiones con el propósito de Dios, en lugar
de sucumbir a los placeres del mundo. Al centrarnos en la pasión divina,
podemos experimentar una verdadera satisfacción y contribuir al avance del
reino de Dios en la tierra.
CÓMO LA PASIÓN IMPULSA NUESTRO CRECIMIENTO ESPIRITUAL
La Biblia nos
enseña que la pasión es una fuerza poderosa que puede encender nuestro viaje
espiritual e impulsarnos hacia una relación más profunda con Dios. Cuando
abordamos nuestra fe con entusiasmo y celo, nos abrimos a experiencias
transformadoras que pueden moldear nuestro carácter y fortalecer nuestra
conexión con Dios. El apóstol Pablo, en su carta a los romanos, exhorta a los
creyentes a ser fervientes en espíritu, sirviendo al Señor (Romanos 12:11), enfatizando
la importancia de la devoción apasionada en nuestra vida espiritual.
La pasión actúa
como un canal para el crecimiento espiritual al motivarnos a buscar a Dios con
más fervor y a sumergirnos más profundamente en Su Palabra. Cuando somos
apasionados por nuestra fe, es más probable que:
Dediquemos tiempo a
la oración y la meditación
Estudiemos la
Biblia con mayor intensidad y concentración
Participemos
activamente en la adoración y la comunión
Busquemos
oportunidades para servir a los demás y compartir nuestra fe
Además, la pasión
alimenta nuestra resiliencia espiritual, permitiéndonos perseverar a través de
los desafíos y las pruebas. Como nos recuerda Santiago 1:2-3, “Hermanos míos,
tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, pues sabéis que la
prueba de vuestra fe produce constancia”. Cuando iniciamos nuestro viaje
espiritual con pasión, estamos mejor equipados para enfrentar los obstáculos
con determinación y fe inquebrantable, y finalmente emergemos más fuertes y más
maduros en nuestra relación con Dios.
CRECIMIENTO ESPIRITUAL CÓMO LO MEJORA LA PASIÓN
1. Vida de oración Aumenta
la frecuencia y profundidad de la comunicación con
Dios.
2. Estudio bíblico Promueve
una comprensión y aplicación más profunda de la Biblia.
3. Adoración Eleva
la experiencia de alabar y glorificar a Dios.
4. Servicio Motiva
actos desinteresados de amor y compasión.
EQUILIBRAR LA PASIÓN CON LA SABIDURÍA
La Biblia ofrece
ideas profundas sobre cómo equilibrar la pasión con la sabiduría, enfatizando
la importancia de moderar nuestros deseos fervientes con el discernimiento
piadoso. A lo largo de las Escrituras, encontramos numerosos ejemplos de
personas que lograron navegar con éxito este delicado equilibrio, así como
historias de quienes permitieron que la pasión desenfrenada los llevara por mal
camino. El libro de Proverbios, en particular, está repleto de versículos que
subrayan el valor de la sabiduría para guiar nuestras búsquedas apasionadas.
Uno de los ejemplos
más conmovedores de equilibrio entre la pasión y la sabiduría se puede
encontrar en la vida del rey Salomón. A pesar de su pasión inicial por servir a
Dios y guiar a su pueblo, sus deseos desenfrenados finalmente lo alejaron de su
propósito divino. Esto sirve como un poderoso recordatorio de que incluso los
más sabios entre nosotros debemos buscar continuamente la guía de Dios para
mantener un equilibrio saludable entre nuestras pasiones y Su voluntad. La
Biblia nos enseña que la verdadera sabiduría proviene de Dios, y cuando
alineamos nuestras pasiones con Su sabiduría, podemos lograr cosas extraordinarias
para Su reino.
LA PERSPECTIVA SOBRE EL EQUILIBRIO ENTRE LA PASIÓN Y LA
SABIDURÍA
PASIÓN SIN SABIDURÍA PASIÓN CON SABIDURÍA
1.
Decisiones impulsivas Consideración
reflexiva
2.
Motivaciones egocéntricas Motivaciones
centradas en Dios
3.
Gratificación a corto plazo Espiritualidad
a largo plazo
El apóstol Pablo
ofrece un excelente ejemplo de alguien que logró equilibrar con éxito la pasión
con la sabiduría en su ministerio. Su celo por difundir el evangelio se vio
atenuado por su profundo conocimiento de la palabra de Dios y su disposición a
buscar la guía divina. Las cartas de Pablo a las iglesias primitivas a menudo
enfatizan la importancia de combinar una fe ferviente con una doctrina sana, lo
que ilustra la perfecta armonía entre la pasión y la sabiduría. A medida que
nos esforzamos por emular este equilibrio en nuestras propias vidas, podemos
buscar inspiración y orientación en las enseñanzas y el ejemplo de Pablo.
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