Todo aquel que desee conocer la voluntad de Dios, puede
confiar que Dios le mostrara su voluntad. La Palabra de Dios nos dice que Dios
quiere que lo conozcamos en forma personal y que vivamos de una manera que lo
refleje. La voluntad de Dios se puede conocer y demostrar.
Cuando hablamos de la voluntad de Dios, nos referimos a ese plan divino que
Dios tiene para cada persona y para el mundo. La Biblia nos muestra
que la voluntad de Dios no es algo vago o misterioso, sino que es clara, buena
y perfecta. Romanos 12:1-2 nos invita a no conformarnos con este mundo, sino a
renovar nuestra mente para poder discernir cual es la voluntad buena,
agradable y perfecta de Dios.
La voluntad de
Dios es comprensible y comprobable (Romanos 12:2). Este pasaje nos presenta una
secuencia importante: nos negamos a conformarnos al mundo y, en cambio,
permitimos que el Espíritu nos transforme. A medida que nuestra mente se
renueva según las cosas de Dios, podemos conocer la voluntad perfecta de Dios.
La voluntad
humana es bastante simple: cuando queremos que algo suceda, lo deseamos; cuando
hacemos algo, mostramos nuestra voluntad al respecto. La voluntad de Dios es
más compleja. Es importante entender que la voluntad de Dios se
presenta en diferentes aspectos
en la Biblia:
1) Su voluntad soberana (decretiva – oculta) se revela en sus decretos
inmutables. Solo Él la conoce. Decretó que hubiera luz, y hubo luz; este es un
ejemplo de su decreto eficaz (Génesis 1:3). Cuando permitió que Satanás
atormentara a Job, este fue un ejemplo de su decreto permisivo (Job 1:12).
2) Su voluntad revelada (permisiva)
está contenida en su palabra;
sus preceptos están claramente establecidos. Nos los da para que caminemos en
santidad. Tenemos la capacidad (pero no el derecho) de quebrantar estos
mandamientos.
3) Su voluntad disposiciónal (preceptiva – ordenada) es su actitud; son
los mandamientos y enseñanzas que Dios nos da para vivir en santidad.
SACRIFICIOS
VIVOS:
Pablo describe la adoración a Dios como convertirnos en
sacrificios vivos para Él, renunciando a buscar lo que deseamos en la vida y
aprendiendo a conocer y servir la voluntad de Dios. Pablo describe un estilo de
vida de abnegación.
Pablo escribe que ya no debemos conformarnos al mundo. La
palabra "mundo" se referirse al "sistema mundano" o a la
forma en que todos los seres humanos viven. Juan describió esta forma de vida
mundana como "los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la
vanagloria de la vida" (1 Juan 2:16).
Pablo nos dice que abandonemos la búsqueda del placer,
las posesiones y que dejemos de vivir como los demás. En cambio, nos exhorta a
transformarnos de adentro hacia afuera. Específicamente, escribe que debemos
cambiar nuestra forma de pensar, que nuestras mentes deben ser renovadas para
que podamos comenzar a comprender la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Pablo nos exhorta a aprender a ver la vida con una nueva
perspectiva: ¿Qué quiere Dios para mí? ¿Cuál es el uso verdaderamente bueno,
aceptable y perfecto de mi vida para sus propósitos y no solo para los míos?
Romanos 12:1-2 responde a la pregunta. La respuesta es
convertirnos en sacrificios vivos y constantes, dedicando nuestras vidas al
servicio de Dios como un acto continuo de adoración. Para lograrlo,
necesitaremos liberarnos del mundo y cambiar nuestra mentalidad para poder
comprender lo que Dios quiere. Entonces sabremos cómo vivir.
LA
RENOVACIÓN DE LA MENTE Y LA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL
Renovar la mente significa cambiar la forma en que
pensamos para que esté alineada con la voluntad de Dios. No es solo un cambio
superficial, sino una transformación profunda que afecta nuestras decisiones y
actitudes.
Prácticas como la lectura diaria de la Biblia, la
meditación en sus enseñanzas y la reflexión personal ayudan a
cultivar esta renovación. Cuando nuestra mente se transforma, nuestra vida
también cambia, y podemos discernir mejor qué es lo que Dios quiere para
nosotros.
CONOCER LA
VOLUNTAD DE DIOS:
Conocer la voluntad de Dios es a veces difícil porque
requiere paciencia. Es natural querer conocer toda la voluntad de Dios a la
vez, pero no es así como Él obra. Él nos revela un paso a la vez cada
movimiento es un paso de fe. Lo importante es que, mientras esperamos que nos
siga dirigiendo, estamos ocupados haciendo el bien que sabemos que debemos
hacer (Santiago 4:17).
Si usted está caminando cerca del Señor, y deseando de
verdad Su voluntad para su vida Dios va a colocar Sus propios deseos en su
corazón. La clave es desear la voluntad de Dios, no la suya propia. Cuando nos
comunicamos con Dios no pedimos lo que queremos sino que hablamos con Él sobre
lo que Él quiere para nosotros. Debemos estar dispuestos a preguntarle y luego
a escuchar lo que Él quiera decirnos. Si ya hemos tomado una decisión será
difícil escuchar lo que el Señor quiere que hagamos.
A menudo, queremos que Dios nos dé detalles específicos:
dónde trabajar, dónde vivir, con quién casarnos, qué auto comprar, etc. Dios
nos permite tomar decisiones, y si nos sometemos a Él, Él tiene maneras de
prevenir decisiones equivocadas (Hechos 16:6-7).
Al buscar la voluntad
de Dios, debemos asegurarnos de que lo que estamos considerando no sea algo que
la Biblia prohíbe. Por ejemplo, la Biblia prohíbe robar; dado que Dios ha
hablado claramente sobre el tema, sabemos que no es su voluntad que seamos
ladrones de bancos; ni siquiera necesitamos orar al respecto. Además, debemos
asegurarnos de que lo que estamos considerando glorifique a Dios y nos ayude a
nosotros y a otros a crecer espiritualmente.
Cuanto mejor
conocemos a una persona, más familiarizados estamos con sus deseos. Por
ejemplo, un niño puede ver al otro lado de una calle concurrida la pelota que
se le escapó, pero no corre tras ella porque sabe que "mi papá no querría
que hiciera eso". No necesita pedirle consejo a su padre en cada
situación; sabe lo que su padre diría porque lo conoce. Lo mismo ocurre en
nuestra relación con Dios. Al caminar con el Señor, obedeciendo Su Palabra y
confiando en Su Espíritu, descubrimos que se nos da la mente de Cristo (1
Corintios 2:16). Lo conocemos, y eso nos ayuda a conocer Su voluntad.
Encontramos la guía de Dios fácilmente disponible (Proverbios 11:5). Si
caminamos cerca del Señor y deseamos sinceramente Su voluntad para nuestras
vidas, Dios pondrá Sus deseos en nuestros corazones. La clave es querer la
voluntad de Dios, no la nuestra (Salmo 37:4).
Muchas personas
dicen que les gustaría conocer la voluntad de Dios para ellas con respecto a
una situación particular. ¿Es posible tal conocimiento? Primero deberíamos
preguntarnos: "¿Quiere Dios que conozcamos Su voluntad?". La respuesta
es "¡sí!". En el sentido más básico, por eso nos ha dado Su Palabra.
Además, la obediencia depende del conocimiento. ¿Cómo podemos obedecerle si no
sabemos lo que quiere que hagamos?
Pablo enseñó que
podemos discernir la voluntad de Dios (Colosenses 1:9, 4:12). Pablo ordena a
sus lectores que comprendan la voluntad de Dios (Efesios 5:17). Y debemos
“probar y aprobar cuál es la voluntad de Dios” (Romanos 12:2). Buscar conocer
la voluntad de Dios es una buena búsqueda.
Efesios 5:17
dice: “No seáis insensatos, sino entended cuál es la voluntad del Señor”. Este
imperativo está inserto en una discusión más amplia sobre la vida cristiana.
Como creyentes, debemos “andar en amor” (v. 2) y “andar como hijos de luz” (v.
9). Al hacerlo, podemos comprender cuál es la voluntad del Señor para nuestras
vidas.
En Efesios 5,
Pablo describe el comportamiento apropiado para todos los creyentes. Dado que
hemos sido transformados por Cristo, no debemos “participar en las obras
infructuosas de las tinieblas, sino más bien denunciarlas” (Efesios 5:11).
Estas cosas son infructuosas porque no producen la justicia de Dios. En
contraste, los creyentes deben “andar como hijos de luz (porque el fruto de la
luz se halla en todo lo bueno, justo y verdadero)” (v. 9). Al andar en la luz,
podemos “discernir lo que agrada al Señor” (v. 10).
Efesios 5:17
contrasta la insensatez con el discernimiento o la comprensión de la voluntad
del Señor. La implicación es que la verdadera sabiduría está ligada a la
comprensión. En las Escrituras, la insensatez se describe como un déficit moral
y espiritual provocado por no someterse a la sabiduría de Dios.
Para comprender
la voluntad de Dios, debemos estudiar y meditar en las Escrituras, que es la
principal manera en que Dios se comunica con nosotros. Respecto a la necesidad
y suficiencia de las Escrituras, Pablo escribe (II Timoteo 3:16-17). Al
estudiar, meditar y obedecer la Palabra de Dios, nuestras mentes se renuevan y
transforman, y podemos “discernir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno, lo agradable
y lo perfecto” (Romanos 12:2).
El Espíritu Santo
también desempeña un papel fundamental para ayudarnos a comprender la voluntad
de Dios. El Espíritu Santo es el Espíritu de verdad que guía a los creyentes a
toda la verdad. En Efesios, el Espíritu nos guía para tomar decisiones éticas
acertadas (Efesios 5:18-21). Para discernir y comprender la voluntad de Dios,
debemos “ser llenos del Espíritu” (v. 18). Este es un proceso continuo de
caminar en sintonía con el Espíritu (Gálatas 5:25).
PASOS PRÁCTICOS PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS:
La Biblia
revela un hermoso plan para nuestras vidas. Podemos conocer con toda certeza
muchos aspectos del plan de Dios porque están revelados en Su Palabra. Otras
partes las descubrimos a medida que caminamos en estrecha comunión con Dios.
1. Oración constante y sincera: Hablar con
Dios como con un amigo, abrir el corazón y pedir claridad.
2. Estudio y meditación de la Biblia:
La Palabra es la luz que ilumina nuestro camino y nos muestra qué es lo que
Dios quiere.
3. Renovación de la mente: Cambiar
nuestros pensamientos para alinearlos con los principios bíblicos, evitando
conformarnos con lo que el mundo ofrece.
4. Buscar consejo piadoso: La comunidad y
los líderes espirituales pueden ayudarnos a discernir mejor.
5. Evaluar las circunstancias: Observar
las puertas que Dios abre o cierra en nuestra vida.
6. Escuchar la voz interior: El deseo que
Dios pone en nuestro corazón es una señal importante.
7. Confirmación mediante la paz interior:
La verdadera voluntad de Dios trae paz y libertad, no confusión ni miedo.
Estos pasos no
son mágicos ni instantáneos, pero sí efectivos si los aplicas con constancia y
fe. ¿Te ha pasado que después de orar y meditar sientes una paz que te confirma
que vas por buen camino? Eso es la guía divina actuando.

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