Judas 11
EL CAMINO DE
CAÍN:
Judas escribió
para advertir a los creyentes de los peligros de los falsos maestro's que se
habían introducido en la Iglesia primitiva. Llamó a estos falsos maestros
"hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios,
y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (4). Judas
da una descripción de como estos hombres impíos se habían rebelado contra Dios y
rechazando Su autoridad (5-10). Luego los condenó por un terrible trío de
pecados extraídos de las páginas del Antiguo Testamento: "¡Ay de ellos!
porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de
Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré".
La historia de
Caín se desarrolla en Génesis 4, comenzando con Caín y su hermano Abel
haciendo ofrendas a Dios, la Biblia dice que “miró Jehová con agrado a
Abel y a su ofrenda” (4:4). El Señor aceptó a Abel y a su ofrenda,
pero no aceptó a Caín ni a su ofrenda, esto hizo que Caín se enojara mucho (4:3-5).
La ofrenda de Caín era inaceptable para Dios porque procedía de un corazón
perverso (I Juan 3:12). Dios mira el corazón (1 Samuel 16:7), y luego la
ofrenda que traía, es decir, lo que era visible también para los hombres. En el
corazón Abel había fe, por medio de la cual “ofreció a Dios más excelente
sacrificio que Caín (Hebreos 11:4), una fe genuina que lo empujaba
a buscar a Dios en adoración y sacrificios.
En el corazón
de Caín ocurría algo diferente, Dios le dijo: “Si bien hicieres, ¿No
serás enaltecido?” (4:7), esto nos indica que no hacía lo recto y grato delante
de Dios. En 1 Juan 3:12 se le menciona diciendo: “porque sus obras eran malas”, Caín se acerco al altar
aparentando querer agradar a Dios; sin embargo, sus obras, actitudes, proceder,
etc., no eran conforme a la voluntad de Dios, dicho en otras palabras, el camino de Caín es un camino de apariencia.
Muchos podríamos,
si nos descuidamos, empezar a transitar en ese camino de apariencia, al cual Jesús reprendió diciendo: “Este
pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí” (Mateo 15:8). El
"camino de Caín" es el enfoque de la persona religiosa hacia la
salvación, en lugar del camino de Dios. Es la justicia propia basada en las
propias obras. Este camino está pavimentado con el orgullo humano, que trata de
quedar bien con Dios siguiendo normas legalistas en lugar de acercarse a Él
mediante la fe (Romanos 10:1-4; Filipenses 2:3-12). Caín se indignó
porque Dios rechazó su ofrenda. Génesis 4:7 revela que Dios había
mostrado a Caín el camino correcto, pero Caín se negó conscientemente a
seguirlo. El se negó a someterse al camino de Dios y, en un arrebato de cólera
celosa, asesinó a su hermano.
El "camino de Caín" es la conducta de los cínicos desobedientes e
incrédulos que, aunque comprenden claramente lo que Dios espera de ellos,
eligen trazar su propio camino en la vida (Isaías 53:6). En lugar de confiar en
el Señor y buscar Su voluntad, dependen de la sabiduría humana y adoran a Dios
según su propio entendimiento en lugar de Su revelación divina (Proverbios 3:5-6).Para
dejar este camino de Dios
pide el corazón, como dice Proverbios 23:26: “Dame, hijo mío, tu corazón, y
miren tus ojos por mis caminos”,
no hay nada mejor que entregar nuestro corazón a Jesús para que podamos mirar
su camino.
Salmo 51: 17 nos
afirma: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corcón contrito
y humillado no despreciaras tu, oh Dios”, es tiempo de dejar de tener una apariencia, en la iglesia y otra
en la casa, o el trabajo; al contrario, es momento de presentar nuestros
cuerpos “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:1), para no
ser rechazados como Caín sino
aceptados como Abel.
EL ERROR DE
BALAAM:
Al profeta Balaam le gustó mucho lo
que le ofreció Balac (Números 22:17). El error de Balaam fue su amor al dinero y
buscar honra de hombres, buscó su propia gloria; pues fue “en busca de agüero”
para maldecir a Israel (Números 24:1), para agradar y tener el reconocimiento
de Balac, rey de Moab.
Muchos hoy en día
quieren el reconocimiento del mundo, están como cuando Aron y María dijeron: “¿Solamente
por Moisés ha hablado Jehová?, ¿No ha hablado también por nosotros?
(Números 12:2), es decir, querían
honra de hombres, querían escucharlo de la boca del pueblo.
Algunos se pelean
y otros viven con celos porque sus ministerios no son igual que el de otros,
pero no es tiempo de compararnos ni de buscar gloria de hombres, es momento de
gozarnos porque Dios está usando a hombres ungidos para darle la gloria a
nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Evitemos el error de Balaam su error lo llevó al amor al dinero, II Pedro 2:15 dice:
“Han dejado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor,
el cual amó el premio de la maldad”, ese premio es el lucro del cual habla Judas (11). Se nos advierte en las
escrituras que “muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el
camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras
fingidas” (II Pedro 2:2-3), así que muchos hoy en día no les importa como anden
las almas, no importa la santidad, no importa corregir el pecado, es más
importante el dinero que su alma.
LA
CONTRADICCIÓN DE CORÉ:
El pecado de Coré fue la rebelión y falta de sujeción a la autoridad. El no quería sujetarse a Moisés ni a Aron, razón por la cual dice: “¡Basta
ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio
de ellos está Jehová; ¿Por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la
congregación de Jehová? (Números 16:3).
Como consecuencia
de las palabras de Coré, “abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus
casas, a todos los hombres de
Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían,
descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de
la congregación” (Números 16:32-33).
En
ocasiones, nos pasa lo mismo que a
Coré, no queremos sujetarnos al pastor, y menos, al liderazgo de la
iglesia. Hay quienes quieren hacer las cosas por su propia cuenta e iniciativa
sin la dirección de su pastor, pero nos puede suceder como a Nadab y Abiú quienes “murieron cuando
ofrecieron fuego extraño delante de Jehová” (Números 26:61), o los
que murieron en la contradicción de
Coré.
Nadab y Abiú
habían tomado “cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual
pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que Él
nunca les mandó” (Levíticos 10:1); por consiguiente, murieron quemados
por no esperar que sus autoridades les orientaran sus funciones.
En este tiempo,
quizás no perezcamos quemados como Nadab y Abiú, ni tampoco nos trague la
tierra como en la contradicción de
Coré; pero al no respetar las autoridades que Dios ha puesto en Su
iglesia, tendremos graves consecuencias en nuestra vida espiritual.
El apóstol Pablo,
al tener un encuentro con el señor Jesucristo, le preguntó: “¿Qué quieres que
yo haga? obteniendo como respuesta: “Levántate y entra en la ciudad, y se te
dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:6).
Jesús pudo
haberle dicho, personalmente, lo que tenía que hacer el apóstol Pablo; sin
embargo, le envió a un discípulo llamado Ananías para decírselo, enseñándonos
con esto, que Dios usa a hombres como nosotros para aprender a sujetarnos bajo la dirección y
voluntad de Dios.
El pasaje nos
recuerda la importancia de seguir el camino de la rectitud y la obediencia a
Dios. Caín es presentado como un ejemplo de maldad y falta de arrepentimiento,
y su historia nos alerta sobre los desastrosos resultados de una elección
equivocada. Nos enseña que debemos ser conscientes de nuestras acciones y
decisiones, y evitar seguir el camino de la maldad y la rebeldía.
Este pasaje
también nos anima a ser discernientes y estar alerta ante falsas enseñanzas y
maestros engañosos que puedan desviar nuestra fe. Es una llamada a mantenernos
firmes en la verdad y a buscar siempre la voluntad de Dios en nuestras vidas.
El pasaje de
Judas 1:11 nos desafía a evitar el camino de la maldad y nos recuerda la
importancia de permanecer fieles a la fe verdadera. La historia de Caín nos
advierte sobre las consecuencias del pecado y nos motiva a buscar la justicia y
el perdón de Dios en todas nuestras acciones.
En nuestra vida
debemos evitar el camino de Caín, el error de Balaam y la contradicción de Coré; pues si
queremos que nuestra vida espiritual y material sea próspera, bajo la voluntad
de Dios, tenemos que vivir una vida: sin
apariencia, no buscando honra ni dinero de los hombres y siendo sujetos a las
autoridades de Dios.
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